Las contradicciones profundas de estos nuevos ministros, con el interés de la mayoría de los chilenos, residen en su alma libremercadista, privatizadora, desreguladora y despectiva hacia el rol promotor y protector del Estado.
Los ministros de Piñera no son un gabinete de técnicos sino un gabinete empresarial. Su excelente currículum, su inteligencia y su pasión los han forjado para producir buenos negocios , pero no están formados para producir políticas públicas para las personas de Chile entero.
Su conflicto de intereses no se restringe a las posibilidades de corrupción por las relaciones de negocios personales que tiene cada ministro. Por el contrario nadie puede asegurar que usarán su cargo para aumentar su patrimonio. Eso está manchado por la duda de la demora excesiva del propio presidente electo para desarmar sus propios negocios en áreas donde su gobierno tendrá que dictar políticas. Pero es sólo una duda. Por ahora.
[cita]Su corazón y su razón siempre los tironeará hacia el amor de sus amores a la hora de definir una política pública. No basta que vendan sus acciones y renuncien a sus directorios para apartarse del compromiso de sangre que tienen con las políticas de las grandes organizaciones empresariales.[/cita]
Lo que estos ministros no podrán borrar de lo profundo de su alma es su mirada empresarial de la vida, su fe en el mercado como regulador por excelencia, su concepción del desarrollo medido reductivamente en el PIB y en el balance de las empresas. Las contradicciones profundas de estos nuevos ministros, con el interés de la mayoría de los chilenos, residen en su alma libremercadista, privatizadora, desreguladora y despectiva hacia el rol promotor y protector del Estado.
Sus declaraciones acerca del Estado no borrarán su historia personal y grupal que marcó a fuego su modo frío de pensar el progreso. Por esto es que creen en un voucher para comprar salud y no en más salud pública, en un bono para que los padres vitrineen colegios en vez de mejor educación del Estado, en la privatización de Codelco, en la bancarización de la deuda en vivienda social y en la flojera como explicación de la pobreza.
Los intereses personales de estos ministros y su trayectoria en la gestión empresarial los harían excelentes directores de bancos, conducirían éxitos financieros, crearían y presidirían empresas , reproducirían eficientemente el dinero , pero gobernando serán pésimos distribuidores de riqueza , implacables negociadores sindicales , insensiblemente crueles a la hora de ejecutar las deudas de las pymes y de las personas ,fríos apretadores del cinturón de los trabajadores, indiferentes a los abusos de los carteles empresariales que ahogan al consumidor y a la clase media.
No podrá cumplir la promesa de trabajar por el bien de Chile, un gabinete ,que nació acunado en el amor del empresariado . En esto está su más grave conflicto de intereses. Su corazón y su razón siempre los tironeará hacia el amor de sus amores a la hora de definir una política pública. No basta que vendan sus acciones y renuncien a sus directorios para apartarse del compromiso de sangre que tienen con las políticas de las grandes organizaciones empresariales. Creen en ellas. Y tienen derecho a hacerlo, pero convengamos que ahí están los intereses solo de una parte de Chile.
Con los empresarios está un Chile pujante pero no todo Chile. Son gente de esfuerzo, que ha creado riqueza, que ha dado trabajo y en muchos casos bien remunerado y que han hecho crecer a Chile . Se han dedicado a eso y no a hacer política. Con justo derecho suelen reclamar de la política o proponer políticas.
Pero los empresarios no son conductores de la política, no están a cargo de regular las políticas de gobierno, ni menos las que los regularían a ellos mismos. Por eso, en buena hora, debaten con los políticos las materias que los afectan. Eso se practica en la política. Pero ahora entraron a la política.
Los empresarios no son los que hacen la legislación laboral, no dictan la regulación del mercado, la sanción a los abusos del mercado, las normas de control de la competencia y los controles a los bancos. Es el gobierno y no los empresarios los que elaboraran las leyes que les cobrarán más o menos impuestos, las leyes del mercado de capitales, los tratados de libre comercio, la protección laboral. No son los empresarios sino el gobierno el que decide los subsidios a los productores de azúcar, la protección a las empresas lecheras o un subsidio productivo.
Pero ahora los empresarios tendrán en el gabinete gente que viene de sus filas.
Los ministros solo venderán sus acciones, cambiarán de oficina, prometerán trabajar por el bien de todos los chilenos… pero la realidad, los hechos, la fuerza del cariño, las marcas de una vida haciendo empresa, las relaciones personales, el modo de mirar a Chile desde los negocios, ahora que conduzcan la política, quedarán enfrentados a un gigantesco conflicto de intereses.