Arropada por buena parte de su gobierno, eligió un auditorio de sindicalistas, dirigentes sociales, políticos y representantes de los distintos credos para su vuelta a la primera línea política.
La presidenta argentina, Cristina Fernández, rompió más de un mes de silencio con un acto celebrado el miécoles en la sede del gobierno en el que dijo estar «despojada de ambición» política, evitó temas espinosos de la agenda diaria y cargó contra quienes criticaron su ausencia de la escena pública.
Fernández, que abandonó el luto que mantuvo durante tres años por la muerte de su esposo, el expresidente Néstor Kirchner, acudió a la Casa Rosada con un vestido blanco, sonriente y dispuesta a darse un baño de masas con los cientos de simpatizantes que abarrotaban la sede del Ejecutivo.
Arropada por buena parte de su gobierno, eligió un auditorio de sindicalistas, dirigentes sociales, políticos y representantes de los distintos credos para su vuelta a la primera línea política.
«Estoy totalmente despojada de toda ambición, lo sabían quienes me acusaban de ser una ambiciosa», dijo durante un discurso de media hora en el que cargó con dureza contra quienes criticaron su ausencia pero eludió temas polémicos que marcan el día a día de la política local, como la devaluación progresiva del peso, el avance del dólar paralelo o los cortes de energía.
«Recuerdo cuando publicaban encuestas donde decían que la gente cambiaba de canal, que no quería escucharme hablar, bajaba el rating», dijo Fernández, que acostumbraba a aparecer en público prácticamente a diario y a lanzar largos discursos antes de la neurocirugía a la que sometió el pasado octubre.
Ahora, los sondeos «son al revés» e indican que la mayoría de la población quiere escucharla hablar: «O mentían antes o mienten ahora. O mienten siempre», afirmó.
Fue más allá en sus críticas y cargó contra los medios que reflejaron en sus titulares su «reaparición».
Lo contrario de «reaparece» es «desaparece» y «algunos están muy vinculados con el tema de las desapariciones para lo que no les gusta», comentó en referencia a los miles de desaparecidos que dejó la última dictadura militar.
«Tal vez yo soy demasiado quisquillosa, demasiado subjetiva y en realidad quisieron darle un toque hollywoodense, como que reestrena, pero conociéndolos, no me pareció», insistió.
Para su vuelta a la escena pública eligió un tema que despierta coincidencias por encima de ideologías: un programa destinado a la escolarización de jóvenes sin estudios ni trabajo.
«Tenemos que buscar a los jóvenes para que vayan al colegio.. yo sola no puedo», dijo Fernández, interrumpida en varias ocasiones por los vítores y los cantos peronistas y kirchneristas de los jóvenes que abarrotaban la Casa Rosada.
«Debemos abrir un debate sano, responsable (…) Argentina ya no aguanta más el stop and go, avance y retroceso». «Tenemos que lograr que el conflicto no sea un conflicto que nos separe ni que nos dañe (…) empezando por las coincidencias, dejando las diferencias un poquito atrás», apuntó en tono conciliador.
Aprovechó también para confirmar su presencia en la Cumbre de la Celac que se celebrará en La Habana el próximo fin de semana y negar los rumores que apuntaron que la cita se retrasó por sus problemas de salud.
Tras el acto oficial, la presidenta saludó a los cientos de simpatizantes concentrados en los patios de la Casa Rosada y les pidió «mucho trabajo y mucha organización»
«Tenemos que organizar para que la sociedad defienda sus derechos y conquistas, pero también que se organice en su barrio, en su lugar, para mejorar la vida de su barrio y su territorio», lanzó mientras los jóvenes coreaban «Néstor no se murió, Néstor vive en el pueblo» y «Cristina corazón, acá tienes los pibes para la liberación».
La presidenta había aparecido por última vez el pasado 19 de diciembre, en la ceremonia de los nuevos altos cargos de las Fuerzas Armadas argentinas.
Una semana después viajó a su residencia de la ciudad sureña de Calafate para tomarse un descanso navideño y desde su regreso, el pasado 7 de enero, sólo había mantenido reuniones privadas en la residencia presidencial de Olivos con miembros del Gobierno.
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, se ha mantenido durante todo este tiempo como cabeza visible del Ejecutivo y ha insistido en que Fernández continuaba al frente de la gestión ante las criticas de la oposición sobre un supuesto «vacío de poder».