Después de que la mayoría de los griegos votaran en contra de los planes de los acreedores para rescatar la economía del país, la pregunta que sigue es: ¿y qué pasará ahora?
El domingo una abrumadora mayoría de griegos rechazó las exigencias de la «Troika» del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, que pedían más ajuste fiscal para la extensión de un programa de ayuda financiera.
Exactamente un 61% de ellos votaron «No» en el referendo.
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, aclaró que no era una votación contra Europa.
Aunque varios líderes europeos habían advertido que votar «No» podría significar una salida de la eurozona.
Entonces, ¿qué es lo que vendrá después del «No»?
Es, según muchos, la opción más probable. Y ello a pesar de que Tsipras fue firme al decir que el resultado no tiene que ver con una voluntad de ruptura con Europa.
«Fue una decisión que refuerza nuestro poder de negociación para alcanzar un acuerdo viable», añadió el primer ministro.
Sin embargo, muchas de sus contrapartes en Europa lo consideran el fin del camino.
Los ministros alemanes, así como los líderes de Italia y Francia, veían el referendo como una votación para decidir si quedarse o salir del euro.
En ese sentido, el vicecanciller de Alemania, Sigmar Gabriel, dijo en la noche de este domingo que el primer ministro griego había «derribado los últimos puentes, a través de los cuales Europa y Grecia podían transitar para alcanzar un compromiso».
Asimismo, el presidente del eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem dijo que está ahora en manos de Grecia llegar «a las difíciles medidas y reformas» necesarias para salir adelante.
Y la primera ministra de Polonia, Eva Kopacz, se sumó a los comentarios diciendo que tendrá ahora lugar «una nueva etapa, con (Atenas) dejando la zona euro».
Pero antes de que nada eso ocurra, tendrán lugar varias reuniones.
El consejo de gobierno del Banco Central Europeo se reunirá este lunes. También lo harán los líderes de la eurozona, mientras que los ministros de Finanzas se encontrarán el martes.
Sobre cualquier posible acuerdo político pesa el estado de los bancos, cerrados desde el 29 de junio, cuando el Banco Central Europeo les congeló las líneas de crédito.
El gobierno griego prometió que si ganaba el «No» en el referendo esto incitaría a los bancos a volver a abrir este martes.
Pero para reabrir necesitan recapitalizarse. Y para ello hay dos opciones: con dinero público europeo o dinero público griego.
Sin embargo, parece improbable que el Banco Central Europeo decida este lunes aumentar la Asistencia de Liquidez de Emergencia.
Y en un principio esto podría suponer el fin del sistema bancario griego, ya que según su patronal dispone de menos de 1.000 millones de euros en efectivo, a pesar del corralito de la última semana, con 60 euros por persona como límite diario.
Así que una potencial opción sería que los bancos abrieran con una moneda paralela, antes de reactivar la antigua moneda griega, el dracma.
Aunque también puede que este posible escenario haga recapacitar a la Unión Europea y decida recapitalizar el sistema bancario griego, rescatarlo.
De momento, ya hay quien se opone a ello. «El rechazo de Grecia a las reformas no puede significar que obtengan el dinero con más facilidad», escribió el ministro de Finanzas de Eslovaquia, Peter Kazimir, en la red social Twitter.
Y el mayor acreedor de Grecia, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), financiado por los miembros de la zona euro y creado en 2010 para hacer frente a la crisis de deuda soberana europea, ya amenazó con reclamar los más de 130.000 millones de euros (unos US$143.000 millones) que le debe el gobierno de Atenas.
En una entrevista ofrecida al diario español El Mundo antes de saberse el resultado del referendo y de presentar su renuncia, el ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, insistía en que ganara la opción que ganara este lunes habría un acuerdo.
«Si gana el no Tsipras viajará el lunes a Bruselas y logrará un acuerdo mejor, y al día siguiente, el martes, los bancos griegos volverán a abrir sus puertas», declaraba.
Y es que, aunque por el momento parezca improbable, el primer ministro griego dejó servido el marco para un acuerdo.
Además, las reformas que acordó días antes del referéndum no estaban muy lejos de lo que la eurozona y los acreedores le exigen a Grecia.
Lo que Tsipras había pedido era una prórroga para evitar el impago y tener así tiempo para negociar un tercer rescate o bailout de 29.100 millones de euros (unos US$32.000 millones).
De retomarse las negociaciones, el primer ministro griego contará ahora con un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) publicado tres días antes del referendo.
Éste reconoce que la deuda pública griega, que asciende a 400.000 millones de euros (unos US$441.000 millones), un 180% de su PIB, es «insostenible».
Pero para que el sistema bancario sea recapitalizado, Grecia necesitaría tener acceso al fondo del Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM, por sus siglas en inglés), creado en septiembre de 2012 y con una capacidad de préstamo máximo de 500.000 millones de euros (unos US$551.000 millones).
Por ahora todas las opciones están abiertas y ninguna parece indolora.
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