El informe del PNUD y la desigualdad territorial en Chile
El informe sobre calidad de vida en las comunas de Chile dado a conocer la semana pasada por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) ratifica la enorme desigualdad en el país y su dramático rostro territorial. Mientras la Región Metropolitana muestra los mejores indicadores y, al interior de la misma, las cinco comunas de mayores ingresos, la pobreza persiste en las comunas de bajos ingresos y las regiones pobres sobre todo del centro sur.
El PNUD colabora en esta dirección con la petición de cuentas, indicadores y rankings que contribuyen a evaluar críticamente el modelo en sus fases concentradores, excluyentes y centralistas. Hay causas estructurales en el fondo; Santiago concentra el 80% de los nuevos empleos industriales, se comete la barbaridad de querer incluso levantar la restricción al crecimiento de industrias al interior del anillo Américo Vespucio, lo que, sumado al Plan Chacabuco, termina por eliminar todo desincentivo a la localización de empresas sobreconcentradas en un territorio. A su vez, la falta de gobiernos regionales electos, con recursos propios, la dispersión de las agencias sociales y la desigualdad en el financiamiento de los gobiernos locales, no contribuyen a modificar esta tendencia.
El esfuerzo redistributivo de los recursos públicos y de una mayor focalización del gasto y programas urge como tarea nacional. En dicho sentido, cobra toda su trascendencia el lograr un gran consenso nacional para apoyar el proyecto de modificación a la ley de rentas que busca aumentar los recursos de los municipios propios y producir una mayor solidaridad de las municipalidades ricas hacia las más carenciadas. Más allá de campañas específicas de valor para movilizar recursos hacia zonas pobres, se necesita consistencia para dotarlas estructuralmente de mayores recursos, como lo ha expresado el Presidente de la República y el Subsecretario de Desarrollo Regional, Francisco Vidal.
Igualmente, se deben fortalecer los programas de desarrollo de las comunas rurales e indígenas, donde se concentra la pobreza. Al esfuerzo de mayor coordinación entre los programas que el Gobierno ha venido desarrollando con instrumentos como el Pro-Rural, urge sumar la creación de las Direcciones de Desarrollo Económico-Social de cada gobierno regional, que aglutine los esfuerzos de INDAP, SENCE, CORFO, SERCOTEC, FOSIS y otras agencias centrales, las que permitan intervenciones de más largo plazo, mejor coordinadas y focalizadas, con clara responsabilidad regional en el diseño e implementación de las políticas. La descentralización es un arma del desarrollo. Hay que reconocer que sólo intervenciones centrales no son capaces de modificar la pobreza de comunidades locales con municipios que sólo logran pagar los servicios básicos.
No toda la responsabilidad es estructural. Hay municipios innovadores con política social y de desarrollo económico que muestran lugares avanzados a pesar de tener una alta concentración poblacional y recursos municipales per cápita bajos. Así, por ejemplo, observamos en las 50 comunas de avanzada los casos de Machalí, Rancagua, San Joaquín, Villa Alemana, Maipú, entre otros.
Descentralización, incentivos al desarrollo de inversiones en regionales, mejores prácticas de gestión municipal, mayor coordinación y focalización de programas sociales, redistribución de los recursos municipales, son claves para lograr una mayor equidad territorial.
Por cierto, queda pendiente el auscultar otros indicadores, como los niveles de stress, delincuencia, contaminación, áreas verdes por habitante, tiempo libre, que probablemente dibujarían un ranking más equilibrado. Pero ello no puede negar la verdad del informe PNUD, en ingresos, salud y educación las brechas de Chile son una interpelación a reformas e innovación con urgencia.
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