A contar del 24 de mayo se están desarrollando en las comunas de Pucón y Villarrica, región de la Araucanía, un conjunto de seminarios sobre inversiones, políticas de competencia y tratados de libre comercio convocados por el Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico o APEC, una de los foros económicos más grandes del mundo. La cita concluirá el 4 y 5 de junio con la asistencia de los Ministros de Comercio de los 21 Estado miembros de la APEC, entre ellos Chile.
Se trata, sin duda de reuniones de gran relevancia en las que se tomaran decisiones de suma importancia para la economía, regional, nacional y mundial.
El gobierno de Chile, que actúa como anfitrión de esta y otras reuniones de la APEC este año, ha decidido realizar esta reunión en la zona lacustre, seguramente en atención a su belleza y a la infraestructura hotelera que allí existe. No puede pasar desapercibido para las autoridades, sin embargo, que la reunión se hace en el territorio ancestral del pueblo mapuche. Tampoco puede pasar inadvertido el hecho que esta reuniones se hacen en la que constituye la región mas pobre del país, la que tiene los índices mas bajos de desarrollo humano, índices que son aún más bajos en el caso de la población mapuche la que constituye casi un tercio de la población regional.
Menos aún pueden las autoridades olvidar el hecho que los mapuche se han manifestado contrarios a los proyectos de inversión de diversa naturaleza (forestal, hidroeléctricos entre otros) que en los últimos años se han venido ejecutando en esta parte del país con graves impactos sociales, ambientales y culturales para sus comunidades. Cabe señalar que la liberalización y la facilitación del comercio y las inversiones -como las que han sido cuestionadas por los mapuche- constituyen los pilares centrales de la APEC, y como tales serán abordados en la cita de Pucón.
Llama la atención que las reuniones de la APEC no consideren la existencia espacio real alguno para la participación de la sociedad civil regional, y menos aún del pueblo mapuche. La única participación considerada, en el caso de los mapuches, es de carácter folclórico, y está relacionada con la presentación de bailes ceremoniales y de muestras de artesanías de este pueblo. Paradojalmente, las autoridades han decidido dar la bienvenida a las delegaciones extranjeras asistentes a este evento en mapudungun (los letreros en las calles de Villarrica y Pucón dicen Kumey Tamvn Akun, que significa bienvenidos a la Araucanía), sin que los mapuche hayan sido consultados de su parecer sobre este foro.
Frente a esta situación, un conjunto de organizaciones mapuche ha propuesto la realización, en forma paralela al evento, de un foro de pueblos originarios y organizaciones sociales a realizarse el 4 y 5 de junio en Pucón. La cita congregará a organizaciones mapuche de distintas partes del país, así como a organizaciones de la sociedad chilena, a objeto de analizar y reflexionar en torno a las implicancias de la globalización económica -como la promovida por APEC- y de los tratados multilaterales para los pueblos indígenas y para la región en general.
Llama la atención la reacción de las autoridades y de los medios de comunicación vinculados a sectores opositores en relación con la convocatoria a esta reunión alternativa al foro de la APEC. Las primeras, si bien no han formulado reparos a la reunión alternativa, han llevado al área de Villarrica-Pucón un fuerte y visible contingente policial, demostrando así de antemano su disposición a reprimir a los mapuche – como lo han hecho en los últimos años- en caso estos se manifiesten en contra del Foro oficial.
Los segundos han formulado duras criticas a la convocatoria mapuche, instando al gobierno a adoptar medidas para impedir situaciones que resulten lesivas para el Estado, para sus intereses y su imagen, los que, según estos podría verse afectada por la actitud mapuche. La editorial de El Mercurio, del 20 de mayo pasado, titulada «Apec en Pucón», es demostrativa de esta actitud. En ella se sostiene que «grupos que invocan origen mapuche pretenden impedir la reunión de ministros de comercio de APEC que debe realizarse en Pucón». Agregan que resulta «inaceptable que reconocidos activistas, contrarios al libre comercio entre las naciones, afines a los que han hecho fracasar las conferencias ministeriales de la OMC en Seattle y en Cancún, traten de manipular a un respetable grupo étnico chileno para servir a sus intereses». Finalmente. amenaza a «quienes se presten para este montaje», señalando que estos «deben enfrentar sus responsabilidades legales».
Considero graves las reacciones desmedidas del gobierno y, en especial, las de los medios opositores, frente a la convocatoria de los mapuche para analizar y reflexionar sobre materias que les atañen en forma directa y de cuya discusión oficial se encuentran paradojalmente marginados. Son graves, en primer termino, por cuanto son demostrativas que en Chile no se reconoce en plenitud que el derecho a disentir, derecho consustancial a toda democracia. El cuestionamiento de este derecho para los mapuche no puede sino obedecer a la discriminación de la que han sido objeto a través de la historia -como lo consigna el reciente informe de la Comisión Verdad Historica y Nuevo Trato-, discriminación de la que lamentablemente, parecen seguir siendo objeto.
Son graves además por cuanto demuestran que los mapuche no son reconocidos en Chile como actores sociales y políticos validos con una voz autorizada, respecto a los problemas que les afectan. Por el contrario, se les considera como sectores minusvalidos que son manipulados por otros sectores, en este caso, los movimientos antiglobalización.
Esperemos que las citas de Pucón y Villarrica, que en estos días se llevan a cabo, y la discusión en torno a ellas, nos permitan aprender algunas lecciones. En particular, esperemos que ellas nos permitan entender la urgencia de que en Chile se abra el dialogo en materias tan importantes como lo son las estrategias de desarrollo económico, incorporando en el a todos los sectores de la población, en especial, a aquellos sectores que han sido marginados de el, como es el caso del pueblo mapuche.
Esperamos además que ellas nos permitan entender que la interculturalidad no consiste en la folclorización o utilización del otro y su cultura, ni menos en su exclusión, sino en el dialogo real y respetuoso entre los distintos pueblos -y sus culturas- que convivimos en un mismo espacio territorial, para abordar en forma democrática un presente y un futuro que nos incumbe a todos.
*José Aylwin es coordinador del Programa de Derechos Indígenas
del Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad de la Frontera, Temuco, Chile.