Aquellos políticos que llevan 20 años en lo mismo y que pertenecen a comunas o distritos populares-populosas, sí les va a cambiar el “paño”. El trabajo de campaña que se orientaba hacia redes de adultos mayores, iglesias, unidades vecinales y organizaciones tradicionales de cada sector, tendrán que redirigirlo hacia colegios, centros comunitarios juveniles y orientarlo a un público mucho más amplio del que están acostumbrados. Hay políticos que han envejecido junto a su electorado, conociéndose íntimamente.
Incertidumbre. Esta es la palabra clave que ronda en todos aquellos que llevan años en la política local. Pero, ¿da para tanto el miedo a los cuatro millones que están fuera? ¿Son tan raros o desconocidos esos seres no inscritos que deambulan por Chile? Examinaremos algunas de las variables que podrían alterarse de haber inscripción automática y desmitificaremos otros miedos. En una de esas, permite tranquilizar a aquellos que se oponen solapadamente.
En primer lugar, aquellos políticos que llevan 20 años en lo mismo y que pertenecen a comunas o distritos populares-populosas, sí les va a cambiar el “paño”. El trabajo de campaña que se orientaba hacia redes de adultos mayores, iglesias, unidades vecinales y organizaciones tradicionales de cada sector, tendrán que redirigirlo hacia colegios, centros comunitarios juveniles y orientarlo a un público mucho más amplio del que están acostumbrados. Hay políticos que han envejecido junto a su electorado, conociéndose íntimamente.
Dependiendo del tipo de elección -local, distrital o senatorial-, nítidamente la oferta política y el compromiso tendrán que mejorar, pues la competencia puede surgir también por segmentos etáreos o barriales. Por ejemplo, un solo barrio de una comuna podría concentrar votos en un solo candidato. Ahora si es joven y desconocido para el resto del electorado, podría ser una sorpresa.
[cita]En tercer lugar, no existe un solo tipo o perfil del no inscrito. Los estudios hechos no dan cuenta de la amplia gama que cubren los más de cuatro millones. Es imposible que esa gran masa de potenciales votantes tenga un rasgo común que se oriente a una conducta política. Pues ellos viven y han crecido junto a la población inscrita, por lo cual lo que podemos adelantar de ellos es muy poco.[/cita]
En segundo lugar, la incertidumbre se apodera también de las proyecciones de población. Al no tener un censo actualizado, no podemos afirmar con exactitud cuales son las verdaderas poblaciones en cada comuna. Sabemos que Maipú y Puente Alto podría pasar de los actuales inscritos (180 mil y 150 mil respectivamente) a padrones de 500 mil electores por comuna. En otras palabras, triplicar sus inscritos.
La Florida, Pudahuel, Antofagasta y San Bernardo deberán sumarle al menos 100 mil electores a cada padrón de inscritos. Quedando, por ejemplo, La Florida con 300 mil inscritos. Pero no lo sabremos con exactitud hasta después del censo del próximo año. Pues, sí sabemos que muchos floridanos viven en esa comuna pero están inscritos donde trabajan o vivían antes. Por el contrario, no sería extraño entonces que Santiago, Providencia, Ñuñoa, San Miguel, Independencia y Vitacura disminuyan con el tiempo sus electores. Son comunas de servicios y envejecidas, con miles de inscritos “afuerinos” que realmente no tienen su residencia en esas comunas. Algunas tienen más inscritos que residentes.
En este mismo sentido, aquellos candidatos que vayan por comunas con incremento del padrón y logren movilizar a nuevos electores, serán recompensados con mayores aportes del Estado por la ley de financiamiento electoral. No es lo mismo obtener el 25% de 100 mil votos que ese mismo 25% en 200 mil electores. La diferencia económica no es menor.
En tercer lugar, no existe un solo tipo o perfil del no inscrito. Los estudios hechos no dan cuenta de la amplia gama que cubren los más de cuatro millones. Es imposible que esa gran masa de potenciales votantes tenga un rasgo común que se oriente a una conducta política. Pues ellos viven y han crecido junto a la población inscrita, por lo cual lo que podemos adelantar de ellos es muy poco. Sabemos que son jóvenes, de comunas con bastante pobreza, que son esencialmente urbanos (regiones metropolitana, Biobío y Valparaíso) y que sus padres y abuelos están inscritos. Por lo tanto, sólo podemos hipotetizar que en materia de opciones políticas han crecido con las ya conocidas por todos.
Finalmente, ¿qué podría ocurrir? Que no tendremos una sola tendencia en las elecciones locales, es decir, una participación estable, sino que más bien, una participación diferenciada de acuerdo a la polarización de las opciones. Dos localidades idénticas en población y vecinos entre sí, podrían tener resultados de participación opuestos. Una con resultados predecibles tendería a la baja y la otra con incertidumbre y polarización, aumentará.
A nivel de los grandes números, habría cambios. Seguramente aquellos que denominamos “atrapados del padrón”, los cuales se inscribieron para el plebiscito del 1988, se podrán por fin escindir y votar cuando sientan interés. Ellos llegan a cerca de un millón y medio (estudios de participación electoral.cl). Por otra parte, según los distintos estudios revisados los que podrían llegar por efecto de la inscripción automática sería una cifra similar (1,5 millones).
Al final del día, lo que traería la inscripción automática, más que un aumento significativo en participación electoral, será la recirculación de ciudadanos que entrarán y saldrán de elecciones locales, parlamentarias y presidenciales según sea la oferta política y la capacidad de los partidos por movilizarlos a respaldar sus ideas.