Aunque sin generar la emoción de la primera fiesta por el cese bilateral hace cinco meses, la que se dará hoy es muy importante porque ya sin la perspectiva de una refrendación popular el nuevo acuerdo podrá comenzarse a implementar en las próximas semanas. Y debería conducir a que en seis meses las Farc hayan dejado las armas para convertirse en un partido político.
Hoy en el Teatro Colón, el presidente Juan Manuel Santos y el jefe de las Farc ‘Timochenko’ firmarán el nuevo Acuerdo de Paz. Será el quinto acto para sellar el fin del conflicto armado con esta guerrilla y se espera que sea el definitivo.
El primero, y más celebrado, fue el 23 de junio cuando los mismos personajes pactaron en la Habana el cese del fuego bilateral y definitivo y la dejación de las armas en la Habana en una celebración con varios presidentes a bordo. Ese día, mucha gente salió a las calles a festejar la importancia de que por fin, después de 50 años, se ponía fin a la guerra con la guerrilla más antigua del continente.
Un mes después, el 24 de agosto, Humberto de la Calle e Iván Márquez ‘antefirmaron’ la paz, nuevamente en la Habana y con toda suerte de invitados, en un evento un poco inventado para poder anticipar los tiempos.
El objetivo era lograr convocar el plebiscito para que la verdadera firma se diera pocos días antes de la votación y así impulsarla, y además, para que los guerrilleros pudieran comenzar a preconcentrarse con la certeza de que la ley de amnistía se presentaría de manera inmediata en el Congreso.
Ese cálculo, como se sabe falló. El 26 de septiembre se dio la verdadera firma en Cartagena entre Santos y Timochenko en un gran evento que presumía que ya la paz era irrevocable.
Pero como no lo fue y ese acuerdo fue rechazado, el 13 de noviembre, Iván Márquez y Humberto de la Calle, jefes de las respectivas delegaciones, firmaron el nuevo acuerdo de paz que resultó de incorporar muchas de las propuestas de los promotores del No.
Fue un evento teletransmitido, pero sin invitados, y que buscaba más que todo darle la certeza a las Farc de que ese acuerdo ya sería inmodificable pues después de la dura renegociación faltaba el último paso, y era conseguir el aval de los del No.
Un aval que no llegó porque a pesar de los cambios sustanciales que se le hicieron al Acuerdo, no lograron los dos más simbólicos que requerían los uribistas y los líderes conservadores para demostrarle a sus huestes que habían logrado el mejor acuerdo que prometieron: cárcel por unos años para los líderes guerrilleros y su no elegibilidad política hasta que cumplieran la pena.
Ante el fracaso de este ‘Acuerdo Nacional’ y con la amenaza de los uribistas de que le harán resistencia a la implementación de lo pactado, se llega hoy al quinto evento para marcar el comienzo de la dejación de armas por parte de las Farc.
Será un evento cerrado en el Teatro Colón de Bogotá, sin presidentes a bordo, con tan solo los discursos de Santos y ‘Timochenko’.
Aunque sin generar la emoción de la primera fiesta por el cese bilateral hace cinco meses y un poco desgastada después de tantas firmas, la que se dará hoy es muy importante porque ya sin la perspectiva de una refrendación popular el nuevo acuerdo podrá comenzarse a implementar en las próximas semanas. Y debería conducir a que en seis meses las Farc hayan dejado las armas para convertirse en un partido político.
La pregunta que queda en el ambiente, sin embargo, es qué tan definitiva será la paz que se firme hoy.
Tras el fracaso del acuerdo con los promotores del No, ya el ex presidente Uribe y sus subalternos están discutiendo los diferentes caminos para revocar lo que se pacta hoy, desde promover un referendo hasta una Asamblea Constituyente.
Es probable que ninguna de estas ideas se lleve realmente a la práctica y en todo caso la implementación –como dijo Rafael Ordúz en Hora 20- generará su propia dinámica política de tal manera que en los próximos dos años se puede alterar mucho el paisaje político. Pero las solas propuestas de “resistencia” y el poco ambiente festivo que rodea el evento de hoy indican el tamaño del esfuerzo colectivo que tendrá que hacer este país para que el acuerdo de paz que se firme hoy sea realmente el definitivo.