Algunos duendes nos han informado que, con celeridad, se están haciendo los trámites en la municipalidad de Casablanca para modificar el PRC, dejando como hechos irregulares consumados las diabluras que hemos relatado.
Nos referimos a la caleta de Quintay, hermoso territorio costero situado en la comuna de Casablanca, V Región, a 125 kms. de Santiago y a 50 kms. de Valparaíso, adyacente al desarrollo inmobiliario-turístico de lujo denominado Complejo Santa Augusta construido éste en los últimos 15 años por visionarios inversionistas franceses. El actual pueblo de Quintay que tiene unos 800 habitantes, conjuntamente con el complejo anterior y otros territorios adyacentes, formaban parte de la hacienda Quintay que tenía 2.500 hectáreas, cuyo propietario era don Pedro Segundo Abarca Lizama.
Al fallecimiento de éste, hace unos 40 años, su viuda e hijos regalaron terrenos pequeños a lugareños para que construyeran sus viviendas e iniciaron un proceso de subdivisión de las tierras para originar hijuelas de distintas superficies. Como vemos, el poblamiento del lugar fue espontáneo y al margen de las estrictas regulaciones urbanas hoy existentes, lo que significa que no hubo mayores expropiaciones derivadas de la declaración de utilidad pública y/o cesiones de terrenos que se urbanicen para destinarlos a calles, avenidas, plazas, etc.
[cita]Algunos duendes nos han informado que, con celeridad, se están haciendo los trámites en la municipalidad de Casablanca para modificar el PRC, dejando como hechos irregulares consumados las diabluras que hemos relatado.[/cita]
A partir de 1943 funcionó en dicha caleta una planta ballenera la que faenaba los cetáceos capturados en alta mar, de los cuales se obtenían aceites, grasas, huesos molidos que se utilizaban como abono y carnes para diversos consumos. La caza era ejecutada en alta mar, donde una vez divisada la ballena empezaba su persecución. Una vez que los cetáceos habían muerto se les inyectaba aire comprimido para su flotación y se les amarraba a los costados del buque o se dejaban flotando en alta mar para ser recogidos y así volver a la planta. Esa repugnante práctica se terminó con el cierre de la factoría en el año 1967, por imposición de un Tratado Internacional, pero los restos de su edificación, incluyendo el muelle y la rampa, todavía existen.
Ahora bien, el proceso de subdivisión de la Hacienda Quintay, acorde a lo dicho, fue hecho informalmente entre 1973 y 1976 y así en un principio los pescadores y otros pobladores obtuvieron sus predios, los que fueron posterior y paulatinamente regularizados mediante la aplicación del DL 2.695 de 1979 del ministerio de Tierras y Colonización, hoy Bienes Nacionales, instrumento que fija las normas para regularizar la posesión de la pequeña propiedad raíz y para la constitución del dominio sobre ella. Pero con el paso del tiempo, varios de estos pescadores, vendieron sus terrenos a santiaguinos bien conectados con las cúpulas del poder que buscaban la tranquilidad del mar y la belleza del sector rodeado de inmensos bosques de pinos y eucaliptos.
El 24 de noviembre de 1989, a finales de la dictadura, se aprobó el Plan Regulador Comunal (PRC) de Casablanca, publicado el 17 de febrero de 1990 en el Diario Oficial, en donde se establecieron las normas de planificación urbana y de vialidad para todo su territorio jurisdiccional, incluyendo la caleta de Quintay, cuya superficie aproximada es de 15 hectáreas. Desde esa fecha todo está normado con sus usos de suelo, regulaciones específicas de edificación, definición de calles existentes y proyectadas y mencionados los usos prohibidos.
Luego las calzadas, veredas y pasajes contemplados como espacios de uso público quedaron graficados con suma claridad en ese PRC, como también las zonas de resguardo, tales como las de preservación del medio natural, las que no permiten los asentamientos humanos. La caleta está dividida en 3 sectores, a saber : 1) ZHM-2 que permite los usos de vivienda, diversos equipamientos a escala vecinal y áreas verdes, 2) ZEA correspondiente al borde costero y que el instrumento de ordenamiento territorial llama de “Conservación del Medio Ambiente Natural y Áreas Verdes”, suelo que prohíbe todo tipo de construcciones y 3) ZEP que es la propia playa, en donde sólo se pueden emplazar equipamientos livianos y removibles complementarios de ese recurso, tales como cabinas, kioscos y otros de similar naturaleza.
Pero, por estas cosas curiosas de la vida y como en general las autoridades proceden con imaginativas “flexibilidades” para tolerar prácticas abusivas de algunos particulares, hemos verificado in situ que los anteriores se han adueñado parcialmente de ciertas calles de la caleta para así agrandar sus terrenos, eliminando incluso pasajes peatonales que permitían el acceso al borde costero. Y no sólo ello, sino y aunque el lector no lo crea, esos cándidos privados creyeron que podían construir sus elegantes viviendas, muchas con piscinas, en toda la zona ZEA que, como vimos, por ser de protección ambiental, no permitía la construcción de casas.
Incluso, uno más temerario construyó su casa en la zona ZEP, específicamente en una puntilla de roqueríos, que corresponde a terrenos de playas fiscales, suponiendo nosotros que alguien de la Armada de Chile le habrá entregado un permiso precario para que él, con sus amistades más preciadas, disfruten de la brisa marina y de la amplitud del océano.
La ley dice que los bienes nacionales de uso público son incomerciables porque le pertenecen a la nación toda, razón por la cual no comprendemos lo que está sucediendo en esa caleta y por ello esperaríamos que, entre el actual gobierno saliente y el próximo entrante, a nivel de intendentes, se pongan de acuerdo para que se restituya el Estado de Derecho en ese bonito pueblo costero. Ello es urgente, ya que algunos duendes nos han informado que, con celeridad, se están haciendo los trámites en la municipalidad de Casablanca para modificar el PRC, dejando como hechos irregulares consumados las diabluras que hemos relatado.
Estaremos atentos al desarrollo de los hechos, sobre todo ahora que tanto se habla de probidad, transparencia, ingreso de Chile a la OCDE y cambio tajante en la forma de gobernar.