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El Caso Frei y los Derechos Humanos Opinión

El Caso Frei y los Derechos Humanos

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La justicia politizada puede acá consagrar culpabilidades sin pruebas suficientes. ¿Y qué decir de los derechos humanos de esas personas, en particular de cuatro reputados médicos, denostados sin base ante la opinión pública como autores, cómplices o encubridores de un crimen y sometidos a desprestigio generalizado y universal?


Un médico ajeno al caso Frei Montalva opinó así de él en “La Tercera”, el 17.12.09: “Tener una peritonitis difusa debido a la perforación intestinal secundaria a una obstrucción tardíamente tratada, tiene pésimo pronóstico, más aún en esos años. Todos los eventos que pasaron después se explican contun-dentemente por este hecho”.

Lo anterior lo supo todo el mundo cuando el ex Presidente falleció y nadie —médicos ni familiares— dijo nada acerca de otras causas del desenlace… por 18 años.

Pero a fines de los ’90 un torrente de juicios se desató y dejó en claro que, es-tando el Gobierno Militar de por medio, podía condenarse sin pruebas y con-traviniendo las leyes, y obtenerse cuantiosas indemnizaciones.

Tardía Tesis de “Envenenamiento”

Entonces algunos familiares del ex Presidente Frei denunciaron su asesinato por envenenamiento. Pero médicos próximos a él rechazaron esa tesis. Su ex ministro del Interior, doctor Patricio Rojas, la descartó. El ex senador DC y médico Osvaldo Olguín dijo, en mi presencia, durante una sesión de directorio de Banmédica, que una operación mal hecha había desembocado en una peritonitis, a su turno mal intervenida, y que ésta había sido la causa de la muerte.

Pero el rumor se instaló. En el libro del periodista Hernán Millas, “Sagrada Familia”, se llegó al extremo de referir textualmente una conversación imaginaria, durante un supuesto desayuno del Presidente Pinochet con su Director de Inteligencia, Manuel Contreras, en 1982, acerca de cómo envenenar a Frei Montalva, a la sazón internado en la Clínica Santa María. Y se hizo aparecer al primero instruyendo al segundo, diciéndole: “Proceda”.

La enfermera de cabecera de Frei, Victoria Larraechea, cuñada del hijo de éste, también descartó un envenenamiento. Una hija de aquél, casada con un médico, no se hizo parte de la querella presentada por su hermana Carmen.

La diputada Isabel Allende declaró que ella había sido operada de lo mismo que el ex Presidente, por igual doctor, Augusto Larraín, y se había librado apenas de morir por similares complicaciones post operatorias que las del ex mandatario.

Pero el rumor se instaló. En el libro del periodista Hernán Millas, “Sagrada Familia”, se llegó al extremode referir textualmente una conversación imaginaria, durante un supuesto desayuno del Presidente Pinochet con su Director de Inteligencia, Manuel Contreras, en 1982, acerca de cómo envenenar a Frei Montalva, a la sazón internado en la Clínica Santa María. Y se hizo aparecer al primero instruyendo al segundo, diciéndole: “Proceda”. Pero en 1982 Contreras no tenía función alguna de inteligencia ni contacto con Pinochet.

Con todo, la versión había prendido ya en los medios. “Mentid, mentid, que algo queda”, aconsejaba el filósofo Voltaire.

Pero cuando el ministro en visita Alejandro Madrid, que conoce de la querella, envió muestras de los tejidos del ex Presidente a los EE. UU., el FBI dictaminó que no había rasgos de tóxico alguno. En diciembre de 2005 la embajada de los EE. UU. lo comunicó así: “Los resultados confirmaron que los restos examinados pertenecían al ex Presidente Frei, pero fueron negativos sobre la presencia de agentes biológicos o un tóxico químico” (“La Segunda, 17.12.09). El informe norteamericano mismo, fechado el 19 de agosto de 2005, expresó: “El Departamento de Toxicología concluyó que el gas mostaza es un compuesto muy volátil, difícil de detectar bajo las mejores circunstancias. Varios meses después de su aplicación no es detectable por los actuales métodos científicos”.

Doctora Proactiva

Pero una toxicóloga y una tanatóloga chilenas, las doctoras Börgel y Cerda, que trabajaron con Jorge Frei Ruiz-Tagle en la Municipalidad de Maipú, sabían más que ellos. La primera, en particular, fue muy proactiva en busca de alguna pista que diera base a la acción. Así, ella refiere que fue a hablar con el ministro en visita: “El mismo juez me dijo: ‘Pero doctora, aquí dice que no hay droga’. Ahí fue que yo le dije que iba a Estados Unidos y que iba a ver… por eso yo declaro de nuevo en mayo, cuando me entero (de) que lo que se realizó fue una extracción alcalina”. (“La Segunda”, 17.12.09).

Tras el informe norteamericano se citó otro, de la Universidad de Gante, en Bélgica, que probaba el envenenamiento. La publicación estremeció al país. La Presidenta Bachelet se declaró espantada, la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, manifestó: “el horror no termina”, el senador Eduardo Frei afirmó que su padre había sido asesinado y que Chile se encontraba ante su primer magnicidio.

Pero “La Segunda” llamó a la Universidad de Gante y allá le dijeron que nadie de esa institución había emitido informe alguno sobre los restos del ex Presidente. De modo que el montaje llegó sólo hasta ahí.

Un escenario Kafkiano

Cuando se dio a conocer el auto de procesamiento, el 7 de diciembre pasado, a días de la elección presidencial, tal como ante el supuesto informe de la Uni-versidad de Gante, el país se estremeció: cálquense las declaraciones de horror de la Presidenta Bachelet y del senador Frei. Vivianne Blanlot no las repitió. Ya no es ministra.

El guión continuó como es costumbre: TVN hizo un Informe Especial, mostrando escenas macabras montadas ad hoc, y dando por acreditado el asesinato. Teletrece, a su vez, empezó a hablar del “asesinado Presidente Frei Montalva” y vemos la misma expresión hasta en diarios supuestamente más objetivos y en “El País” de España.

El juez no resistió quedar en segundo plano y, en conferencia de prensa, describió como una certeza lo que en su auto de procesamiento constituye sólo una presunción provisoria. Así, proclamó culpables a sus procesados y al régimen que gobernaba en 1982. Obviamente, la defensa de aquellos lo recusó por anticipar juicio, debido a lo cual ha sido separado de la causa. Bueno es ser “políticamente correcto”, pero no tanto.

Sobre la solidez de su auto de procesamiento, la prestigiada ex ministra de Corte, Raquel Camposano, “después de leer(lo) varias veces”, afirmó: “…si después de varios años de investigación todo lo que ha logrado el investigador en contra de los imputados es lo expuesto en la resolución de que se trata, hay que concluir que en contra de ellos no existe ningún antecedente válido, ya que el juez no ha sido capaz de definir ninguna acción que les sea imputable y que los convierta en autores, cómplices y encubridores.

En mi opinión, no cabe duda de que el voto del ministro Ballesteros (voto de minoría en la Corte, al fallarse el amparo solicitado por los imputados) está en lo cierto al afirmar que de los antecedentes no surge una vinculación objetiva ni subjetiva de los procesados con el hecho que se les atribuye”. Los ministros de la mayoría, “políticamente correctos”, sí vieron tal vinculación.

Esto en cuanto a los supuestos partícipes. Pero ¿cuál es el fundamento del fallo para sostener que hubo homicidio? Sólo la opinión de las doctoras Börgel y Cerda, que trabajaron con Jorge Frei en la Municipalidad de Maipú.

Doctoras en apuros

El director del Centro Toxicológico de la UC, doctor Enrique París, ha estudiado los informes de las doctoras y ha declarado: “Los peritajes no avalan que Frei fuera asesinado… No hay nada concluyente, nada. Ningún laboratorio aparece sosteniendo que se encontró talio o gas mostaza…” (“El Mercurio”, 10.01.10).

Otro médico, con formación bioquímica y 50 años de actividad, Fernando Orrego Vicuña, estudió los exámenes de la doctora Börgel sobre la presencia de talio, un metal tóxico, en el pelo del ex Presidente. La doctora obtiene 2.727 nanogramos en unos exámenes; en otros obtiene entre 11.000 y 17.000, “cifras enormes, superiores a las encontradas en obreros intoxicados con talio (570 nanogramos)”, dice el doctor Orrego (“El Mercurio”, 13.01.10). Y añade que en las muestras de pelo de Frei, que la doctora Börgel llevó a los EE. UU., se encontraron allá 0,12 nanogramos y en Canadá entre 0,9 y 1,4 nanogramos. Agrega: “El valor aceptado en pelo en una población no expuesta es de hasta 20 ng/g” (nanogramos por gramo de pelo). Es decir, según los laboratorios norteamericanos el pelo del ex Presidente tenía menos talio que el de cualquiera de nosotros.

El doctor Orrego añade: “En cuanto a la intoxicación por gas mostaza, uno de cuyos productos de degradación, el tiodiglicol, se puede detectar en el cadáver en caso de que haya ocurrido exposición al gas mostaza hasta siete días antes de la muerte, no fue hallado en los restos de don Eduardo Frei, también llevados personalmente por la doctora Börgel a tres laboratorios europeos especializados”. Por lo tanto, concluye: “Los resultados obtenidos en cinco laboratorios extranjeros independientes y de alto prestigio no revelaron signos de intoxicación por talio ni por gas mostaza que pudieran haber afectado al ex Presidente Frei Montalva”.

Como puede apreciarse, la justicia politizada puede acá consagrar culpabilidades sin pruebas suficientes. ¿Y qué decir de los derechos humanos de esas personas, en particular de cuatro reputados médicos, denostados sin base ante la opinión pública como autores, cómplices o encubridores de un crimen y sometidos a desprestigio generalizado y universal?

Este politizado proceso describe muy bien el estado de la justicia en nuestro país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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