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El viejo de Dominicana

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Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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El primer país de América tiene un candidato que casi nació en el siglo XIX.


[desde Santo Domingo, República Dominicana]



El diario El Listín de Santo Domingo (República Dominicana) titula que Joaquín Balaguer, próximo a cumplir los 95 años, promete que «gobernará con las nuevas generaciones». En la foto, un grupo de jovencitas de bien le besan la mano al líder ciego y semi paralítico. En mayo son las elecciones en República Dominicana y las imágenes son irreales. Balaguer aparece en una concentración en San Cristóbal apenas sostenido por sus adláteres que flamean banderas rojas del Partido Reformista Social Cristiano, la derecha del país caribeño, los herederos del dictador Trujillo y del propio Balaguer, que ha gobernado 24 años. Parece una marioneta en el pequeño escenario rojo, donde en una pequeña ventana se avista al líder. Nos recuerda a Franklin Délano Roosevelt, el Presidente norteamericano de la recesión y la Segunda Guerra, paralítico, de quien jamás se publicó una foto en que le ayudaban a subir y bajarse del auto.



Con todo, los dominicanos de derechas e izquierdas hablan con cierta devoción de Balaguer, admirando su astucia y lucidez. Dicen que, a diferencia del otro líder y escritor nonagenario, Juan Bosch, quien se conserva bien físicamente pero con demencia senil, Balaguer es un débil cuerpo con una lucidez total.



Hace sólo seis años cuando le robaron el triunfo al líder negro y socialdemócrata del PRD, Juan Francisco Peña Gómez, el «Viejo» se las arregló para terminar con las protestas populares aceptando reducir su mandato a dos años y seguir en el poder. Peña murió, como han muerto la mayoría de los enemigos políticos de Balaguer; él sigue conspirando.



El actual gobierno de centro izquierda liberal, de los ex marxistas intelectuales del PLD, abren el país a la globalización y la economía crece como pocas de América, a pesar de la corrupción, los malos servicios, que tienen su expresión paradigmática en los basurales y apagones que afectan la vida cotidiana de los dominicanos. Pero Balaguer discursea y promete, una vez más, volver para luchar contra la pobreza y fustiga la ingenuidad de la globalización si no se protejen los «intereses de la industria dominicana»: unos cuantos ricachones acostumbrados a monopolios y prebendas de un estado débil y corrupto.



El doctor en sociología José Oviedo escribe que la cultura política es la desinstitucionalización y la lucha frenética por un líder que resuelva todo, que genere esperanza por la vía del populismo y devuelva favores electorales de la mano del clientelismo. Así se busca «al jefe», desde la época de Trujillo, donde en la exacerbación del caudillismo, el centralismo y el presidencialismo, todo pasaba por estar cerca «del jefe».



Por eso Balaguer promete que nombrará sólo mujeres en las 30 insignificantes gobernaciones, ya que todo el poder está en los ministerios centrales y sus múltiples secretarías. Gana votos el señor. A fines de enero, las encuestas daban al candidato socialdemócrata Hipólito Mejía un 45%, a Danilo Medina, del gobernante PLD, un 28% y a Balaguer un 22%. Pero recién en febrero el viejo comenzó a recorrer la isla, fustigar, prometer. Dicen que aspira a ser Presidente logrando el segundo lugar en la primera vuelta, para así con el apoyo de sus ex enemigos del PLD lograr el triunfo en la segunda vuelta. Balaguer apoyó al actual presidente del PLD, Leonel Fernández,, contra Peña Gómez en la elección del 96.



El primer país de América tiene un candidato que casi nació en el siglo XIX, estando ahora ya en el tercer milenio, sin las instituciones mínimas que los países del cono sur establecieron hace mucho. La corrupción es el flagelo que se cuela por todas partes en un sistema donde hay discrecionalidad presupuestaria del Ejecutivo, en que no hay obligatoriedad de licitar nada, en que no se implementa carrera funcionaria ni en el Estado ni el municipio, donde la Contraloría independiente y eficaz es una arbur.



Mario Vargas Llosa ha estado investigando y escribiendo en Santo Domingo para hacer una novela del «Chivo», como le decían a Trujillo por su bigotito a lo Hitler. Aún se espera la gran novela de Balaguer, para hablar de su soltería y sus pasiones por las campesinas -dicen las malas lenguas-, de sus intrigas y su participación supuesta en el asesinato de las hermanas Miraval en los años 60, de su relación con los norteamericanos. No es posible aún: Balaguer se niega a decaer y la historia la sigue construyendo en la isla donde todo parece posible.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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