El Sacerdote y Teólogo peruano fue profundo al desechar una de las críticas de los «liberacionistas»; una suerte de circularidad que ensalza la pobreza: «nuestra opción es por el pobre, pero conscientes que la pobreza es muerte; por eso nos rebelamos a las condiciones que la favorecen».
Por Esteban Valenzuela *
Sorprendente y profético escucharlo este jueves 15. Hace más de 40 años marcó el debate de la iglesia mundial con su libro sobre la Teología de la Liberación desde América Latina.
Nos imaginábamos un anciano duro y escolástico. Sin embargo, en el aula central de la Universidad Padre Hurtado, colmada de sacerdotes, laicos, monjas y muchos jóvenes, apareció en medio de vítores un señor caminando rápido a pesar de su cojera, amable y vivaz, un peruano admirado en Chile, y una voz fuerte que habló más de una hora con plena «actualidad».
Gutiérrez fue humilde para reconocer que el no inventó nada: desde fines de 1950, el Papa Juan XXIII, el obispo chileno Manuel Larraín, venían promoviendo un cambio en la iglesia y una opción por los pobres, lo que se plasmó en el Concilio Vaticano II y en la creación de la Conferencia Episcopal Latinoamericana, CELAM. De hecho, tenían el grupo “Iglesia de los Pobres” en el concilio, que buscó una definición en esa dirección. A dicha corriente en la Iglesia se sumó la activación de los movimientos populares y la emergencia de los pobres de América Latina, lo que explica el nacimiento de la Teología de la Liberación a fines de los años 60″.
Gutiérrez, que valoró el análisis social del marxismo en los 70’s, dejó entrever que hubo reduccionismo y que el concepto de pobreza es amplio en favor de «todos» los débiles; negros, indios, mujeres. Pero insistió en que la esencia del cristianismo- el Dios con nosotros (Emanuel) que se encarnó en su hijo – implica amor a todos con opción preferencial por los pobres, lo que va mutando históricamente. De hecho, citó a los últimos Papas: Juan Pablo II cuando en Puebla (1979) reconoce que «la pobreza de muchos se basa en la riqueza de pocos» y Benedicto XVI reconociendo que la fé es encarnada al crear «cultura e identidad».
El Sacerdote y Teólogo peruano fue profundo al desechar una de las críticas de los «liberacionistas»; una suerte de circularidad que ensalza la pobreza: «nuestra opción es por el pobre, pero conscientes que la pobreza es muerte; por eso nos rebelamos a las condiciones que la favorecen».
Mostró su humor para recordar que cuando joven estudió a Freud, descubriendo que en algo estaba equivocado: «la parte del cuerpo que altera al hombre no es esa que él decía, sino el bolsillo».
Doctor Honoris Causa en muchas latitudes, premio Príncipe de Asturias, y otros reconocimientos que parecen no importarle. Le interesó interpelar a la audiencia en los nuevos desafíos para optar por «la esencia de Dios que es amor a los pobres, a leerlos con los actuales signos de los tiempos». Nosotros pensamos en los trabajos precarios, las provincias, los separados, los barrios tomados en su exclusión por el narco, los Estados cooptados por la corrupción.
Gutiérrez concluyó «nos mueve la Esperanza» y esa es la alegría cristiana.
* Esteban Valenzuela es diputado de la República