Una de las cosas que ha desprestigiado a la actividad política, ha sido esa imagen respecto a que se trata de una labor fría y calculadora, donde todos corren en una carrera desenfrenada por captar votos y alcanzar una relativa cuota de poder, mientras los intereses y problemas cotidianos de las personas no parecieran ser considerados o únicamente son parte de algún discurso demagógico.
No obstante esa lamentable impresión que muchos tienen, siempre he considerado a la política como una opción noble, de entrega y servicio a los demás, donde he privilegiado las emociones, los equipos, la sensibilidad social y una preocupación auténtica frente a las necesidades de la gente.
La política y la amistad, la política y las emociones, van siempre de la mano en la gestión de quienes ejercemos tal tarea con amor, con pasión y con el empeño de sintonizar nuestras prioridades con lo que efectivamente es más urgente, más justo, más beneficioso para la comunidad y que persigue el fortalecimiento del Bien Común.
Tengo la convicción que, a pesar de algunos que pueden esconder otros intereses ajenos a una sana vocación, muchos de los que abrazamos la causa idealista de difundir sólidos ideales y principios, de concretar un proyecto de gobierno y de vida, nos movemos principalmente por valores como la amistad, la solidaridad y la fraternidad humana.
Muchas veces resulta difícil hablar de estos aspectos y recoger lo positivo que encierran, mientras ciertos personajes se encargan de desprestigiar nuestra actividad mediante malos ejemplos o actos distantes de la ética, pero puedo asegurar que una mayoría, a veces silenciosa, se basa en sentimientos, anhelos de una sociedad mejor, sueños de progreso y superación de la pobreza, y que esa causa, esa emoción, ese sentir está presente en cada uno de nosotros antes de una acción, una idea, una iniciativa, un aporte al país.
Lo anterior podemos percibirlo y ratificarlo, cuando se aúnan criterios, se forman equipos, se establecen confianzas y cariños, orientados al prójimo —donde muchas veces ni siquiera importa si se pertenece a un mismo partido político o alianza para, con una unidad férrea, sacar adelante un proyecto que tiene un fin superior.
* Lily Pérez es diputada.