Pensar en la actualidad educativa de nuestro país me hace recordar inevitablemente aquella mítica edificación de la tradición judeo-cristiana. La historia de la torre donde se originaron todas las lenguas, fruto de un castigo divino, pareciera cobrar vida en estos días…
En un lapso de pocos años, hemos tenido iniciativas de diferentes sectores para mejorar las condiciones materiales y humanas de todo el sistema escolar. El antiguo gobierno puso en marcha diversos programas de perfeccionamiento docente, de premios a la excelencia, de evaluación[1]… Estos, de seguro perfectibles, caminan a ritmo dispar con respecto a las necesidades más inmediatas, sin abordar los problemas que hacen estragos en nuestra educación.
Paralelamente, el movimiento ciudadano “educación 2020”, luego de un largo y serio trabajo, elaboró interesantísimas perspectivas con respecto a una reforma de fondo, en todos los sectores educativos, que proponía, además, una agenda a corto y largo plazo. Hace más de dos meses se le hizo llegar una carta[2] al actual titular de la cartera de educación, recapitulando las propuestas. El Ministro Lavín no ha dado respuesta alguna al documento, al menos hasta la fecha.
Más en la contingencia aun, fruto de los resultados de la prueba Inicia se reunieron los decanos de las facultades de educación del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH)[3], con el fin de elaborar una agenda –otra vez-, para presentarla al Sr. Lavín.
En el mismo contexto, el Colegio de Profesores de Chile A. G. envió declaraciones y cartas en todas las direcciones, donde se pedía al Mineduc asumir responsabilidades, catalogando las reacciones frente a la prueba Inicia como desmedidas. Por su lado, el ministerio en cuestión, optará por convocar a un comité de expertos, en donde el magisterio no estaría invitado, según este último organismo. Tal vez sea el principio de la construcción de una nueva agenda… ¡otra más!
Ideas teóricamente sólidas, delirios utópicos, estrategias, preocupaciones desmedidas, desesperaciones, de todo hay en esta cartografía de las opiniones y propuestas. El único elemento ausente, para nuestro pesar, es el diálogo.
Esta carencia de apertura comienza a tomar un tono color de hormiga. Y es que, así como de repente y con escasas excepciones, cada grupo se empecina gritar a los cuatro vientos su propio monólogo; opinión tras opinión se pasan los días, los meses y los años…
¿Por qué continúan las reuniones aisladas? No se necesita ser politólogo para saber que las decisiones en una democracia se toman integrando a todos los sectores. Políticos, autoridades, profesores, académicos y estudiantes deben ser capaces de crear, de una vez por todas, un espacio común.
Hacia finales del siglo XIX, Ludwik Lejzer Zamenhof creó una lengua que tenía por objetivo convertirse en un vehículo de comunicación internacional. El esperanto, es un proyecto que existe aun y que avanza cada día más en el mundo, en la búsqueda de un lenguaje en común. El problema actual de nuestra educación está ligado sin duda alguna al lenguaje. El esperanto, nuestro esperanto, jamás llegará si algunos hablan desde la política, otros desde el gremialismo y otros desde la academia. Compartir experiencias, salir de las trincheras y oír al otro son condiciones sine qua non para avanzar.
Tras la lectura de numerosos foros y blogs, los comentarios de la gente emanan aburrimiento y desazón. Si algo se puede asegurar sin vacilar, es que lo menos deseado por los afectados es seguir esperando, mientras presencian el desplome del futuro de la educación, tal y como sucedió, según la leyenda, en Babel con su torre hace ya miles de años.
Javier Nuñez*
[1] Consultar www.cpeip.cl
[2] Acceso a la carta a través de www.educacion2020.cl/
[3] Consultar http://www.fahu.usach.cl/index.php?not=434
*(Javier Nuñez es profesor de Estado en Filosofía (Universidad de Santiago de Chile), Maestro en Ciencias de la Educación y de la Formación (Université de Toulouse, Francia), Master en Ciencias Humanas y Sociales, Estudios por América Latina (Université de Toulouse, Francia) Candidato a Doctor en Ciencias de la Educación (Université de Toulouse, Francia))