Pareciera que todos estuvieran de acuerdo en cuáles son los retos hacia adelante: la lucha contra la inseguridad, la lucha contra el despilfarro, la lucha contra el burocratismo y la ineficiencia. El propio mandatario las nombró en el palacio de Miraflores. Excepción hecha con la economía. El jefe del Estado simplemente ni la mencionó. Pero sectores no oficialistas consideran que Venezuela no se podrá escapar de las consecuencias de la crisis mundial.
Sentadas en la sombrita en una plazoleta del oeste de Caracas, una señora mayor y una joven hacen su propia evaluación de la así llamada «revolución bolivariana». «Yo no me considero ‘borrego’. Apoyo el proceso pero estoy clara en que hay mucha gente que lo ha hecho muy mal», arranca la joven.
Era la mañana del 15 de febrero, la misma del referendo sobre la reelección ilimitada. Y como si lo hubiera predicho, horas después, en su discurso de victoria, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se comprometía a lograr «en estos años que quedan el más alto grado de eficiencia en la gestión pública».
«Hay mucha gente que se llama revolucionaria y lo que está es pendiente de llevarse por delante a los demás», dice la señora mientras levanta el puño, recuerda que su padre era miembro del Partido Comunista y agrega: «Todos tenemos el compromiso de aclarar eso y empezar a hacer las cosas que tenemos que hacer».
Es como si también hubiera adivinado la crítica que al día siguiente le haría el secretario de COPEI (Democracia Cristiana), Luis Planas, al presidente Chávez: «Tiene diez años en el poder, pero no tiene diez años gobernando. Tiene diez años en campaña electoral».
Y en sus palabras desde el palacio de Miraflores, Chávez se comprometió a atacar al menos tres problemas fundamentales: «la lucha contra la inseguridad, la lucha contra el despilfarro, la lucha contra el burocratismo y la ineficiencia».
En suma, pareciera que todos estuvieran de acuerdo en cuáles son los retos hacia adelante, más allá de las diferencias sobre cómo afrontarlos.
Excepción hecha con la economía. El jefe del Estado simplemente ni la mencionó. Pero sectores no oficialistas consideran que Venezuela no se podrá escapar de las consecuencias de la crisis mundial.
El barril
«El camino que ha escogido el gobierno nos está llevando a la pobreza, a la miseria, al desempleo», se quejaba en rueda de prensa este lunes el presidente de la Cámara de Comerciantes, Consecomercio, Nelson Maldonado.
«Cualquier persona que se dé una vuelta por los centros comerciales de Caracas lo que va a ver son los carteles solicitando trabajadores», lo refutaba, en entrevista con BBC Mundo, el asesor de la comisión de Energía de la Asamblea Nacional, Fernando Travieso.
«Tenemos uno de los índices de desempleo más bajos del mundo. Eso te dice ya lo exitoso de la política económica que ha implementado el gobierno», volvió a la carga Travieso.
«Lo que nos va a agarrar es una situación de absoluta desconfianza, desinversión y absoluta falta de productividad», vaticinó Maldonado.
Muchos en Venezuela, particularmente la oposición, destacan que el presupuesto para este año se calculó con un barril de petróleo a US$60 dólares por lo que el actual valor de US$35 por barril obligará al presidente a actuar, pero para el asesor de la comisión de Energía, esto no es un problema porque se espera un nuevo aumento.
«Evidentemente usted tiene un recurso que no tiene sustituto para los procesos industriales y un mercado asegurado (…) Los precios actuales no son viables porque se paralizan los niveles de exploración y los nivel de agotamiento de reservas se acentúa», explicó Travieso.
En todo caso, añadió, «tienes todo lo que se ha venido ahorrando desde 2004, cuando comenzó la curva de incremento de precios del petróleo».
La delincuencia
Es el tercero de los grandes temas en la agenda presidencial. Uno en el que Chávez se comprometió a lograr, sobre todo, resultados.
Travieso recuerda que la inseguridad está ligada al tema de la desigualdad social. Así que es cuestión de acentuar la redistribución de la riqueza. Pero eso no ocurrirá en lo inmediato.
«Solucionar en el cortísimo plazo el problema es difícil, porque necesitarías niveles de represión que no van al delincuente sino al ciudadano común. Se trata de involucrar a la población en el combate a la delincuencia para ir adecentando el sistema», señaló el funcionario.
O en las palabras de las «analistas de a pie» de la plazoleta del oeste de la ciudad, «este proceso no es de diez años, ni de veinte, pero hay que ponerse a trabajar».