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Aguas residuales, el nuevo «oro negro»: la hipótesis de la ONU ante la escasez hídrica Día mundial del agua

Aguas residuales, el nuevo «oro negro»: la hipótesis de la ONU ante la escasez hídrica

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663 millones de personas carecen de un acceso adecuado a fuentes de agua y más de 800 niños menores a cinco años mueren cada día por diarreas vinculadas al agua contaminada, saneamiento y falta de higiene. Según un informe revelado por la Unicef, uno de cada cuatro niños en todo el mundo, vivirá en 2040 en zonas con recursos de agua «extremadamente limitados».


Las ingentes cantidades de aguas residuales domésticas, agrícolas e industriales que producimos y desechamos cada día podrían ser un nuevo «oro negro» frente a la escasez hídrica.

Así lo apunta Naciones Unidas en su informe anual sobre el desarrollo de los recursos hídricos, presentado hoy en Durban (Sudáfrica) con motivo del Día Mundial del Agua, en el que recalca que se trata de un «recurso inestimable» tan importante como el petróleo.

Cerca de un 80 % de las aguas residuales del planeta se vierten al medio ambiente sin haber recibido ningún tratamiento.

Los niveles de tratamiento del agua residual alcanzan el 70 % en los países ricos, una proporción que cae hasta el 38% en los países de renta medio-alta y se reduce al 28 % en los de renta medio-baja. «En los países pobres, solo el 8 % del total de esas aguas recibe algún tipo de tratamiento», añade el informe, que advierte de los crecientes perjuicios a la salud pública y el medio ambiente que esta situación provoca en África, Asia y América Latina.

Las carencias en infraestructuras, capacidad técnica e institucional y financiación explican este déficit de tratamiento en los países más pobres, cuya corrección es vital, según el estudio, para reducir los daños a los ecosistemas y crear una cultura de reutilización del agua que haga frente a la escasez.

Las situaciones más explosivas se viven en las grandes ciudades de los países del Tercer Mundo, que crecen desaforadamente en población y no son capaces de desarrollar unas condiciones mínimas de saneamiento. En estas circunstancias, toda el agua que consumen va a parar sin recibir tratamiento al medio ambiente, comprometiendo numerosos ecosistemas costeros, fluviales y marinos y disparando la transmisión de enfermedades contagiosas entre la gente.

«Debemos disminuir los vertidos e incrementar el tratamiento de las aguas residuales para satisfacer las necesidades ocasionadas por el crecimiento demográfico y la fragilidad de los ecosistemas», señala el presidente de ONU-Agua, Guy Ryder.

«Se trata de gestionar y reciclar cuidadosamente el agua que usamos en nuestros hogares, ciudades, plantas industriales y explotaciones agrarias», agregó Guy Ryder, que recuerda que las cantidades de agua dulce de que disponemos son limitadas y su demanda va en aumento.

La contaminación de este tipo de aguas, debido a los excrementos humanos y animales, afecta a casi un tercio de los cursos fluviales de América Latina, África y Asia, donde 842.000 personas murieron en 2012 debido a la toxicidad del agua.

Parecidos efectos tienen para la naturaleza las aguas mezcladas con disolventes e hidrocarburos y con nutrientes como el nitrógeno, el fósforo y el potasio que resultan de la actividad industrial y minera, así como de la agricultura intensiva. Estas aguas residuales afectan en todo el mundo a unos 245.000 kilómetros cuadrados de ecosistemas de agua dulce, costeros y marinos, una superficie similar a la del Reino Unido.

El regadío es el uso más común de las aguas residuales una vez se han tratado, pero solo unos 50 países las utilizan para tal fin, lo que representa solo un 10% de las tierras cultivadas en todo el mundo.

Otro destino del agua residual tratada es la industria, donde se dedica, principalmente, a hacer funcionar sistemas de calefacción y refrigeración. Se espera que uso crezca en un 50% en los próximos tres años, asegura el informe.

Al contrario que el petróleo, el nuevo «oro negro» también puede emplearse para consumo humano, y se lo beben ya en ciudades como Singapur, San Diego y Windhoek, la capital de la desértica Nambia, que desde 1969 trata sus aguas residuales para aumentar las reservas de agua potable.

Además de fuente alternativa de agua dulce, las aguas residuales son también, gracias a la ciencia, un insospechado proveedor de materias primas.

Las sustancias orgánicas de las aguas fecales pueden dar lugar a biogás, como ya ocurre en Osaka (Japón), que produce cada año 6.500 toneladas de combustibles tratando los lodos de sus alcantarillas. Nutrientes como el fósforo o los nitratos pueden extraerse de las aguas fecales, y se estima que el 22% de la demanda mundial de fósforo puede satisfacerse tratando la orina y los excrementos humanos.

Todos estos avances enseñan el camino trazado por la ONU, que señala a América Latina como caso paradigmático, ya que, a pesar de haber duplicado el tratamiento de aguas residuales desde el finales del siglo pasado, sigue desechando el 70% de las minas.

Asimismo, un informe difundido este miércoles por la Unicef advierte que casi 600 millones de niños, uno de cada cuatro en todo el mundo, vivirá en 2040 en zonas con recursos de agua «extremadamente limitados».

La agencia de la ONU para la Infancia advierte de la amenaza que plantea para los más jóvenes la falta de agua y de cómo el cambio climático está agravando el problema.

«El agua es elemental. Sin ella, nada pueda crecer. Pero alrededor del mundo millones de niños no tienen acceso a agua segura, poniendo en peligro sus vidas, dañando su salud y arriesgando su futuro», dijo en un comunicado el director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake. «Esta crisis solo crecerá a menos que tomemos acciones colectivas ahora», insistió.

El texto destaca que el crecimiento de la población y un mayor consumo y demanda están poniendo más y más presión sobre la disponibilidad de agua, con 36 países donde esa presión es ya «extremadamente alta».

Esa situación se da cuando la demanda es claramente superior al suministro renovable disponible apunta el informe, que señala entre los factores que afectan a la calidad y disponibilidad del agua problemas como el aumento de las temperaturas, el alza del nivel del mar, la pérdida de hielo y las crecientes sequías.

A día de hoy, hasta 663 millones de personas carecen de un acceso adecuado a fuentes de agua y más de 800 niños de menos de cinco años mueren cada día por diarreas vinculadas a agua contaminada, saneamiento y falta de higiene.

La falta de un suministro adecuado, expone a los niños a enfermedades como el cólera y la diarrea, y hace que, en muchos lugares, los menores dediquen varias horas todos los días a la obtención de agua, impidiéndoles por ejemplo ir a la escuela, indicaron desde Unicef.

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