Una de las estrellas de la noche fue el popular cantante Chico Buarque, que defendió una «defensa intransigente de la democracia».
Miles de personas salieron a las calles de Río de Janeiro en una protesta que unió a artistas, famosos y trabajadores en apoyo a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y «en defensa de la democracia».
Los cerca de 50.000 asistentes contabilizados por los organizadores se congregaron en el céntrico Largo da Carioca coreando a voz en grito «no va a haber golpe», en alusión al juicio político que la oposición trata de promover y con el que se pretende destituir a Rousseff.
Una de las estrellas de la noche fue el popular cantante Chico Buarque, que defendió una «defensa intransigente de la democracia» y recordó el golpe de Estado del 31 de marzo de 1964, hace exactamente 52 años, día que dio comienzo a la dictadura que sometió a Brasil durante 21 años.
Otros manifestantes hicieron eco a esta mención histórica, como el dirigente de Partido de los Trabajadores y representante de Frente Brasil Popular (FBP), Renan Brandao, que afirmó a Efe que con esta salida a las calles plantean «un profundo no al golpe y un sí a la democracia» que conquistaron «después de tantas muertes y después de tanta gente torturada».
Tampoco dudaron en pedir la expulsión del Gobierno del presidente de la Cámara de los Diputados, Eduardo Cunha, así como en gritar contra el juez responsable del grueso del caso de corrupción Petrobras, Sergio Moro.
Este encuentro fue convocado por el FBP, movimiento que une a decenas de movimientos sociales de izquierdas, y contó con la presencia de miembros de la Central Única de los Trabajadores (CUT), el mayor sindicato del país y del Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenecen Rousseff y Lula, y del Partido Comunista de Brasil (PCdoB), entre otros.
A pesar de que los organizadores son todos movimientos y partidos de izquierdas, todos ellos identificados con el color rojo, este color no imperó en la marcha, que fue multicolor.
Desde el inicio, altavoces repitieron el ritmo de varios tamborileros, así como de cantantes, que fueron animando la tarde entre discurso y discurso mientras los asistentes disfrutaban también de la comida que decenas vendedores ambulantes ofrecían.