Los bolsonaristas, vestidos con camisas y banderas verdes y amarilla, los colores de Brasil, sostenían pancartas en las que pedían la destitución de los magistrados del Supremo e incluso una intervención militar. “O el jefe de ese poder encuadra a los suyos o ese poder puede sufrir aquello que nosotros no queremos”, dijo Bolsonaro ante la multitud. La prensa brasileña ha cubierto esta jornada con tono crítico. Globo destaca que “Bolsonaro hace amenaza de golpe al STF (Supremo Tribunal Federal)”, en una jornada donde los opositores también se movilizan bajo la consigna “Fuera Bolsonaro”, condenando entre otros el negacionismo y el “genocidio” del presidente durante la pandemia.
El día en que se celebra el Día de la Independencia, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, encabezó este martes una multitudinaria manifestación convocada en defensa de la «libertad» en la que proliferaron amenazas al Tribunal Supremo y demandas con tintes antidemocráticos.
De hecho, la prensa brasileña ha cubierto esta jornada con tono crítico. “Amenaza golpista” titula Folha, mientras Globo destaca que “Bolsonaro hace amenaza de golpe al STF (Supremo Tribunal Federal)”, en una jornada donde los opositores también se movilizan bajo la consigna Fuera Bolsonaro, condenando el «negacionismo» del presidente durante la pandemia, el alto costo de la vida las amenazas de golpe actuales.
En Brasilia, el mandatario sobrevoló en helicóptero, acompañado de algunos ministros, la región donde se concentraban miles de manifestantes en Brasilia, y posteriormente se desplazó en coche por la Explanada de los Ministerios, avenida donde se concentran las sedes de los tres poderes.
Los participantes, vestidos con camisas y banderas verdes y amarilla, los colores de Brasil, sostenían pancartas en las que pedían, entre otros asuntos, la destitución de los magistrados del Supremo e incluso una intervención militar.
«No podemos aceptar más prisiones políticas en nuestro Brasil. O el jefe de ese poder encuadra a los suyos o ese poder puede sufrir aquello que nosotros no queremos», afirmó el mandatario ante sus seguidores, sin especificar exactamente las supuestas represalias.
«No queremos pelear con ningún poder, pero no podemos admitir que una persona turbe nuestra democracia y ponga en riesgo nuestra libertad», agregó en una referencia velada al magistrado Alexandre de Moraes, con el que se ha enfrentado en el marco de un grave conflicto institucional, luego que el Tribunal Supremo quien ha abierto una investigación contra el mandatario sobre difusión de noticias falsas y amenazas a la democracia que ya ha llevado a la cárcel a numerosos activistas de ultraderecha.
Además de Brasilia, Bolsonaro tiene previsto desplazarse esta tarde a Sao Paulo, donde se espera otra de las protestas más multitudinarias.
En Río de Janeiro, a lo largo de la playa de Copacabana, filas de camiones envueltos en banderas brasileñas permanecían estacionados a lo largo de la explanada tocando las bocinas, mientras ciclistas vestidos de amarillo avanzaban gritando.
«Estoy aquí porque soy brasileño y como cristiano. Hoy tenemos un presidente que cree en Dios y en la familia», dijo Claudio Mattos, de 44 años, quien se declaró como un oficial de policía militar fuera de servicio, informa la agencia Reuters
El apoyo de larga data a Bolsonaro entre las bases policiales y militares ha contribuido a la preocupación de que los oficiales uniformados puedan participar en manifestaciones o no contener posibles excesos. Los críticos temen que el presidente esté alentando a los partidarios hasta el punto de que podrían intentar invadir la sede del STF.
El ataque a las instituciones, con las que Bolsonaro se ha enfrentado en los últimos meses, fue de una de las banderas de las manifestaciones, la cuales fueron convocadas por el propio presidente en defensa de la «libertad» y los valores conservadores.
Las manifestación de Brasilia contó con algunos momentos de tensión después de que un grupo de manifestantes intentó traspasar una barrera policial, lo que obligó a los agentes a lanzar bombas de gas lacrimógeno para dispersar el grupo.
Las protestas de este martes se producen en medio de las crecientes tensiones políticas y sociales en Brasil, agudizadas ahora por la desconfianza sembrada por Bolsonaro en el sistema electrónico de votación que Brasil adoptó en 1996, que desde entonces no ha sido objeto de una sola denuncia de fraude, pero que según el mandatario propicia las trampas.
Además, coinciden con la caída en picada de la aprobación del mandatario, que llega hoy a un escaso 25 % de los brasileños, acentuada por la crisis económica y sanitaria que azota el país.