Parece que la Concertación cuenta lo del “cuco” pero no se lo cree, pues de otro modo tomaría las decisiones políticas adecuadas a la gravedad del peligro que nos dibujan. Más bien parece ser que buscan exculparse de una derrota anunciada.
Cuando niños no dijeron que el “cuco” aparecía en la noche si nos habíamos portado mal y eso nos hacía tiritar. Había que prender la luz.
Algunos dirigentes de la Concertación (29%) nos dicen que nos salvarán de la derecha convocando al electorado progresista a asustarse. El “cuco” (44%) sonríe pues aún no se prende la luz. Saben que el Juntos Podemos (6,2%) tiene una linterna pero no la posibilidad de encender la luz de la pieza, que posee Marco (20%).
Nos enteramos que la nueva jefa de campaña de Frei ha decidido salir a buscar al electorado marquista para convencerlo que ahora la Concertación se ha remozado por algún motivo que desconocemos y que nos podrán salvar. Para ello ha reunido expertos electorales de Escalona, jefes de comunicaciones de la presidencia, alcaldes exitosos y parlamentarios electos y algún marquista “desmarcado” que querrán sumar.
Francamente el diseño no da para vencer al adversario que ha iniciado su gira, para comerse a los niños y niñas el 17 de enero y vivir la época opaca y de retroceso que ha señalado Marco. Considerando lo anterior, parece que la Concertación cuenta lo del “cuco” pero no se lo cree, pues de otro modo tomaría las decisiones políticas adecuadas a la gravedad del peligro que nos dibujan. Más bien parece ser que buscan exculparse de una derrota anunciada construyendo a Marco como el nuevo Altamirano.
En realidad, así todo parece la prolongación de la elección del 13 de diciembre y por tanto la crónica de una derrota anunciada. Derrota de Frei, del Juntos Podemos y también de Marco, aunque sus consecuencias sean distintas para las tres partes, obviamente.
No creo que la victoria de la derecha sea beneficiosa para la gente de trabajo, para la izquierda progresista ni para sus representantes; puede serlo primero para la derecha y luego para que se destrocen los progresistas.
[cita]La Concertación cuenta lo del “cuco” pero no se lo cree. De otro modo tomaría las decisiones políticas adecuadas. Parece que buscan exculparse de una derrota anunciada.[/cita]
Si tanto temen, el candidato Frei y sus principales conductores deberían redefinir radicalmente el cuadro político y asumir lo que han dicho: “es otra elección”. Si es otra elección se entiende que no habrá un quinto gobierno “monocolor” de la Concertación y que hay que construir las alianzas políticas para vencer (29%, 6%, 20%), generar una plataforma programática común y explicitar al país cuál es el proyecto de futuro y las razones de este giro político. Con todas las distancias del oportunista análisis que hoy afirma que tuvimos las primarias (negadas por varios dirigentes de la Concertación), hay dos conclusiones lógicas: a) tenemos tres “partidos” progresistas (29%, 6%, 20%) y, b) las directivas de la Concertación fracasaron al bajar al 29% respecto de las elecciones anteriores (46% el 2005).
Conclusión: se requieren medidas drásticas como el construir una Alianza Democrática y Progresista para conquistar el gobierno y otras que se parecen mucho a las que señaló Marco la noche del 13 y que han disgustado a varios dirigentes concertacionistas. Por tanto, no se trata de llamados a unirse y al re-encuentro sino de medidas políticas.
La Concertación no parece preparada para tomar estas decisiones, inclinándose al modelo del “cuco” con una idea de salvación que se parece más bien a su salvación. Grave error de diseño, pues mientras más continuismo menos credibilidad en el candidato y su coalición. Se trata de otra cosa, de dibujar nuevos desafíos, nuevos horizontes posibles para 4 años sobre la base de este nuevo bloque progresista y en ese proceso resolver los liderazgos y la emergencia de las nuevas fuerzas políticas que están ya en desarrollo y que tendrían como escenarios para dirimir los proyectos futuros las luchas sociales del próximo período, el parlamento y las políticas de gobierno.
Vivir cuatro años de gobierno derechista por cálculos egoístas de dirigentes políticos es francamente decepcionante ante una evidente mayoría electoral progresista, que le pasará la factura a todos y cada uno de aquellos que no tuvieron el liderazgo para evitarlo.