La incorporación en muchos colegios del país del computador e Internet como herramientas complementarias o de apoyo, sin dudas puede contribuir a la formación y adquisición de ciertas competencias que se requieren para vivir en la sociedad moderna.
Como veremos más adelante, la introducción de tecnología «a secas» pareciera no ser tan efectiva frente a una planificación estratégica integral, que se apoye en el computador e Internet como UNA de las partes del diseño y no como el eje central y primordial. Esto cobra una importancia extrema cuando se trata de la formación y educación de nuestros niños, que serán los pilares que sostendrán continuarán con el desarrollo de Chile.
Por experiencia propia me ha tocado vivir y compartir algunas manifestaciones no positivas, producto de la introducción de herramientas en un sistema con cierto equilibrio, generando desarmonías y transgresiones que perturban la ilusión con que ellas fueron promovidas e incorporadas en el sistema. Y esto es vital cuando quienes tienen la responsabilidad sobre la formación de nuestros niños son dejados a la deriva para que incorporen a su propia técnica pedagógica algo que no fue parte de su propio aprendizaje formal.
Sobre estos efectos es necesario preocuparse y adoptar ciertas posturas que tiendan a corregir el desnivel que se ha producido. De lo contrario, tendremos una población experta en copy & paste (copiar y pegar), que busca en Internet algún material para sus tareas, lo copia con un click y lo pega con otro en el trabajo encomendado. Esas capacidades y destrezas básicas no son las que demanda el Chile que necesitamos y el mundo en que vivimos.
Sin ánimo de entrar a polemizar, cuando uno mira un instrumento de medición como la prueba SIMCE en los alumnos de 4ÅŸ básico, que se ha tomado los años 1996, 1999, 2002 y 2005, se observa una notoria brecha entre los colegios Particulares Pagados y los Municipales y Particulares Subvencionados. Hasta aquí, no hay nada de novedoso.
Lo que más llama la atención, es que la evolución que presentan los 4ÅŸ básico, comparándola con la de sus antecesores, tiende siempre a mejorar, aunque levemente, en lenguaje y comprensión del medio. En matemáticas, el nivel nacional, se ha mantenido sin evolución, número que está fuertemente castigado por las escuelas municipales que sostenidamente han retrocedido, a diferencia de los particulares subvencionados y particulares pagados, que muestran progresos permanentes.
Ahora, estamos frente a unas evoluciones entre cada medición que oscilan a nivel nacional entre el 0,4% y 2,3%. Y en los últimos 6 a 10 años, 0% y 2,8%.
Un 2.8% de avance significa haber subido en comprensión del medio de 250 a 257 puntos, entre 1999 y 2005. Y en lenguaje, de 251 a 255, con un 1,59% entre 1996 y 2005. Y 0% en matemáticas, en igual período.
Centrémonos por un instante en el caso más extremo, el segmento social que tiene el mejor ingreso económico y, por tanto, la mayor concentración de acceso a computadores e Internet. Bien sabemos que el quintil más rico del país posee 8 veces más computadores que el quintil más pobre, y 23 veces más Internet. En definitiva, el análisis será desde el punto de vista de las facilidades de acceso que tienen los niños.
Desde que recuerdo, ha existido una brecha importante entre colegios particulares pagados y los municipales y particulares subvencionados. De hecho, la desviación estándar histórica (1996 a 2005) de la brecha es solo del 1.5%, presentando el 2005 la mayor disminución. En resumen, se ha mantenido casi constante esta diferencia los últimos 10 años. O sea, la brecha sigue igual.
Sería esperable que la introducción de una herramienta como el computador e Internet, proyectados como un potente complemento en el proceso de enseñanza, arroje mejores resultados en el aprendizaje histórico evolutivo de los niños. Y más esperable aún que se agrande la brecha debido a que los colegio particulares que viven en hogares de los quintiles más ricos, que presentan la mejor densidad del país en acceso a la tecnología en computadores, Internet con Banda Ancha, TV cable (y ahora digital), telefonía fija y móvil. Adicionalmente, los padres de ese segmento cuentan también con mejores condiciones de acceso e infraestructura, lo que debiera apoyar todavía más el proceso de formación del niño.
Luego, mirando los resultados históricos de la prueba SIMCE de los colegios particulares pagados a nivel nacional, no parece haber una evolución sobresaliente de estos, salvo que la brecha entre todos ellos se mantiene casi plana.
Haciendo el mismo ejercicio con los municipales y particulares subvencionados, llama la atención que hay progresos superiores (porcentualmente hablando y con las debidas distancias) en Comprensión del Medio, destacando un relevante avance de los particulares subvencionados en todas las áreas y siendo un importante responsable de la disminución de la brecha en la última medición.
¿Qué pasó entonces? ¿Por qué los colegios más ricos a nivel nacional no mostraron avances más destacados y los subvencionados y municipales sí, aún teniendo los mejores índices de accesibilidad del país tanto en colegios como en hogares?
De esta forma podemos apreciar que cantidad sin sentido y foco no significa necesariamente más calidad y que, por el contrario, el mayor sentido, la apropiada coordinación y gestión con los profesores y sus prácticas pedagógicas, tienen un impacto positivo en los aprendizajes escolares, a pesar de la brecha tecnológica que exista.
Lo anterior muestra (solo muestra, y hay que hacer otros procesos de verificación más elaborados para demostrar y corroborar) que un mayor acceso a la tecnología no necesariamente está vinculado a una mayor evolución en el aprendizaje.
La gran diferencia que veo en esta situación, ha sido la estrategia pública de direccionamiento y mayor organización en cuanto a lo que debe hacer el profesor en el aula. Esa orientación ha sido vital en el avance. Muy distinto es dejar al profesor solo con un Computador e Internet diciéndole «bueno, aquí está la tecnología. Úsela y aplíquela».
Hoy el computador e Internet pareciera que se utilizan más como una herramienta que sustituye al papel, la escritura y caligrafía, y lo más grave, parece que estuviera sustituyendo la capacidad de análisis y comprensión.
A pesar de todas las críticas y alabanzas que pudiera recibir, la estrategia pública en educación nos entrega importantes pistas y evidencia, mostrándonos caminos posibles por dónde transitar, que sirven para corregir y tener en cuenta en los diseños que se hacen en el mundo educativo global, y así poder seguir construyendo el Chile que queremos para nuestros nietos.
Aquí es vital el apoyo e importancia que el país le proporcione a lo que realice el Centro de Educación y Tecnologías (Enlaces) del Ministerio de Educación, que ya cuenta con un reconocido liderazgo a nivel mundial por haber introducido la cultura digital al sistema escolar tradicional. En este período, y desde el mundo educativo, a Enlaces se le presenta la tremenda oportunidad (y desafío a la vez) de contribuir al crecimiento del país y su gente, fortalecer su capital social, cultural y económico, y de velar por la equidad ciudadana y la calidad.
Estas miradas y consideraciones fueron formuladas por la Comisión «Chile en la Era Digital», y se ciñe en el marco de un trabajo mayúsculo que realizó el Colegio de Ingenieros de Chile A.G., llamado Proyecto País. En él, se diseñó una estrategia con mirada al 2020, a fin de tener claras las acciones que se debieran hacer hoy para producir los efectos del Chile que querríamos tener para ese año. Este trabajo, que cubre diversas áreas del quehacer nacional, será entregado como una contribución del mundo de la ingeniería a la importante misión de la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, y de los futuros mandatarios.
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Cristian Ocaña (cocana@mi.cl) es Ingeniero Civil en Computación de la U. de Chile. Consultor internacional de la ITU, OEA y Banco Mundial, en gobierno electrónico, modernización del estado, desarrollo y competitividad territorial. Presidente del Consejo de Especialidad de Computación e Informática del Colegio de Ingenieros de Chile.