Publicidad

El exitismo de La Polar

Publicidad
Francisco Castañeda
Por : Francisco Castañeda Economista de la Universidad Central de Chile
Ver Más

Lo que la prensa denominó inicialmente “malas prácticas crediticias” en La Polar, es un eufemismo para referirse a un acto grotesco que está en el ámbito de lo penal y criminal.


Llegar y llevar” era el lema comercial en algún momento de La Polar, empresa que en los últimos años había dado saltos importantes en su valor bursátil. Llegó a valer en bolsa 1.800 millones de dólares antes del descubrimiento de la modificación unilateral que  efectuar de los contratos de crédito (por demanda de consumidores ante el SERNAC). Ciertamente se había posicionando fuerte en el nicho C2 y C3, con rostros populares y con una campaña de marketing aspiracional. Competir en las ligas mayores por capturar participación de mercado de las “grandes del retail”, implicaba un modelo de negocios orientado al cliente subprime chileno. Ahí están las frecuentes portadas en la prensa especializada en negocios, alabando la versatilidad de sus ejecutivos (y Directorio) y su mágica estrategia comercial. Nada presagiaba el posterior ocaso.

Todos ellos (altos gerentes y directores) han sido educados en las mejores universidades chilenas (y extranjeras). Con cursos de Ética Empresarial a su haber, no bastó para que ex profeso se modificaran unilateralmente los contratos de crédito para abultar ganancias y de  este modo no reconocer las pérdidas de los incobrables y, en consecuencia, castigarlas en el Estado de Resultados. Deberán ahora “provisionar 400 millones de dólares extras”, casi la mitad de los ingresos de La Polar de este año. Esto la dejará en un ratio de provisiones sobre colocaciones del orden del 40%, lo cual es insostenible de no mediar un socio estratégico.

Estas “malas prácticas” (meterse a la mala en el bolsillo del C2 y C3) tenían como objetivo inflar el precio de la acción para atraer accionistas impávidos, y así financiar el próximo aporte de capital (de casualidad (sic) similar al monto de las provisiones no realizadas). “El rollover” de intereses es una práctica muy antigua: ya en la crisis del año 82, exacerbada por erróneas políticas de los Chicago boys, los bancos capitalizaban en nuevos créditos los intereses vencidos. Así, desde el punto de vista del maquillaje contable, se influye en los precios y señales de mercado, generando una sensación de solvencia y exitismo que no es tal.

[cita]¿Cuál es el rol de las AFPs, al estar representadas en el Directorio de La Polar (poseían el 24% de la propiedad), en términos de defender el patrimonio de los pensionados, y su futura jubilación? Ellas tienen un deber fiduciario, y deberían exigir las sanciones respectivas. ¿Cobraron los dos directores de AFPs estos premios?[/cita]

Pero esto no tiene indicios de terminar pronto. El Directorio tiene una clara responsabilidad. Es imposible creer que esta medida no pasara por discusión del Directorio. Además ellos son los responsables últimos de los Estados Financieros. Lo que la prensa denominó inicialmente “malas prácticas crediticias” en La Polar, es un eufemismo para referirse a un acto grotesco que está en el ámbito de lo penal y criminal.

Respecto a los coventants (cláusulas restrictivas en contratos de deudas) éstos ya estarían incumpliéndose, debido al ajuste a la baja en el valor bursátil de la compañía (deuda/patrimonio que no sea mayor a 2 veces). La exposición en bonos y bancos es de 560 y 300 millones de dólares respectivamente, generando un potencial costo de agencia (caída en el valor esperado de los valores presentes de deuda). Así, la exposición de las AFPs es más compleja que sólo participación accionaria; también es financista en proporción importante a través de la compra de bonos. Respecto al caso de que esto no habría ocurrido en una empresa con propiedad concentrada (léase “claro controlador”, como la mayoría de las empresas listadas en la bolsa chilena), es irrelevante, debido a que simplemente La Polar violó flagrantemente la ley, y los mecanismos de contrapeso (SVS, auditoras, clasificadoras de riesgo) no actuaron. Los inversionistas y accionistas principales de esta empresa no requieren tener el 60% de la propiedad para comprometerse a largo plazo con su proyecto. La alta concentración genera otros problemas, como excesiva conglomeración con empresas relacionadas, altos precios de transferencia, y relativas altas dietas del directorio (“pagadas todas” por impávidos accionistas y AFPs).

Aparte de la consabida “negligencia” del auditor externo (Price Waterhouse) y de las clasificadoras de riesgo, surgen una serie de interrogantes adicionales:

–  ¿Los altos ejecutivos cobraron en este período (o antes), Stock Options? Estos son premios por el excelente management, que se traduce en un aumento del precio de la acción a un nivel objetivo determinado previamente en un contrato entre los directores y gerentes o entre el gerente general y los otros gerentes. De hecho, el Directorio (7 miembros), durante el 2010, cobró premios por resultados financieros, hecho inusual, porque los incentivos pueden ser claramente perversos.

–  ¿Cuál es el rol de las AFPs, al estar representadas en el Directorio de La Polar (poseían el 24% de la propiedad), en términos de defender el patrimonio de los   pensionados, y su futura jubilación? Ellas tienen un deber fiduciario, y deberían exigir las sanciones respectivas. ¿Cobraron los dos directores de AFPs estos premios?

La regulación, en consecuencia, deberá endurecerse. Cárcel, y no multas pecuniarias de baja monta son el camino a seguir para desarrollar confianzas en el mercado financiero y bursátil en particular. Esto, para que el llegar y llevar, cueste mucho más que unas miserables multas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias