La sabiduría convencional dice que las relaciones entre colegas no deberían ser demasiado cercanas, pero los manuales tradicionales de recursos humanos se están quedando obsoletos ante la naturaleza cambiante del lugar de trabajo.
Ben Friberg supo que se había encontrado con alguien especial en su nuevo empleo cuando ambos comenzaron a hablar sobre la mitología griega.
Contratado en 2007 en una estación de televisión de noticias en Austin, EE.UU., el fotógrafo estaba con su colega reportera esperando a un entrevistado cuando se pusieron a conversar sobre la película Troya.
«Aún estábamos en la fase de comenzar a conocernos», señala. «Salió a colación el tema de la película y ella señaló las discrepancias con La Ilíada, la historia griega en la que se basó libremente», dice Friberg.
«Recuerdo que pensé que iba a ser un tipo de relación distinta».
Friberg se refiere a su «cónyuge laboral», una pareja importante pero platónica con quien te comprometes y complementas en la oficina.
La sabiduría convencional dice que las relaciones entre colegas no deberían ser demasiado cercanas, pero los manuales tradicionales de recursos humanos se están quedando obsoletos ante la naturaleza cambiante del lugar de trabajo.
En estos días, las relaciones estrechas con nuestros compañeros de oficina frecuentemente son inevitables y crecen las relaciones llamadas de «esposos laborales».
Según encuestas del sitio de asesoramiento sobre temas laborales Vault.com, en el año 2010 30% de los participantes manifestaron tener un «cónyuge laboral».
Para 2013, la cifra había aumentado al 44%.
Pero, ¿en qué se diferencia un cónyuge laboral de una amistad de trabajo y por qué son cada vez más frecuentes?
Dos profesores de Ciencias de la Comunicación, Chad McBride, de la Universidad Creighton de Nebraska (EE.UU.), y Karla Mason Bergen, del «College of Saint Mary», también en Nebraska, se propusieron definir el término al notar que era mencionado cada vez más en la televisión.
Incluso fue usado para describir la relación entre el expresidente de EE.UU. George W. Bush y Condoleezza Rice, su secretaria de estado y consejera nacional de seguridad.
Luego de realizar en 2015 una encuesta por internet con 276 personas, los citados académicos definieron una relación de cónyuge laboral como una «amistad platónica especial con un colega de trabajo, caracterizada por un estrecho vínculo emocional, altos niveles de confidencia y apoyo, y confianza mutua, honestidad, lealtad y respeto».
En otras palabras, la relación es más intensa que otras de amistad en la oficina y comparte algunas características con el matrimonio, pero sin el componente romántico.
Solo dos personas en el sondeo hecho por McBride y Bergen reportaron tener sentimientos románticos o que coqueteaban con su pareja laboral.
Los participantes destacaron que compartían con sus «cónyuges» aspectos similares de sus personalidades, como el sentido del humor o la inteligencia, e indicaron que sentían un alto nivel de confianza y apoyo en sus parejas laborales.
Algunas personas dijeron que esas relaciones mejoraron sus desempeños laborales y las hizo más productivas.
Además, los profesores encontraron que, debido a esa relación especial, las personas consultadas manifestaron divertirse más en la oficina y ser más leales a sus compañías.
Friberg dice que él y su esposa laboral trabajaron tan bien juntos que sus superiores los dejaron dedicarse exclusivamente a hacer reportajes juntos.
«Te ayuda a sacar lo mejor de ti», dice.
El surgimiento de los cónyuges laborales puede ser visto como un síntoma y extensión de los límites cada vez más difusos entre el trabajo y la vida familiar, dice Rick Lash de la oficina en Toronto, Canadá, de la firma asesora en recursos humanos Korn Ferry Hay Group.
Según Lash, la tecnología y la capacidad para trabajar desde casa han hecho que esas distinciones tradicionales sean más borrosas, permitiéndonos llevar más de nuestras vidas personales al trabajo y viceversa.
«Hace cinco años todo el mundo se sentiría mortificado si escuchaban un perro ladrando durante una conferencia telefónica», apunta Lash. «Ahora eso es algo que suaviza la relación».
Lo que cambió en los últimos años, dice Lash, es que la naturaleza del trabajo de oficina se ha vuelto más ambigua y compleja.
Tenemos que trabajar en equipos para resolver los nuevos desafíos. En vez de crear fronteras estrictas entre el trabajo y la vida personal, las compañías están activamente intentando fomentar vínculos, enviándonos a retiros y organizando eventos para que podamos conocernos entre nosotros.
Eso crea más oportunidades para que se desarrollen relaciones de cónyuges laborales y hace que las amistades del trabajo sean más profundas que en las pasadas generaciones, sostiene Lash.
«Con un cónyuge laboral uno puede ser más vulnerable y más abierto con los sentimientos y frustraciones».
Aunque los cónyuges laborales se están volviendo más comunes, muchos se sienten incomodados por el término.
Friberg publica constantemente actualizaciones sobre su «cónyuge» en Facebook, pero ella no lo llama a él un «esposo laboral».
El fotógrafo apunta que su «pareja», ahora presentadora de noticias, está casada y no quiere que los televidentes tengan una idea equivocada sobre su amistad.
Y cerca del 40% de los encuestados en el sondeo de McBride y Bergen dijeron que, si bien tenían cónyuges laborales, no usaban ese título. «Eso refleja la naturaleza tabú del término», dice McBride.
Uno de los problemas es que la idea de un cónyuge laboral no encaja en ninguna categoría clara de relación como familia, colega o amigo, agrega.
Esa ambigüedad puede provocar confusión y molestia, generando roces en la oficina.
Cuando McBride y Bergen estaban en la universidad juntos, la gente se refería a ellos como cónyuges laborales.
«Yo sabía por qué lo decían e igual me caía mal porque ella tiene un esposo que no soy yo».
«Definitivamente yo tengo un esposo de oficina», escribió una de las consultadas en la Encuesta Vault en 2014.
«Es mi compañero de almuerzo, confidente y consejero. ¡Afortunadamente también me he convertido en una buena amiga de su verdadera esposa!»
Si bien McBride dice que en general ese tipo de relaciones pueden ser buenas para las compañías por sus efectos positivos al generar felicidad, productividad y lealtad, también pueden provocar celos en otros empleados y llevar a acusaciones de favoritismo, especialmente si la relación es entre colegas de distintos niveles.
Y también hay otra desventaja: la posibilidad de «divorcios».
Como escribió alguien en la Encuesta Vault de 2015: «Mi pareja laboral acaba de comenzar un nuevo empleo y me siento tan infeliz. Necesito una nueva esposa laboral».
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