«Sabemos que la presión de grupos económicos es brutal para la aprobación del proyecto Alumysa. Sabemos de la visión cortoplacista y carente, por ende, de trascendencia que nos caracteriza como país. Pero como el propio Presidente de la República lo ha dicho tantas veces, esperamos que las instituciones funcionen. Y que funcionen por bien el bien del Chile de hoy, pero, también, por el Chile del mañana».
Pudiera parecer antojadizo o producto de una tozudez mental plantear así las cosas, pero cada vez aparece más clara la grave situación para un emergente sector productivo de la Región Patagónica como es la salmonicultura y un ordenado sector pesquero artesanal frente al mega proyecto de aluminio cuyo titular es la multinacional Noranda y su proyecto Alumysa. Quizás si por los montos involucrados en el proyecto, desecharlo como una alternativa no viable sea una decisión que nuestra realidad de país tercermundista no está en condiciones de tomar, pero sí es factible buscar una ubicación geográfica en la cual, realmente, se minimicen sus impactos, cosa que en la Bahía de Puerto Chacabuco no es imposible.
La actividad pesquera o mejor dicho, el centro neurálgico de la actividad pesquera y acuícola de la XI Región, está en los canales de Aysén y las plantas procesadoras de los productos del mar, en Puerto Chacabuco. Lo que genera, aproximadamente, 3.000 puestos de trabajo directos. Las proyecciones hacia el año 2010, llegan a siete veces esta cifra, si se consideran la pesca artesanal, la salmonicultura y las Industrias asociadas. En inversiones, también hacia el 2010, se proyecta la inyección, solo en el sector salmonícola, de aproximadamente 900 millones de dólares y retornos por exportaciones de cerca de 1.260 millones de dólares.
El proyecto Alumysa pretende instalarse en la bahía de Puerto Chacabuco, prácticamente a pocos metros de algunos centros de cultivo de salmones, con una «carretera» de acceso constituida por el fiordo de Aysén. Proyecta producir 440 mil toneladas al año, constituyéndose en la segunda planta productora de aluminio del mundo. Además de la planta reductora -cuya materia prima (1.200.000 toneladas al año) será traída de otros países en barcos-, el proyecto incluye la construcción de tres centrales hidroeléctricas, las cuales inundarán una superficie superior a las 10.100 hectáreas (Ralco inunda 3.400 hectáreas), y la construcción de un puerto con capacidad de movimiento similar al de Iquique.
Alumysa proyecta una inversión de 2.750 millones de dólares en un lapso de cinco años. Durante la etapa de construcción, en el momento de mayor demanda, requerirá de 8.000 trabajadores y una vez en funcionamiento dará empleo a, aproximadamente, 800 operarios altamente tecnificados.
Problemas que generará el proyecto:
Emisiones: En régimen normal, el complejo emitirá 300 toneladas al año de fluoruros y una tremenda cantidad de material particulado (PM 10), equivalente a lo que produce todo el sector industrial de la Región Metropolitana. También emitirá, entre otros, SO2 hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH).
Efectos de los contaminantes:
Hay efectos primarios (a los seres humanos) y secundarios (al medioambiente).
Los fluoruros tienen graves efectos sobre la vegetación y los animales, lo que ha sido comprobado en todas las plantas de aluminio que existen en el mundo.
En seres humanos, exposiciones a flúor tiene una gama de efectos dentro de los cuales están irritaciones severas de membranas internas, pérdida de peso, anemia, fluorosis, osteoporosis, daño a los ligamentos, etc.
En medios acuáticos, niveles de flúor superiores a 0,2 mg/litro, es una sentencia de muerte para los peces, particularmente de los salmones.
Impacto de las emisiones de Alumysa en la Bahía de Puerto Chacabuco:
A nivel primario, las emisiones de PM 10 y anhídrido sulfuroso (SO2), probablemente, son los contaminantes de mayor importancia, especialmente en períodos de bajas temperaturas, ausencia de viento en que la inversión térmica prácticamente está a nivel del suelo. En estas condiciones los cuadros respiratorios en niños, mujeres embarazadas y tercera edad pueden adquirir niveles de extrema gravedad.
A nivel secundario, los daños sobre la flora (lluvia ácida) y fauna pueden ser en un amplio radio geográfico, graves, pero a este nivel, el daño a los salmones puede ser el más grave, prácticamente incompatible con la vida de éstos, y por ende de la actividad en un amplio radio medido a partir de la planta de Aluminio en medio de la bahía de Puerto Chacabuco.
La salinidad del agua en el fiordo de Aysén, y particularmente en la bahía de Puerto Chacabuco, es bajísima, por lo tanto, lo que normalmente ocurre con el flúor en un ambiente salino normal como es en mar abierto, en agua prácticamente dulce como la de Chacabuco, no ocurre. Adicional a esto, la desvalorización de la denominación de origen «Aysén», para los productos alimenticios provenientes de la Región, puede ser una pérdida grave en imagen de cara al comercio exportador. Cabe recordar que el principal producto de la pesca, tanto industrial como artesanal de Aysén, la merluza austral, se exporta casi en un 100%. Lo mismo que ocurre con la producción de salmones.
Cabe señalar, además, que quedará un saldo enorme de basura que resulta de un cálculo muy simple: entran 1.200.000 toneladas de materia prima en barco a la planta refinadora, ahí se fabrican 400.000 toneladas de lingotes de aluminio, y el resto, es decir, 800.000 toneladas en diferente forma y composición, quedará como residuo, deshecho o basura (sin que estos términos sean sinónimos) en la Región.
Conocidos estos antecedentes, concretos, reales y científicos, muchos esperamos con expectación -muchos, también, con terror- la decisión de nuestras autoridades, de la Corema, particularmente. Sabemos que hay numerosas interrogantes aún no aclaradas. Sabemos que la presión de grupos económicos es brutal para la aprobación del proyecto Alumysa. Sabemos de la visión cortoplacista y carente, por ende, de trascendencia que nos caracteriza como país. Pero como el propio Presidente de la República lo ha dicho tantas veces, esperamos que las instituciones funcionen. Y que funcionen por bien el bien del Chile de hoy, pero, también, por el Chile del mañana.
(*) Diputado PPD por la Undécima Región.