Grupos que monitorean publicaciones de los seguidores más radicales de Trump y el propio FBI sugieren que el ataque al Capitolio el 6 de enero no fue algo espontáneo. Algunas voces incluso insinúan que los asaltantes tuvieron ayuda de congresistas republicanos.
Por un lado tienen que planear y adoptar todas las medidas de protección posibles para garantizar una ceremonia de investidura sin sobresaltos para Joe Biden el próximo 20 de enero.
Al tiempo, investigan los sucesos del pasado 6 de enero, cuando cientos de seguidores de Donald Trump irrumpieron con violencia en el Capitolio después de haber asistido a una marcha en la que el propio presidente los alentó a pelear en protesta por el resultado de las elecciones.
Los disturbios causaron cinco muertos y múltiples heridos, y hasta este fin de semana se habían realizado más de 100 detenciones.
Más allá de identificar y arrestar a los participantes en el asalto, el Departamento de Justicia, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y otras agencias investigan si hubo una planificación previa del ataque y quiénes fueron los organizadores.
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A esto se le suma la acusación de un grupo de congresistas demócratas que sospechan que los asaltantes pudieron haber contado con el apoyo de algunos de sus colegas de la bancada republicana.
Varias agencias federales trabajan en una investigación a fondo de los sucesos del día 6 liderada por la oficina del FBI en Washington DC y el Departamento de Justicia y de la que se van conociendo más detalles a medida que pasan los días.
Este viernes, el fiscal interino de EE.UU. para el Distrito de Columbia, Michael Sherwin, reveló que la investigación apunta a que el objetivo de la turba era «secuestrar y asesinar a legisladores».
El hecho de que muchos de los violentos seguidores de Trump llevaran esposas y amarres de plástico para inmovilizar a alguien apunta en esa dirección.
El diario The Washington Post informó que un grupo de asaltantes llegó muy cerca de la oficina del vicepresidente Mike Pence, apenas un minuto después de que las fuerzas de seguridad lo hubieran trasladado a un lugar seguro.
No fue el único que estuvo cerca del peligro.
Otros congresistas evitaron el encuentro directo con los atacantes por pocos minutos, lo que ha hecho que sean cada vez más las voces que cuestionan el funcionamiento de las medidas de seguridad, en concreto el papel jugado por la Policía del Capitolio.
En este sentido, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, anunció también este viernes la apertura de otra investigación centrada en la seguridad del Capitolio que estará en manos del general retirado Russel Honoré.
Para organizaciones que monitorean las actividades de grupos radicales y de extrema derecha en internet, la violencia del pasado 6 de enero no fue una sorpresa y las autoridades debían haber estado mejor preparadas.
SITE International Group, una firma especializada en suministrar información a gobiernos e instituciones mundiales sobre amenazas terroristas o de grupos extremistas, publicó un exhaustivo artículo sobre los indicios que existían de una posible revuelta.
«Muchos todavía no entienden lo abiertamente que se planificó la revuelta del Capitolio. Llegó después de un mes de estrategias e incitaciones rampantes a ‘atacar y ocupar’ el Congreso y secuestrar/arrestar a legisladores», escribió en Twitter Rita Katz, directora de SITE.
Grupos como la Coalición para una Internet más Segura, Advance Democracy o Alethea también alertaron, antes del día 6, sobre las conversaciones que tenían lugar online de cara a la marcha en Washington DC.
El intercambio de mensajes se producía en plataformas frecuentadas por seguidores de Trump como TheDonald.win o Parler, pero también en redes de uso más extendido como Facebook o Twitter, donde etiquetas como #StormTheCapitol («Ataquemos el Capitolio») o #StopTheSteal («Detengan el robo») animaban a la movilización.
Hay quien dice que la planificación previa le quita responsabilidad a Trump por lo que dijo en el discurso del día 6, a lo que otras personas responden que fue el propio presidente el que alentó esos preparativos al invitar a sus seguidores a acudir al mitin con estas palabras: «¡Estén allí! ¡Será salvaje!».
«Los partidarios interpretaron ese ‘será salvaje’ como que les daba vía libre», tuiteó Katz, que en una conversación entre seguidores de Trump leyó el siguiente comentario: «Trump no puede decirte abiertamente que te rebeles… Esto es lo más cerca que puede llegar».
Otro de los giros sorprendentes de la semana ha sido la sospechas expresads por algunos congresistas demócratas que insinúan que los partidarios de Trump tuvieron apoyo dentro del Congreso.
La alerta más llamativa la planteó la demócrata por Nueva Jersey Mikie Sherrill, que difundió un video en el que contó que el día 5, víspera de la violenta jornada, vio varias personas dentro del Capitolio en visitas guiadas que describió como «giras de reconocimiento» para el día siguiente.
En este sentido, Sherrill y una treintena de congresistas demócratas firmaron una carta dirigida a los responsables de seguridad del Capitolio en la que exigen que se investigue ese detalle.
El documento señala que algunos de los firmantes «fueron testigos de un gran número de grupos externos en el complejo del Capitolio el 5 de enero».
Los congresistas recuerdan que debido a la pandemia las visitas del público al Capitolio han sido canceladas y por tanto solo miembros del Congreso (legisladores u otros miembros del personal) podrían haber facilitado el acceso a ese grupo de personas.
«Miembros del grupo que atacó el Capitolio parecen haber tenido un conocimiento inusualmente detallado del plano del complejo del Capitolio. La presencia de estos grupos en el Capitolio el día anterior es sin duda sospechosa», apuntan los congresistas demócratas en la carta.
Otros observadores se han sorprendido también por la aparente facilidad con la que algunos de los asaltantes se movían dentro del Capitolio para lo laberíntico que es.
La posible implicación de congresistas republicanos, de quienes no se ha hecho público ningún nombre, ha suscitado estupor y preocupación, pero también algunas reacciones de incredulidad y rechazo.
El republicano Vern Buchanan, congresista por Florida, opina que la acusación es «difícil de creer».
«Las alegaciones de la congresista Sherrill de una conspiración criminal por miembros del Congreso sin identificar es sorprendente y difícil de creer», dijo.
«Si tiene pruebas de que un miembro del Congreso realizó visitas de reconocimiento para ayudar a los alborotadores a planear el ataque de la semana pasada, las tiene que revelar de inmediato. No vi nada de eso cuando estuve en el edificio esa semana y me sorprendería mucho saber que es verdad».
Ante una pregunta de la prensa al respecto, Pelosi fue clara y subrayó dos palabras: verdad y confianza.
«Tenemos que confiar en los colegas, todos hicimos el mismo juramento de defender y proteger la Constitución de cualquier enemigo extranjero o interno», dijo la líder demócrata con la mano derecha haciendo el gesto del juramento.
«No obstante, hay que investigar. Si se demuestra que hubo cómplices que instigaron y secundaron [el ataque], habrá que tomar medidas que irán más allá del Congreso, habrá que procesarlos».
El FBI ha eludido pronunciarse sobre si se están investigando estas alarmantes acusaciones, de las que no se han aportado pruebas concluyentes.
BBC Mundo contactó tanto con la Policía del Capitolio como con la oficina del FBI en Washington DC. Los respectivos portavoces dijeron que no pueden dar detalles.
Dos de los testimonios que más eco han tenido estos días y que muestran la desconfianza entre algunos demócratas y republicanos han sido los de Alexandria Ocasio-Cortez (Nueva York) y Ayanna Pressley (Alabama).
Ambas congresistas han relatado que en el momento de refugiarse durante el ataque prefirieron no estar junto al resto de legisladores por si sus colegas republicanos las entregaban a los asaltantes