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¿Existe una doctrina Obama?

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Raúl Allard N.
Por : Raúl Allard N. Director del Magíster en Relaciones Internacionales PUCV
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Se privilegia usar el “soft power” -el poder blando- de la cultura y la persuasión y también el poder militar. Cierta persistencia cuando no se obtienen resultados inmediatos.


A pesar de la crisis económica, cuya presencia es más viva aún en Estados Unidos que en América Latina y en Chile, dicho país sigue siendo la gran potencia y desde el resto del mundo -y desde nuestra región- se observan sus pasos y los de su Presidente.

Hace algunos días, en la Universidad de Princeton, participé de un coloquio y debate sobre si existe una Doctrina Obama, esto es, una orientación específica de su política externa como los “14 puntos” del presidente Woodrow Wilson al término de la Primera Guerra Mundial, que condenó las guerras como instrumento político; la doctrina Truman de envolvimiento universal, o la más reciente -y negativa- del ataque preventivo del ex presidente Bush.

América Latina sólo apareció tangencialmente en la discusión -y en el coloquio- no tanto por una baja importancia relativa, sino también porque los problemas que presionan a Estados Unidos se concentran en sus guerras en Irak y Afganistán y la seguridad del arsenal nuclear, en el ámbito político, y en la crisis, el desempleo  y la enorme deuda, en lo económico.

[cita]Se privilegia usar el “soft power” -el poder blando- de la cultura y la persuasión y también el poder militar. Cierta persistencia cuando no se obtienen resultados inmediatos.[/cita]

Aunque no hubo una conclusión formal, la tendencia parece ser la de que no habría aún una “doctrina” distinguible y sí un “estilo Obama”, con ciertas características: dar relevancia al internacionalismo y una política más proactiva, voluntad de trabajar por sobre las barreras políticas e ideológicas, énfasis en la seguridad nuclear, pragmatismo al mantener por ejemplo el Secretario de Defensa y los generales de la era Bush, trabajo preferente con las democracias y también con los que no la practican, mayor énfasis en las normas del derecho, cierta reminiscencia “kissingeriana” con los acomodos con potencias como Rusia y China, el respeto a distintas culturas como quedó ya de manifiesto en su importante discurso en El Cairo sobre el Medio Oriente, un énfasis más en el “multidesarrollo” que en lo multipolar, comprometer a rivales por medio del diálogo. También hay cambios de lenguaje: ya no se habla de “guerras de ultramar”, sino de “operaciones contingentes”. Existe un mayor interés en encontrar visiones compartidas con otros actores que perfilar diferencias. Se privilegia usar el “soft power” -el poder blando- de la cultura y la persuasión y también el poder militar. Cierta persistencia cuando no se obtienen resultados inmediatos.

En suma, estarían más los contornos de una doctrina que el cuadro completo.

¿Qué rol cabe a América Latina y Chile en este cuadro? Debemos desarrollarlo nosotros mismos, dialogando con Obama y con Estados Unidos en la OEA y el Sistema Interamericano, haciendo propuestas en los temas que nos interesan y estando presentes en los de relevancia mundial. Hay que fortalecer simultáneamente las instancias latinoamericanas -como el Grupo de Río- y también las sudamericanas como UNASUR, con la que el presidente Piñera tendrá su primer contacto directo en pocos días más. Y en nuestro caso, aprovechar nuestro Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, en el marco mayor de un envolvimiento comercial mundial, y profundizar alianzas con  potencias emergentes como Brasil.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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