Los treinta días que restan para la elección serán de dientes apretados para el candidato oficialista, en la medida que las tasas de crecimiento electoral de Enríquez Ominami han sido muy fuertes en los últimos meses, y aunque ahora parecen estancadas para los cánones con los cuales ella se maneja, se trataría de una diferencia remontable.
La encuesta CEP dejó la incógnita de un resultado líquido en las presidenciales de diciembre, abriendo las expectativas sobre qué pueden hacer las franjas televisivas que debutan el viernes 13 para mejorar la posición de sus candidatos.
Es cierto que las tendencias están marcadas, y aparecen en un orden previsible ya señalado en sondeos anteriores, con un crecimiento leve de Marco Enríquez-Ominami. Pero el ejercicio de urna entre inscritos que trae la Encuesta CEP confirma una meseta entre los tres candidatos presidenciales, con una distancia de apenas 17 puntos entre el primero y el tercero. Esta se torna más incierta aún si se leen con los datos duros de un padrón electoral muy envejecido.
El 36% de Sebastián Piñera parece insuficiente para demostrar una preeminencia clara que lo lleve a la Presidencia, considerando que debe pasar la prueba del ballotage. Está a 14 puntos de la mayoría absoluta, es decir más de un millón cien mil votos de acuerdo al padrón actual de inscritos, que debe obtener de los candidatos que resulten derrotados en la primera vuelta y de aquellos inscritos que se abstienen, anulan o votan en blanco, y que se mueven tradicionalmente entre el 12 y 15%.
El apoyo para Eduardo Frei muestra un hecho preocupante pues decae en dos puntos en su intención de voto con relación a la misma encuesta realizada en Agosto. Su 26% lo pone bajo el piso histórico de la Concertación, haciendo evidente que un sector importante de su electorado lo tiene ME-O. Pero mantiene siete puntos de diferencia con este, lo que le estaría instalando en segunda vuelta y ahí, de acuerdo a lo que plantea su comando, se producirá un realineamiento electoral y una nueva elección, en la cual se notaría mucho más la adhesión ciudadana al gobierno.
Sin embargo, los treinta días que restan para la elección serán de dientes apretados para el candidato oficialista, en la medida que las tasas de crecimiento electoral de Enríquez Ominami han sido muy fuertes en los últimos meses, y aunque ahora parecen estancadas para los cánones con los cuales ella se maneja, se trataría de una diferencia remontable.
La mayor expectación entonces es que hará Enríquez-Ominami para tratar de descontar la ventaja y pasar a segunda vuelta. Si bien ya ha conseguido el éxito de crear un escenario competitivo -porque ello es enteramente su logro- no ha podido resolver si lo estima una primaria de la Concertación o un hecho que rompe la lógica política de los últimos veinte años.
Se le ha visto dubitativo entre las dos almas de su Comando, aunque más inclinado a ser fuerza de ruptura que a sentirse parte de un sector con el que debería pactar para una eventual segunda vuelta. Su 19 % de apoyo es verdaderamente significativo y una derrota del establishment oficial de la Concertación, pero resulta difícil descubrir de donde sacará los votos para alcanzar a Frei y pasar a la segunda vuelta. La tendencia a atacarlo todavía más frontalmente, es un juego de azar dada la elasticidad de su conglomerado político.
De ahí que no sea un hecho menor la necesidad de leer la encuesta y sus resultados en relación al padrón electoral, para ver qué implican las tendencias y poder apreciar el valor de la franja política del viernes 13.
Entre otras cosas porque es una de las pocas posibilidades de que los expertos publicistas justifiquen su pega y lo que se les paga e inventen algo novedoso en una campaña que si bien es competitiva, es francamente mala en contenidos e ideas nuevas.
Cómo van a segmentar al público electoral y como harán ingeniería para generar marca y obtener votos. Porque los atributos y perfiles de cercanía o eficiencia de cada candidato sólo tienen sentido cuando generan adhesiones. Y para eso está el marketing que ahora es respecto de un padrón en el cual uno de cada tres ciudadanos con derecho a voto no está inscrito.
De un total de doce millones de personas mayores de 18 años en el país, solo pueden votar 8 millones ciento diez mil. Los no inscritos alcanzan la suma de 3 millones ochocientos cincuenta mil, o sea el 32.7% del total del potencial padrón electoral. De los inscritos, casi el 73% tiene más de cuarenta años, un 19% entre treinta y cuarenta, y apenas un 8% menos de treinta.
Ese es el verdadero viernes 13 con Jason y hacha incluida, en este caso para la democracia.
Mientras tanto, el ambiente de ambigüedad y competencia entre Eduardo Frei y Marco Enríquez-Ominami hará de la segunda vuelta una elección totalmente nueva, independientemente de quien sea el triunfador. Pues en uno y otro caso las opciones son muy diferentes, aunque provienen de un tronco común.