Aylwin entró por la puerta ancha a esa pléyade de figuras DC, Frei Montalva, Leighton, Tomic, Castillo, que nos enseñaron la teoría y la práctica del humanismo cristiano revolucionario y democrático. Con estos líderes en la memoria, junto a muchos chilenos de otras vertientes políticas, lograremos la victoria.
Patricio Aylwin Azócar entra en la historia como uno de los tres grandes Presidentes del siglo XX en Chile. Él lideró el reencuentro con las formas y métodos democráticos, comienza a curar las heridas de los horrores del pinochetismo e inicia el pago de la deuda social con las grandes mayorías. Chile cambió para bien en su breve mandato.
En la década del 20 del siglo citado, Arturo Alessandri Palma separó la Iglesia y el Estado de forma armónica y consensuada, evitando conflictos violentos como en épocas anteriores.
Don Eduardo Frei Montalva, en los años sesenta, encabeza una revolución en libertad que reconoció la dignidad esencial de los campesinos, los pobres y los jóvenes, generando las bases de un desarrollo moderno e integrador con los países del continente.
Patricio Aylwin era un ser humano y un líder, por ello es explicable que se pueda generar un legítimo debate sobre su conducta. Ocurre en muchas partes y, por cierto, en nuestro país. Todavía hay en Chile O’Higginistas y Carreristas, por ejemplo. También figuras como Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende son objetos de análisis diferentes. Pero estos estudios deben ser serios y argumentados, por respeto a las personas y a la verdad.
Es lo que yo he tratado de hacer en mis textos críticos sobre Salvador Allende, de cuyo gobierno fui opositor democrático y popular, así como la JDC, que presidí en esos años, fue la fuerza juvenil mayoritaria de entonces. Fuimos activos opositores a un gobierno de pésimo desempeño y con sectores mayoritarios que no creían en la democracia, como lo demuestro en mi libro La DC y el gobierno de Allende, pero siempre fuimos contrarios a un Golpe de Estado, el que siempre fue activamente rechazado y jamás pedido por órgano político alguno del PDC. Pero no se puede negar que ya en agosto del año 1973, por la acción de las fuerzas no democráticas chilenas, de izquierda y derecha, más la inaceptable participación de agencias de inteligencia extranjeras, la mayoría de la militancia DC respaldaba una salida desesperada a una situación insostenible.
Nosotros, los DC, estuvimos por la renuncia de todos los que teníamos cargos para que fueran los chilenos los que eligieran sus nuevas autoridades. Esa era la propuesta que Aylwin defendía y no un atentado a la democracia. Declaraciones de Aylwin posteriores al sangriento golpe no fueron afortunadas, como el mismo tuvo el valor de reconocer públicamente. Por ello, ya será el momento de poner en su lugar a algunos totalitarios que se atreven a acusar de golpista al estadista recién fallecido y olvidan su propio rol de provocadores para desestabilizar la democracia chilena.
Me parece más importante, ahora, enfatizar mi esperanza de que don Patricio, al igual que el personaje literario del Cid, nos puede ayudar a ganar batallas aún después de muerto. Esta vez para restablecer la decencia, la responsabilidad política y la respuesta que la clase media y los pobres necesitan.
[cita tipo= «destaque»]Debemos impulsar los cambios de fondo en los fracasados y abusivos sistemas de AFP e Isapres; en la entrega a las regiones y comunas de nuevas atribuciones y recursos que no destruyan la idea de Patria, tan querida por don Patricio y los DC, a castigar con cárcel efectiva a los delincuentes de cuello y corbata que abusan coludiéndose con el dinero de los propios trabajadores. A terminar con la usura, el individualismo, en definitiva, para cambiar el modelo neoliberal que el Papa Francisco denuncia que no respeta a las personas y al medio ambiente.[/cita]
Sus honras fúnebres han sido excepcionales por la respuesta del pueblo que probó que Aylwin está por sobre esas pequeñeces. También ha fortalecido en la DC un proceso muy positivo que tuvo un punto de partida nuevo con la renuncia de Pizarro a la Presidencia del partido. En efecto, en la Junta Nacional de la DC celebrada el 2 de abril pasado, los integrantes de Vanguardia Popular apoyamos a Carolina Goic para iniciar este camino sanador. Su discurso en el cementerio es un testimonio muy valioso que nos interpreta.
La Presidenta de la DC recogió el unánime sentir expresado por miles de personas que se apostaron por las calles donde circuló el cortejo. Especialmente emocionante fue su recuerdo de los carteles y palabras que repetían: «Aprendan de él».
Por ello, la nueva Presidenta del PDC pidió perdón por no escuchar a las personas, por las faltas éticas y la sordera frente a tantas demandas plenamente justificadas.
Nos comprometió a todos los DC para cambiar de conducta desde ya. Por ello no debemos llevar en las listas DC o de la Nueva Mayoría a personas involucradas en actos de corrupción y debemos impulsar el proceso de cambios en la última fase del gobierno.
Las palabras de Miguel Patricio Aylwin en la Catedral, algunas de las peticiones de sus nietas y el tremendo testimonio de Renán Fuentealba Moena en el cementerio, lúcido, honesto y comprometido, nos redoblan la Fe y aumentan el desafío presente y futuro.
En la Iglesia, el Evangelio de San Mateo que se leyó, 6, 24-34, uno de los favoritos del propio Aylwin, recordaba: “No se puede servir a Dios y al Dinero”. Hermoso y apropiado.
Ahora debemos convertirlo en acciones concretas. Debemos impulsar los cambios de fondo en los fracasados y abusivos sistemas de AFP e Isapres; en la entrega a las regiones y comunas de nuevas atribuciones y recursos que no destruyan la idea de Patria, tan querida por don Patricio y los DC, a castigar con cárcel efectiva a los delincuentes de cuello y corbata que abusan coludiéndose con el dinero de los propios trabajadores. A terminar con la usura, el individualismo, en definitiva, para cambiar el modelo neoliberal que el Papa Francisco denuncia que no respeta a las personas y al medio ambiente.
Aylwin entró por la puerta ancha a esa pléyade de figuras DC, Frei Montalva, Leighton, Tomic, Castillo, que nos enseñaron la teoría y la práctica del humanismo cristiano revolucionario y democrático.
Con estos líderes en la memoria, junto a muchos chilenos de otras vertientes políticas, lograremos la victoria.