Las universidades privadas están haciendo una contribución al país en términos de educación de nuestros jóvenes. En este sentido son más bien Universidades Formadoras de Profesionales (UFP) y cabe distinguirlas de las Universidades propiamente tales.
El día martes 4 de enero de 2011 un diario de circulación nacional publicó como noticia en su portada que la ex presidenta Bachelet había matriculado a su hija en la carrera de psicología de la Universidad Diego Portales (UDP). La página en que se desarrolla la información destaca también que 26 puntajes nacionales (de 520) se matricularon en ciertas universidades privadas. ¿Se trata de una noticia o de propaganda?
A principios de 1980 existían en el país sólo 8 universidades. Dos estatales de carácter nacional y seis privadas. Luego de la dictación del Decreto Ley 3.541, diciembre de 1980, se fundaron varias universidades estatales en regiones y se autorizó la fundación de universidades privadas. Este último fenómeno ha sido explosivo constituyendo hoy día dichas corporaciones el mayor número de entidades universitarias. Habiéndose fundado muchas de ellas en la década de 1980, dentro de las cuales está la UDP, tienen ya más de un cuarto de siglo de existencia.
[cita]Las universidades privadas están haciendo una contribución al país en términos de educación de nuestros jóvenes. En este sentido son más bien Universidades Formadoras de Profesionales (UFP) y cabe distinguirlas de las Universidades propiamente tales. [/cita]
Las universidades privadas están haciendo una contribución al país en términos de educación de nuestros jóvenes. En este sentido son más bien Universidades Formadoras de Profesionales (UFP) y cabe distinguirlas de las Universidades propiamente tales. No están contribuyendo, salvo honrosas excepciones, al mejoramiento de la calidad de la actividad universitaria chilena. De hecho impiden que exista en Chile un sistema universitario.
Son hechos perfectamente verificables en este período de más de 25 años:
1º. Que a lo largo de más de un cuarto de siglo se han consolidado como universidades de segunda opción al momento de las postulaciones.
2º. Que han sido poco efectivas en captar un número relevante de los mejores estudiantes del país. Los operadores del sistema saben que el mejoramiento de su participación en el Aporte Fiscal Indirecto no proviene de sus carreras más antiguas, sino, de la fundación de nuevas carreras que demandan altos puntajes y son altamente competitivas, como por ejemplo, medicina y odontología.
3º. Que su existencia ha implicado empobrecer la comprensión de la institución universitaria: la mayoría sólo se ha concentrado en la docencia descuidando la investigación y la extensión, sin embargo, reclaman para si el calificativo de universidades de calidad.
4º. Que en este cuarto de siglo la publicidad ha constituido un apoyo significativo en su posicionamiento en el escenario de la formación superior: se ha abordado la materia como “venta de servicios” o más bien, promoción de ventajas económicas para los estudiantes.
5º. Que muchas han violado la ley al perseguir lucro.
Cabe presumir que con la inserción de la imagen de la ex Presidenta en la portada del diario se quiso dar una señal de confianza a los padres sobre las nuevas universidades privadas. Al hacerlo el medio periodístico atravesó la línea divisoria entre noticia y propaganda: es claro que algunos no consideran que un cuarto de siglo sea tiempo más que suficiente para pedir cuentas en vez de hacer promociones.