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EEUU, Chávez, el gas y Morales revientan la integración sudamericana

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Si bien Bolivia tendría reservado un lugar preponderante en el proyecto del »gasoducto del sur», a nivel interamericano, la sorpresiva nacionalización por decreto del petróleo boliviano, anunciada por su presidente Evo Morales el mismo Día del Trabajo, ha dejado el plan en suspenso, porque dos de los perjudicados con la medida altiplánica son Pretrobras de Brasil e YPF de Argentina.


América del Sur ha podido ver en las últimas semanas el comienzo de lo que quizá sea un lento derrumbe de las frágiles estructuras de la integración económica regional, cuya construcción ha costado cinco décadas de arduo trabajo, unos pocos años menos que los que tiene hoy la Unión Europea (UE).



Sin embargo, entre Europa y Sudamérica hay tanta distancia en relación a este tema como los kilómetros que separan geográficamente a estas dos partes del mundo. La UE comenzó con sólo seis socios en 1951, hoy tiene 25 y 455 millones de almas, una moneda común, un Parlamento, un Gobierno, poder político mundial, y sus habitantes tienen ahora libertad plena para decidir, sin trámite alguno, el país de la unión en el que desean vivir. Esto significa que Europa le pertenece a los europeos.



Si un chileno (Chile es país asociado del Mercosur) viaja en automóvil a Uruguay o viceversa está obligado a someterse a un complicado y desagradable proceso burocrático que incluye papeles, seguros, pagos de impuestos, estampillas fiscales y entrevistas con funcionarios que tienen pocas ganas de resolver problemas o de trabajar, es decir mucho peor que cuando se intentaba ingresar a un país de la ya desaparecida URSS. Esto significa que América del Sur sigue sin pertenecer a los sudamericanos, a pesar de que los intentos de integración comenzaron en 1960.



Pero el colapso actual de este proceso obedece a varios factores: 1.- La presión de EEUU que insiste en crear, con o sin el ALCA, un gran mercado de libre comercio que le permita llegar a jugar un papel hegemónico en toda América; 2.- El protagonismo político que intentan ejercer algunos líderes latinoamericanos como el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva; 3.- La desigualdad en cuanto a reservas de gas en la región; y 4.- El desgaste natural de los dos mercados comunes todavía vigentes en América del Sur: La Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur (Mercosur), los "dos pulmones de la integración regional", como se les denomina.



El Mercosur pasa por una crisis, agravada en los últimos meses por dos razones:
1.- Las reuniones que ha sostenido el presidente Chávez con sus pares de Brasil, Lula da Silva, y Argentina, Néstor Kirchner, para imponer su idea de construcción de un gasoducto que cruzaría América del Sur -10.000 kilómetros- a un costo de 25.000 millones de dólares, molestaron a los restantes socios del Mercosur, Paraguay y Uruguay, al sentirse no tomados en cuenta; y



2.- El deterioro que han sufrido las relaciones entre Uruguay y Argentina por la "guerra de la celulosa", en que activistas argentinos protestaron en la frontera argentino-uruguaya, en el último verano, contra la construcción de dos plantas uruguayas de celulosa -por daño al medio ambiente-. Esto ha movido a la provincia argentina de Entre Ríos a recurrir a tribunales internacionales para la presentación de la primera demanda contra Uruguay en este asunto. Bajo estas condiciones, el enfriamiento de la idea integracionista es evidente. Tanto es así que el presidente uruguayo, Tabaré Vásquez, busca ahora ampliar las relaciones comerciales con EEUU, lo que podría terminar en otro tratado de libre comercio que Chávez deplora.



Si bien Bolivia tendría reservado un lugar preponderante en el proyecto del «gasoducto del sur», a nivel interamericano, la sorpresiva nacionalización por decreto del petróleo boliviano, anunciada por su presidente Evo Morales el mismo Día del Trabajo, ha dejado el plan en suspenso, porque dos de los perjudicados con la medida altiplánica son Pretrobras de Brasil e YPF de Argentina. La primera firmó un contrato de compra de gas boliviano hasta el año 2019, suministro que en este momento, según admitió un portavoz, no tiene cómo reemplazar y que cubre más del 50% de sus necesidades en la industria, plantas termoeléctricas y parque automotor. Petrobrás ha realizado además en Bolivia importantes inversiones, como la construcción de dos refinerías, calculando sus posibles pérdidas en unos 1.500 millones de dólares.



Tras el anuncio de nacionalización de Morales, Petrobras suspendió la ampliación de un gasoducto en Bolivia, anunciando también que recurrirá a medios legales para defender sus derechos y que buscará otras fuentes de suministro de gas en reemplazo del boliviano. Si esto ocurre realmente, sería otro golpe para la integración regional. Ya está el caso de Chile, que tiene vecinos con grandes reservas, pero se ve obligado a recurrir a Indonesia para resolver sus problemas de gas.



Morales se reunió el último fin de semana en La Habana con Chávez y Fidel Castro (también estuvo Daniel Ortega de Nicaragua), ocasión en que el líder indígena boliviano adhirió al plan ALBA (Alternativa Bolivariana de las Américas), creado por Chávez para competir con el proyecto estadounidense ALCA (Asociación de Libre Comercio de las Américas) y los tres suscribieron por separado el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP) que establece aranceles cero para varios productos.



No se sabe si Morales fue urgido por Chávez y Castro para el cumplimiento de su principal promesa de gobierno, la nacionalización de los hidrocarburos, o si el anuncio ya estaba programado en la agenda y sólo era conocido por sus más cercanos asesores. En todo caso, la mayoría de los diarios más importantes del mundo responsabilizaron a Chávez, por la influencia que tendría sobre Morales. El "Financial Times" de Londres destacó que Morales ha mostrado que "la estrategia radical" del presidente Chávez ha empezado a influir in situ; y el alemán "Frankfurter Allgemeine Zeitung" argumentó que Morales se siente fuerte porque "tiene el apoyo de Chávez", su maestro en "acciones teatrales".



Lula da Silva, Kirchner, Chávez y Morales se reunieron el jueves en Puerto Iguazú para acordar algunas líneas de acción para controlar la situación, estabilizar el precio del gas, estudiar la factibilidad del gasoducto propuesto por el líder venezolano y ver como se puede continuar con la integración regional. Tras una reunión de tres horas se entregó una larga declaración dominada por la retórica y poco contundente.



El tercer derrumbe integracionista ocurre en la Comunidad Andina de Naciones (CAN), donde tres de sus cinco socios -Colombia, Perú y Ecuador- gestionan o ya han firmado tratados de libre comercio con EEUU. Esta gestión cuenta con la oposición de los otros dos miembros: Venezuela y Bolivia. El primero de estos últimos ve en estos tratados una acción encubierta de la Casa Blanca para implantar de todas maneras un mercado abierto y hegemónico en las Américas, a pesar del estruendoso fracaso sufrido por el ALCA en Mar del Plata, a fines del 2005. "No cobramos un precio ideológico por nuestra cooperación", dijo esta semana la secretaria de Estado, Condolezze Rice, al recibir al presidente uruguayo Tabaré Vásquez, en Washington.



La irritación de Chávez lo llevó a anunciar el retiro de Venezuela del CAN, lo que significa un duro golpe para este mecanismo de integración de 125 millones de habitantes (un tercio de América del Sur) y un PIB de 260.000 millones de dólares.



Otro factor que complica el puzzle integracionista es el liderazgo que desea jugar Luiz Inacio Lula da Silva al frente de la nueva Comunidad Sudamericana de Naciones, creada el 2004 en Cusco, Perú, lo que genera dudas en países como Argentina, Colombia y Uruguay, cuyos jefes de Estado no participaron en la última cumbre de fines de septiembre de 2005. Esto tampoco es del agrado de Chávez, quien, como leal bolivariano, aspira igualmente a un liderazgo incondicional en América del Sur.



(walterk@vtr.net)

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