Hay celulares con whatsapps muy entretenidos, seguro, en cambio con los míos me aburro un poco, aparte que se van borrando si uno no aprieta unos botoncitos. Los whatsapps de Chadwick deben estar sabrosos aunque no tanto como los de los hermanos Jalaff, en todo caso él está dedicado a sus labores académicas y eso hay que respetarlo.
Dejemos que las instituciones funcionen. Hay que dejar que las fiscalías funcionen y sobre todo hay que dejar que los Chadwick funcionen. Yo diría que hasta ahora han funcionado admirablemente.
Mientras mi mente vaga sin rumbo por estas altas cumbres del pensamiento occidental dudo entre si a la hora de almuerzo poner al horno un trozo de congrio dorado que le compraría a unos peruanos, ellos son ahora los que controlan las pescaderías en el Mercado Central, o encargar una sopa turbia al coreano Sukine, allí cocinan bien en la gama media.
Hay que dejar que los migrantes funcionen. Fui migrante catorce años en Barcelona y los catalanes y catalanas me dejaban funcionar, les debo mucho, aprendí ene, aunque cada cierto tiempo alguien me llamaba sudaca, y a mi alrededor se hacía un silencio raro mientras yo me extraía poco a poco del torso el estoque discriminatorio.
Cerca de mi casa barcelonesa, en un departamento parecido al nuestro en la Rambla de Prat, de esos pisos largos, antiguos, con balcones en hierro forjado y puertas enormes, vivía un argentino de aspecto compacto y moreno, a veces conversábamos y me decía él con su acento característico:
––Che, yo soy una isla ambulante… voy por la calle, subo al metro, llego al laburo… y todos se me apartan, avanzo rodeado de vacío…
Creo que la señora lo había sacado del dormitorio conyugal o él mismo se había exiliado, el caso es que alojaba en una guarida en la terraza de su departamento, al fondo, desde mi propia terraza lo veía entrar y salir. Cuando cayó la dictadura argentina nos saludamos con grandes gestos de terraza a terraza.
En Barcelona nos trataban bien pero nos dejaban fuera, eso es verdad, siempre hay discriminación, creo que es un impulso tribal y natural de las personas, de las comunidades. Yo no era de allí, y me sentía también, como mi vecino, una isla ambulante. No hay que dejar que las humillaciones funcionen, y por eso al final preferí volverme a esta cosa.
Me preocupan tanto los chats de Maduro, de Hermosilla, de Zelenski, de Tonka, de la famila Chadwick, de los fiscales, de las juezas… en realidad me dan lo mismo. A mí que me importa.
Al final el hermosillismo es un movimiento de abogados aspiracionales y emprendedores en busca de su parte del botín, son familias que han vivido mucho en la gama baja y quieren ahora vivir en la gama alta y roer lo que no han roído por generaciones. Si ha habido allí sobornos, chantajes, tráfico de influencias, evasión tributaria, pagos ocultos, amenazas mafiosas, fraude al fisco y cosas así, es por los mismos nervios de ese tipo de emprendimiento.
Cómo explicarles que en lo de la gama no hay para tanto, simplemente nacemos, nos alimentamos, evacuamos, respiramos, sufrimos, gozamos, trabajamos, nos cansamos, amamos, nos aman, somos abandonados, nos aburrimos, envejecemos, nos enfermamos y morimos… siempre es mejor en gama alta, eso es verdad y no es lo que estaba argumentando recién pero uno no puede estar de acuerdo con todo lo que piensa.
- Esta opinión fue publicada originalmente en el Facebook de Juan Guillermo Tejeda
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