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La región en silencio tras muerte de disidente cubano

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Dirigentes de la oposición en la isla apuntaron sus dardos especialmente contra Inacio Lula da Silva, quien se reunió en las últimas horas con Raúl y Fidel Castro en La Habana. Al mandatario brasileño le habían enviado hace algunos días una misiva para que en la cita intercediera por «la libertad de los presos políticos», mencionando explícitamente el caso de Orlando Zapata, fallecido el martes tras una extensa huelga de hambre.


La promesa de unidad hecha este martes por América Latina en México tuvo  su reflejo en un unánime y también llamativo silencio de los Gobiernos de la región ante la muerte de un preso político cubano al cabo de 85 días de huelga de hambre.

Ese silencio contrastó con las numerosas condenas de una muerte para algunos «evitable» y los también abundantes llamados al gobierno cubano procedentes de Europa y EE.UU., para que libere a todos los presos políticos y garantice los derechos humanos.

Los dardos no fueron sólo para La Habana, sino que también para sus «cómplices» en el continente, según el calificativo utilizado por un destacado dirigente opositor cubano.

«Denunciamos a todos esos gobiernos que en este continente y en el mundo junto a muchas instituciones y personajes prefieren la relación armoniosa con la mentira y la opresión a la solidaridad abierta con el pueblo cubano. Todos son cómplices de lo que ocurre y de lo que ocurra», dijo Osvaldo Payá en una declaración emitida  en la capital de Cuba a propósito del fallecimiento de Orlando Zapata Tamayo.

Crítica directa a Lula

Payá apuntó especialmente al presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, quien se encuentra de visita oficial en Cuba y participó el miércoles último con el mandatario Raúl Castro y su hermano Fidel en un «reencuentro de viejos amigos», según fuentes brasileñas.

«El gobierno de Lula no ha dado ninguna palabra de solidaridad para con los derechos humanos en Cuba. Ha sido un verdadero cómplice de la violación de los derechos humanos en Cuba«, afirmó Payá en una entrevista publicada  por el diario O Globo.

El programa de la visita de Lula a Cuba no incluye encuentros con la disidencia interna, cuyos representantes, sin embargo, entregaron el pasado domingo una carta en la embajada de Brasil, en la que le pedían que intercediera por la libertad de los presos políticos ante los Castro, y especialmente mencionaban el caso de Zapata.

Se desconoce si Lula atendió la petición, pues no ha trascendido lo tratado en la entrevista con los hermanos Castro, pero en el caso de Zapata Tamayo ya es tarde.

Los descargos de Raúl

Zapata, un albañil de 37 años que cumplía una condena a 36 años de cárcel por delitos considerados políticos, murió el martes  en un hospital de La Habana a causa del deterioro sufrido por su prolongado ayuno, con el que pretendía ser tratado como «un preso de conciencia».

En unas breves declaraciones, Raúl Castro lamentó la muerte de Zapata y negó que hubiera sido torturado como afirma la madre del disidente, Reina Tamayo. El exilio cubano afirmó que Zapata fue víctima de un «asesinato».

América Latina y DD.HH.

El gobernante brasileño viajó a La Habana ayer tras la Cumbre del Grupo de Río en la que se acordó constituir un nuevo organismo regional solo de Estados latinoamericanos y caribeños, sin Estados Unidos y Canadá.

También viajó a Cuba el presidente venezolano, Hugo Chávez, cuyo Gobierno fue acusado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de «atentar» contra la democracia.

En un durísimo informe de 322 páginas, el primero que la CIDH dedica a Venezuela íntegramente desde 2003 y que ha tenido que elaborar sin haber podido visitar el país, se señalan «serias restricciones» a la vigencia de los derechos humanos.

El subdirector de Human Rights Watch, Daniel Wilkinson, dijo a Efe que el informe «es exhaustivo, equilibrado y bastante crítico» y consideró que el Gobierno de Chávez debería «tomar en cuenta las recomendaciones».

«Hasta ahora lo que hemos visto en los últimos años es que la respuesta del presidente Chávez a todo tipo de crítica ha sido la de atacar a las fuentes e intentar distraer la atención con teorías conspirativas», señaló.

El Gobierno venezolano calificó a la CIDH como «burócratas de los derechos humanos comprometidos con las políticas imperiales».

Wilkinson también habló de la muerte del disidente cubano en huelga de hambre, que calificó de «tragedia», y pidió a EE.UU. y a la Unión Europea que cambien su política hacia la isla porque se ha demostrado que «no funciona».

Además, reclamó la liberación de todos los presos políticos en Cuba, que, dijo, viven en condiciones «horribles» y no tienen «ningún derecho» ni «ningún mecanismo para protegerse de los abusos».

Ambas peticiones se hicieron desde diversos ámbitos en Europa y Estados Unidos, no así desde América Latina.

El presidente de Costa Rica, Óscar Arias, volvió a advertir sobre el autoritarismo y el retroceso de la democracia en la región.

«Me duele que se ganen elecciones y después se camine hacia gobiernos cada vez más autoritarios. En muchos gobiernos de América Latina no hay pesos y contrapesos dentro de los poderes del Estado», comentó Arias sin precisar hacia donde apuntaba.

«Al que le cae el guante que se lo plante», se limitó a decir.

Arias también volvió a señalar su desacuerdo con el hecho de que a la cumbre de México no fuese invitado el presidente de Honduras, Porfirio Lobo, elegido en las urnas, debido a que ese país está suspendido de la OEA por un golpe de Estado que, al contrario que la muerte, de Zapata provocó un aluvión de condenas latinoamericanas.

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