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A la derecha le cayó la gota fría Opinión

A la derecha le cayó la gota fría

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Santiago Escobar
Por : Santiago Escobar Abogado, especialista en temas de defensa y seguridad
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Lo que ha hecho ME-O, finalmente, es instalar un debate que desacralizó la política tal como la concebía el antiguo régimen instalado con motivo de la transición. Luego construyó una fuerza electoral en base a su propio esfuerzo. Tercero, adoptó, en circunstancias difíciles una decisión a base de valores.


Las cifras se complicaron y la admonición de Andrés Allamand de que la elección no estaba ganada para Piñera hecha el domingo pasado ha quedado en evidencia. Una vez más, la llegada es por nariz.

Del sudor frío y las caras largas por lo que ello significa no pasó nadie en el Comando de Piñera. La sonrisa dentífrica de Alberto Espina o del propio candidato derechista tratando de mostrar confianza en el triunfo del próximo domingo no alcanzó para tranquilizar al círculo más íntimo. El ambiente que ronda es de franca preocupación e irritación pues tal como la derecha ha afirmado hasta el cansancio: caballo alcanzado, caballo ganado.

A cuatro días de la elección el estado de ánimo de la Concertación es otro. No solo  la Encuesta MORI dio en términos reales un empate para el domingo, lo que significa que cualquiera puede ganar, sino que también Marco Enríquez-Ominami apoyó expresamente a Eduardo Frei, aunque sin nombrarlo.

En segundo lugar quedó la polémica sobre la renuncia de los presidentes de los partidos,  aunque se reafirma la convicción de que Frei puede ganar a pesar del peso negativo de Camilo Escalona, el que mucho hubiera ayudado si se hubiera ido para la casa.

Lo que ha hecho ME-O, finalmente, es instalar un debate que desacralizó la política tal como la concebía el antiguo régimen instalado con motivo de la transición. Luego construyó una fuerza electoral en base a su propio esfuerzo. Tercero, adoptó, en circunstancias difíciles una decisión a base de valores.

El apoyo de ME-O a Frei, calificado por algunos como errático o tardío, es en realidad una potente adopción de posiciones para conservar el núcleo duro de su capital político que se ubica en el entorno de la Concertación y no en la derecha. Al hacer lo que hizo, el candidato díscolo sometió su espíritu liberal a la disciplina de un compromiso social que junto con brindar transparencia hacia su base política, abre una perspectiva de renovación política desde una posición doctrinaria clara.

Nadie podrá ahora culparlo de ambigüedad, que era el tono que más le convenía a la derecha que él marcara, pues bajo el criterio de quien calla otorga, su silencio parecía legitimar el discurso de Piñera.

La posición activa de ME-O no debe ser analizada solamente en su impacto de votos –que sí lo tiene y mucho-  sino también en el estado de ánimo para ambas candidaturas. Especialmente porque ellas se debaten en los bordes de lo político, con símbolos y racionalidades ancladas en el mundo de las emociones y de los valores. Y en situaciones límites no es la racionalidad clásica la que decide, sino las emociones, la voluntad y la confianza.

La celebración anticipada sobre el triunfo presidencial que se instaló en la derecha después del 13 de diciembre omitió dos datos fundamentales.

Uno es que por primera vez la votación de la centro izquierda llegaba dividida a la primera vuelta, lo que inevitablemente marcaría una merma de votos si se analizaban de manera individual las candidaturas. Eso dio una ventaja estadísticamente cierta pero irreal al candidato de la derecha: 14 puntos.

La segunda es que los balotages son para construir alianzas y formar mayorías políticas. Y el optimismo de la candidatura de derecha se basó en la concepción del chorreo, igual como piensa el crecimiento económico. En realidad no tiene con quien hacer alianzas y sus matemáticas electorales en cada segunda vuelta le resultan indescifrables.

La política en estas circunstancias no es un negocio, y el valor de las emociones y las identidades tienen un peso específico propio que pueden ser decisivos el próximo domingo.

Lo que ha hecho MEO, finalmente, es instalar un debate que desacralizó la política tal como la concebía el antiguo régimen instalado con motivo de la transición. Luego construyó una fuerza electoral en base a su propio esfuerzo. Tercero, adoptó, en circunstancias difíciles una decisión a base de valores.

Uno puede estar en muchas cosas en desacuerdo con ME-O, con la forma de medir los tiempos o su uso de los instrumentos políticos e, incluso, con su manera de advenir a la política por considerarla oligarca. Pero no cabe duda que ha hecho una pedagogía de voluntad política que ha cambiado el escenario. Ya nada volverá a ser como antes, aunque vuelva a ganar la Concertación. Por eso a la derecha le cayó la gota fría en la espalda.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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