«No están dadas las condiciones para que la presidenta concurra al Congreso», dijo hoy Oscar Parrilli, uno de los hombres más próximos a la presidenta trasandina.
El insólito conflicto abierto en Argentina por la ceremonia de investidura de Mauricio Macri se zanjó hoy con la decisión de la presidenta saliente, Cristina Fernández, de no asistir a la toma de posesión de su sucesor, el próximo jueves.
«No están dadas las condiciones para que la presidenta concurra al Congreso», dijo hoy Oscar Parrilli, uno de los hombres más próximos a Fernández.
«Entre esto y un golpe de Estado es muy poca la diferencia», denunció Parrilli, uno de los funcionarios kirchneristas que participó hoy en las reuniones con representantes de Macri para tratar de llegar a un acuerdo sobre la ceremonia de traspaso de poderes.
La insólita polémica, con tintes de sainete, que ha empañado la transición argentina se agudizó en las últimas horas por la decisión de Fernández de organizar el traspaso de poderes en el Congreso, cuando su sucesor pretendía asumir los atributos de mando en la Casa Rosada (sede de Gobierno).
El desencuentro derivó en una medida cautelar solicitada hoy por Macri a la Justicia para que se adelantara a la medianoche del jueves su consideración como presidente, en un escenario inédito en el país.
El fiscal que recibió la causa, Jorge di Lello, emitió un dictamen favorable a la solicitud que precipitó la decisión de Fernández de no acudir a la ceremonia.
Según Parrilli, el escenario abierto supondrá que «no habrá presidente durante doce horas» en Argentina.
«Nos parece que la actitud de Macri de meter a la Justicia es poner una cortina de humo. El ingeniero y su equipo son los responsables de esta gravedad institucional», denunció.
La polémica, que los argentinos han seguido atónitos, ha puesto en evidencia la debilidad de las instituciones en Argentina.
El final del mandato del presidente saliente está sometido a distintas interpretaciones, para algunos juristas concluye formalmente a las 00.00 horas del jueves, pero para otros, se puede prolongar hasta la jura del cargo de su sucesor.
Según la Constitución, el presidente debe jurar su cargo en el Congreso, pero no hay una regulación específica sobre cómo o dónde recibe los atributos de mando, el bastón y la banda presidencial.
Mauricio Macri quiere jurar su cargo ante el Congreso y después recibir el bastón y la banda en una ceremonia solemne en la Casa Rosada, mientras Fernández pretendía realizar todo el trámite en el recinto parlamentario.
Macri quiere evitar que la movilización kirchnerista convocada frente al Congreso durante la ceremonia empañe su investidura y Fernández no quiso ceder durante días en una última demostración de poder.
El kirchnerista Frente para la Victoria propuso hoy, en un último intento por llegar a una solución, la posibilidad de que la presidenta saliente depositara los atributos de mando en el Congreso para que Macri pudiera trasladarlos a la Casa Rosada, pero la cautelar presentada ante la Justicia tumbó las posibilidades de consenso.
Tradicionalmente, los presidentes han jurado su cargo en el Congreso y se han trasladado después a la Casa Rosada para recibir el bastón y la banda de su antecesor, hasta que Néstor Kirchner, en 2003, decidió hacerlo todo en el recinto parlamentario, estrenando una costumbre seguida por su esposa en sus dos investiduras.
En la última, en 2011, Cristina Fernández se saltó el protocolo y recibió el bastón y la banda de manos de su hija Florencia en un recinto abarrotado de militantes kirchneristas.
Tras la decisión de Fernández, Macri jurará su cargo en el Congreso ante su vicepresidenta, Gabriela Michetti, según informó la alianza Cambiemos.
Después, pronunciará su primer mensaje presidencial y se trasladará a la Casa Rosada.
La tensión de los últimos días entre Fernández y Macri, que ha sobrepasado los límites de la institucionalidad y ha tomado tintes personales, anunciaba un desenlace abrupto.
Fernández llegó a denunciar que Macri la «maltrató» en la conversación telefónica que mantuvieron el pasado fin de semana para tratar de acercar posiciones.
Una acusación que desde las filas de Cambiemos se apresuraron a desmentir pero que calentó más aún los ánimos en vísperas de la investidura tras doce años de Gobiernos kirchneristas.
Antes incluso de ganar las elecciones, Mauricio Macri había bromeado sobre su ceremonia de asunción: «Los fotógrafos se van a pelear por la imagen de Cristina dándome la banda presidencial».
«Va a ser un momento muy especial», dijo. Seguramente nunca imaginó que no habría tal foto y que su investidura sería la más polémica desde el retorno de la democracia al país.