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La política de no regular las antenas de telecomunicaciones

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Patricio Hales
Por : Patricio Hales Embajador en Francia
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El deprimente panorama puede revertirse si se suma presión ciudadana a la acción apoyando la política de quienes sí quieren regular .Y si no más viviendas perderán el 30% de su precio cuando en el barrio se instale un antena, aumentarán los riesgos, se deteriorará el poco patrimonio que nos queda.


No es verdad que el gobierno no puede evitar la invasión urbana de antenas de celulares. La verdad es que este gobierno y los anteriores no han querido usar sus facultades para regularlas. Asumieron una política que afecta a los ciudadanos e incide en el hacer ciudad.

La potestad normativa del  MINVU  faculta al gobierno a establecer en la Ordenanza General de U. y Construcciones, por un simple decreto, las regulaciones de toda obra de construcción. Y así lo hace el ministro de vivienda permanentemente respecto a otras materias. Pero a las antenas no las toca.

La autoridad se justifica diciendo  que el gobierno tendría que esperar que se apruebe la ley en discusión para evitar que la instalación de antenas  siga provocando la destrucción del valor de los barrios, baja del precio de  los inmuebles, daño del paisaje urbano, el patrimonio  y la armonía espacial. Falso. El gobierno tiene todo el poder de regular las antenas, por medio de  la Ordenanza, pero no quiere hacerlo.

[cita]El deprimente panorama puede revertirse si se suma  presión ciudadana a la acción apoyando la política de quienes sí quieren regular .Y si no más viviendas perderán el 30% de su precio cuando en el barrio se instale un antena, aumentarán los riesgos, se deteriorará el poco patrimonio que nos queda.[/cita]

Pero la verdad más cruda es que el ministerio de vivienda y urbanismo, en vez de regular, usó su   capacidad de dictar normas  para desregular, y  permitió  por decreto la instalación de antenas sin permiso  municipal con simple aviso.

Para eso usó su poder y  estableció por decreto N° 183 del 2004 reemplazando el numeral  7 del  artículo 5.1.2. de la O.G de U. y C. por el texto que dice :”El permiso no será necesario cuando se trate de:…“7.Instalación de antenas de telecomunicaciones. En este caso el interesado deberá presentar a la Dirección de Obras Municipales, con una antelación de al menos 15 días, un aviso de instalación,…”, con el acompañamiento de planos simples, sin solicitud de permiso, sin pago de derechos y solo dando “aviso”.

El MINVU no ha querido cambiar esa disposición gubernamental.

Con la misma mano que el gobierno autorizó instalar antenas sin permiso, podría dictar de inmediato un decreto exigiendo a las empresas condiciones de respeto a la ciudad, su arquitectura y  evitar la depreciación  de las propiedades.

Pero se impuso el libertinaje del modelo que solicitaban las empresas de telefonía para sacarle el jugo al negocio. Era y es una política diseñada para ser permisiva con las empresas. Por eso ningún gobierno y ningún ministro de vivienda ha querido usar su potestad normativa para modificar la ordenanza respecto a las antenas.

Hay un enfrentamiento de dos posturas de políticas de Estado.

Así, ante esa resistencia política estructural es que nació la desesperada iniciativa de presionar simultáneamente por el flanco legislativo desde fines de los años 90 (aunque no fuera necesario legislar), para obligar a la autoridad dándole la orden de  regular las antenas. Ya que los gobiernos no quieren usar sus capacidades legales, se lo   exigiríamos con una ley. Así surgieron varios proyectos de ley exigiendo al gobierno un  debate público que ayudaría a crear conciencia y a forzar resistencias.

Pero las habilidades empresariales y políticas desplegadas para evitar regulación frente a la posibilidad de una ley reguladora han diversificado sus  tácticas desde la agresión, amenazando con el fin de las comunicaciones por celular, descalificando a los políticos que promovemos la regulación, hasta usar la malvada fórmula de “enriquecer” los proyectos de ley con complicidad de algunos parlamentarios de modo de eternizar la discusión o transformarlos en leyes inviables con “aportes” de regulaciones impractibles.  La técnica legislativa de pedirlo todo para que no resulte nada.

Hace más de un año  aprobamos el primer trámite de un proyecto de ley  que, aunque no tiene todo lo necesario, es un gran avance. Por eso lo bombardean  las empresas. Y así  es que sigue  esperando la urgencia del gobierno en el Senado.

La alianza política de excepción fue la que se logró con René Cortazar que cuando fue ministro de Telecomunicaciones la iniciativa de los parlamentarios que exigían  regulación e impulsó el proyecto actualmente en trámite. El resto de las autoridades del sector nunca han promovido leyes de  regulación de antenas.

En el gobierno del presidente Piñera ni los ministros de vivienda ni telecomunicaciones han demostrado ningún interés  en corregir la ordenanza con simple decreto.

Peor aún, este gobierno ha lentificado la legislación reguladora en curso.

El actual gobierno recibió en bandeja un proyecto ya aprobado por la Cámara de Diputados donde sin diferencias políticas, con Cristián Monckeberg, Gonzalo Uriarte, Javier Hernández y otros produjimos una extensa ley que podría ayudar  a nuestras ciudades. Le pedimos al gobierno en Abril del 2010 que le pusiera urgencia y se burlaron demorándolo un año y medio. Ahora en el senado en vez de apurarlo lo transformaron obligando a cerca de 150 indicaciones que hay que estudiar. ¿Así cuando habrá ley de regulación? ¿Cuando el paisaje urbano sea de torres de telefonía?

Evidentemente que si los gobiernos de la Concertación se encandilaron con la desregulación de telecomunicaciones para demostrar que la centro izquierda no paralizaba la inversión  (y aún algunos se preguntan cómo se pierden elecciones), el gobierno del presidente Piñera tiene el conflicto de interés originario de sus ministros y colaboradores que, formados en la paternidad del mercado y sus negocios , tienen resistencia filial a regular un negocio tan poderoso como el de la telefonía y comunicaciones.

El deprimente panorama puede revertirse si se suma  presión ciudadana a la acción apoyando la política de quienes sí quieren regular .Y si no más viviendas perderán el 30% de su precio cuando en el barrio se instale un antena, aumentarán los riesgos, se deteriorará el poco patrimonio que nos queda y nos engañaremos creyendo que la belleza de un árbol puede ser reemplazada por una estructura metálica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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