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Democracia en alerta: exasesor estrella de Trump aconseja a Bolsonaro que no acepte triunfo de Lula «hasta auditar urnas» MUNDO

Democracia en alerta: exasesor estrella de Trump aconseja a Bolsonaro que no acepte triunfo de Lula «hasta auditar urnas»

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«No es posible que el resultado de las urnas electrónicas sea correcto, es preciso auditar urna por urna, aunque esto demore seis meses, en ese período el presidente no debería aceptar salir», aconsejó publicista condenado hace unos días en Estados Unidos por desacato y quien orientó la actual campaña electoral —y la de 2018— de Jair Bolsonaro —quien se pronunciaría esta noche sobre el resultado de las elecciones— . Steve Bannon no precisó si se comunicó efectivamente con el actual mandatario brasileño o su hijo —el diputado Eduardo Bolsonaro, con quien el estadounidense tiene una cercana relación política—, pero señaló: «Estoy seguro de que ellos están escuchando mi voz».


El exasesor estrella del expresidente de Estados Unidos Donald Trump, Steve Bannon, abordó las elecciones en Brasil, llamando al actual mandatario Jair Bolsonaro a desconocer la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en el balotaje disputado este domingo. El actual mandatario brasileño se ha mantenido en silencio por al menos 16 horas, aunque se estima que se dirija a los brasileños esta tarde.

«No es posible que el resultado de las urnas electrónicas sea correcto, es preciso auditar urna por urna, aunque esto demore seis meses, en ese período el presidente (Bolsonaro) no debería aceptar salir» del Gobierno, planteó Bannon, según consignó la agencia Folhapress.

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El publicista de ultraderecha no precisó si habló con Jair Bolsonaro o su hijo —el diputado Eduardo Bolsonaro—, pero señaló: «Estoy seguro de que ellos están escuchando mi voz».

Cabe mencionar que Bannon fue condenado a cuatro meses de prisión por negarse a cooperar con los legisladores que investigan el asalto del Capitolio de Estados Unidos.

Bannon fue asesor de Trump y entregó orientaciones para la campaña electoral de Bolsonaro en 2018, cuando inició una relación política con Eduardo Bolsonaro, llevando al poder a la ultraderecha brasileña a través del voto, por primera vez.

También por primera vez, al menos desde que en 1996 se adoptó la reelección por solo un período consecutivo en Brasil, un gobernante en ejercicio del poder fracasa en su intento de mantenerlo.

Lula, de 77 años y candidato de un frente progresista, se impuso con un muy ajustado 50,9 % en la segunda vuelta de las elecciones, en tanto que Bolsonaro recibió un muy importante apoyo, del 49,1 %, que augura una feroz oposición para el presidente electo a partir del 1 de enero, cuando asumirá el cargo.

Con Bolsonaro, de 67 años, pierde también la ultraderecha global, que había apoyado al capitán de la reserva del Ejército en unas elecciones que, según el estadounidense Steve Bannon, eran las «más importantes, intensas y dramáticas del siglo XXI» para ese movimiento.

Cabe mencionar que Bolsonaro rompería su silencio sobre el resultado de las elecciones presidenciales del país este lunes por la tarde, según dijo el jefe interino de un partido aliado, más de 16 horas después de que perdiera ante su adversario Luiz Inácio Lula da Silva.

«En principio, quieren que lea un texto, pero el formato aún no está definido», dijo Claudio Cajado, quien señaló que tampoco es seguro que Bolsonaro reconozca públicamente su derrota.

¿Un «Trump tropical» o un «Chávez de derecha»?

Su estilo autoritario y cuartelero, así como su convicción de que «uno manda y otros obedecen», causaron polémicas desde el inicio del Gobierno de quienes muchos calificaron de «Donald Trump tropical» y otros consideraron que era más bien un «Hugo Chávez de derecha».

Tras llegar al poder en 2018, con escasa capacidad de diálogo, Bolsonaro vio cómo partidos de centro y centroderecha que le habían apoyado se alejaban y se arropó sobre todo con pastores evangélicos, policías y militares, que pasaron a ocupar buena parte de la estructura del Ejecutivo.

La popularidad con que había asumido el Gobierno, cercana al 50 % en enero de 2019, comenzó a esfumarse durante su primer año de gestión, en el que apostó en el conflicto permanente que agrada a los más radicales de sus seguidores.

El principio del fin comenzó a llegar junto con la pandemia de covid-19, que al día de hoy ha matado a casi 690.000 brasileños y cuya gravedad Bolsonaro siempre minimizó, al punto de calificar al virus de «gripecita».

Se opuso a todas las medidas posibles de prevención y entró en rumbo de colisión con los gobernadores y alcaldes que las adoptaron, así como con la Corte Suprema, que avaló las restricciones que la pandemia imponía.

Bolsonaro puso en duda la eficacia de las vacunas y se ufana de no haberla tomado, con polémicos argumentos, como que podrían convertir a las personas en «yacarés».

En plena crisis sanitaria, animó a sus seguidores a manifestarse contra los otros poderes de la Nación y llegó a encabezar actos a las puertas de los cuarteles en los que se pedía una «intervención militar» para «clausurar» el Congreso y la Corte Suprema.

La cruzada contra «el sistema»

Las Fuerzas Armadas no le apoyaron y Bolsonaro apostó en una dura cruzada contra las urnas electrónicas, adoptadas por Brasil en 1996 y que en ninguna de las elecciones celebradas desde entonces fueron objeto de una sola denuncia de fraude.

Aun así, al mismo tiempo en que Lula crecía y se consolidaba en las encuestas, Bolsonaro mantuvo el pulso con el Tribunal Superior Electoral (TSE), aunque ni siquiera el Partido Liberal, que le postuló a la reelección, respaldó sus denuncias contra «el sistema».

Bolsonaro había dicho que, si perdía, se retiraría a «a pescar» en Río de Janeiro, pero adelantó que en su bote tendrá siempre un teléfono para seguir guiando a su base política, un movimiento que, según ha admitido Lula, ha llegado «para quedarse».

Entre los herederos políticos de Bolsonaro, figuran dos de sus hijos, uno diputado y otro senador, y una decena de exministros de su Gobierno que en estas elecciones han conseguido escaños en el Parlamento para la próxima legislatura.

También Tarcísio Gomes de Freitas, elegido este domingo como nuevo gobernador de Sao Paulo, el estado más poblado y desarrollado del país, que pasa a ser el principal reducto bolsonarista después de estas elecciones y desde el que la ultraderecha deberá crear una estructura que hoy no tiene.

La duda más inmediata tras las elecciones de este domingo es si Bolsonaro, que seguirá en el poder hasta el 1 de enero, facilitará la transición, un proceso que debería comenzar este mismo lunes.

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