La realidad muestra que se está avanzando a paso cansino, abordando temas por parcialidades y sin liderazgo claro. Con suerte, habrá que esperar otros 20 años para que el primero de este conjunto de leyes sea realidad.
Hace algunos días un periódico editorializaba sobre la modernización de la Defensa e identificaba tres materias que a su juicio debían ser abordadas: que un sistema de financiamiento reemplazara a la llamada Ley reservada del Cobre; la reestructuración del sistema de previsión, con un déficit cada día más difícil de financiar, y la revisión del sistema de salud de las instituciones de la Defensa que presenta falencias crecientes. Más recientemente, otro medio destacaba lo necesaria que era una reforma al régimen previsional de las FF.AA. y detallaba las aristas del asunto.
Es curioso que un tema tan alejado de las preocupaciones del común de las personas sea materia de editoriales de dos importantes medios de comunicación, en tan breve lapso.
En efecto, tras 20 años; si, 20 años; de debates, proyectos enviados y retirados; ministros amenazados y presionados para avanzar; en forma agónica y a la rápida; en medio de debates, negociaciones y escasas de consideraciones técnicas, se aprobó la ley que moderniza el Ministerio de Defensa.
[cita]La realidad muestra que se está avanzando a paso cansino, abordando temas por parcialidades y sin liderazgo claro. Con suerte, habrá que esperar otros 20 años para que el primero de este conjunto de leyes sea realidad.[/cita]
Pasadas las urgencias vino el descanso (una forma elegante de parodiar aquello de “las urgencias pasan y las cagadas quedan”) y los editoriales señalados vienen a mostrar que este muerto goza de buena salud y no da tregua.
Cualquiera que ponga un poco de atención al tema, se da cuenta que Defensa es un sector dejado atrás por la modernización de Chile y que comprar armas modernas es modernizar solo parte de ella y no la más importante, peor aún, es introducir nuevas y mayores demandas de gestión de calidad.
El problema es que la Defensa no es un ámbito en que se pueda actuar por parcialidades ya que hacerlo así es ir a un desastre seguro debido a que todos los elementos que componen el sistema están fuertemente interrelacionados. Esta es una tarea que por su magnitud y complejidad requiere valor y gran capacidad ejecutiva para enfrentarlo.
Revisemos:
a.- Hay que modernizar la previsión y ello implica que previamente hay que revisar y modificar la carrera profesional militar y rediseñar la estructura de remuneraciones.
b.- Hay que modificar sustancialmente la forma de financiamiento de la Defensa –reemplazar la Ley del Cobre– por un sistema plurianual abierto y racional, y ello implica, previamente, implantar un sistema de gestión estratégica bajo fuerte impronta y liderazgo político, tanto en cuanto al diseño de seguridad y defensa nacional como al diseño y estructuración de las fuerzas.
c.- El sistema de salud requiere una revisión y modernización a fondo y que para eso es necesario avanzar a la par con profundos cambios en la carrera y las correspondientes modificaciones de la previsión.
Como se puede apreciar, se trata de una revisión y modernización integral de todo un conjunto de elementos interdependientes.
El advenimiento de un gobierno que se caracterizaría por “hacer bien las cosas” y hacerlas “con un sentido de urgencia” presagiaba un avance rápido y decisivo. Para eso hubo una larga y seria preparación de sus partidarios.
La realidad muestra que se está avanzando a paso cansino, abordando temas por parcialidades y sin liderazgo claro. Con suerte, habrá que esperar otros 20 años para que el primero de este conjunto de leyes sea realidad.
Un cálculo simple señala que a esta velocidad, la reforma militar del siglo XXI quedará lista para al año 2110.
Buen tema de celebración para el Tricentenario, que, además, permitiría una celebración conjunta entre la Concertación y la Coalición, ya que habrían compartido los mismos criterios, urgencias y “técnicos”, para dirigir la Defensa.