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¿Usted sabía que pertenece al 20% más rico de Chile?

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Gonzalo Durán y Marco Kremerman
Por : Gonzalo Durán y Marco Kremerman Economistas de la Fundación SOL / @lafundacionsol
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La elite continúa sosteniendo la tesis que la causa de las movilizaciones sociales tiene que ver con un país que superó los 15 mil dólares de PIB por persona y con una vasta clase media que se queja de llena. Mientras, resulta evidente que ni el joven estudiante, ni la pareja de jubilados, ni la familia, podrán llegar a fin de mes sin endeudarse o recurrir a otros malabares.


A propósito de los resultados de la PSU, ha comenzado la inscripción de los estudiantes en los distintos establecimientos de la educación superior, y como todos los años, se observa una complicada carrera por conseguir becas y/o créditos. El éxito de esta travesía dependerá del quintil al cual usted o su hijo/a pertenece, y en general, sólo podrán acceder aquellos que están dentro del primer, segundo y -con suerte- tercer quintil. Pero ¿qué significa exactamente ser de tal o cual quintil? ¿debiéramos  suponer, entonces, que quienes viven en hogares que pertenecen al cuarto y quinto quintil tienen todas sus necesidades resueltas?

Para calcular los quintiles se utiliza una metodología que divide en cinco partes iguales a los hogares chilenos y a las personas que viven en éstos. Así, el primer quintil corresponde al 20% de los hogares más pobres, mientras que el quinto quintil corresponde al 20% de los hogares más ricos. Cada quintil agrupa cerca de 940 mil hogares.

[cita]Mientras las autoridades hablan de quintiles, las cifras demuestran que sólo un 5% o 10% de la población puede llevar una vida tranquila y llegar a fin de mes sin endeudarse. Por otro lado, el 90% o 95% restante necesita de un gran salvavidas, y clama por un país serio y moderno que asegure derechos básicos públicos, como educación, salud, vivienda y previsión. Para ellos, el desarrollo sólo ha llegado a través de la tarjeta plástica, la cual lo único que hace es fomentar el endeudamiento. Sin embargo, las cifras indican que, perfectamente, estas personas pueden ser parte del 20% más rico de Chile.[/cita]

Los quintiles donde comúnmente se aplica ayuda social son el primero y el segundo. En términos de ingresos por persona, en el primer quintil se observa un promedio de $31 mil y un máximo de $58 mil, vale decir, aquí puede incluirse una persona que vive sola y genera $40 mil al mes, o una familia de 4 personas que sólo cuenta con $182 mil, equivalente a un salario mínimo.

En el segundo quintil, el ingreso por persona promedio se sitúa en torno a los $80 mil, con un mínimo de $59 mil y un máximo de $100 mil. A este grupo, cuyo tope es de $331.500 por hogar, puede pertenecer una pareja sin hijos que viven con $130 mil al mes o una familia de 4 personas que viven con $300 mil mensual.

El tercer quintil, que ha sido incorporado en el debate público a raíz de las movilizaciones estudiantiles, no se trata precisamente de la clase media chilena. Aquí se encuentran aquellos hogares en donde se registra un ingreso mínimo por persona de $100.678 y un máximo de $160 mil (con un tope de $537.433 por hogar). Por tanto, dentro de este grupo encontramos a un estudiante que vive sólo, trabaja y gana $130 mil al mes, o a una familia de 4 personas con 2 hijos en la educación superior que tienen un ingreso de $500 mil mensual. Sin duda, estamos frente a hogares que no alcanzan a llegar a fin de mes, a menos que recurran al endeudamiento o reciban cuantiosos recursos del Estado.

Por otra parte, el cuarto quintil corresponde al grupo de los –supuestamente- ciudadanos aventajados, a quienes les ha ido bien en la vida y los cuales pueden valerse por sí mismos llegando con cierta comodidad a fin de mes. Para este grupo, las políticas públicas no cuentan, pues Chile es un país donde prácticamente no existen derechos sociales universales. Si exploramos quienes pertenecen a este grupo, considerando que el ingreso mínimo por persona es de $160 mil y el máximo es de $286 mil (con un tope de $949 mil por hogar), podemos encontrarnos a un estudiante que vive sólo, trabaja y que gana el salario mínimo ($182 mil), así como también una pareja de jubilados cuyos ingresos suman $400 mil, o una familia de 4 personas con 2 hijos universitarios cuyo ingreso mensual es de $750 mil.

Resulta evidente que ni el joven estudiante, ni la pareja de jubilados, ni la familia, podrán llegar a fin de mes sin endeudarse o recurrir a otros malabares.

Finalmente, en el quinto quintil, el 20% más rico de Chile, se pueden encontrar aquellos hogares donde el ingreso mínimo por persona es $286 mil y el máximo es casi $15 millones al mes. Aquí, por tanto, convive el esforzado estudiante-trabajador que gana $300 mil, la pareja de jubilados que gasta más de la mitad de sus ingresos en remedios -cuya pensión suma $600 mil-, la familia de 4 personas con 2 hijos estudiando en universidades privadas, cuyo ingreso mensual es de $1.200.000, del cual más de la mitad se va en pagar los aranceles de sus hijos. Incluso, también podemos encontrar a la familia de 4 personas que tiene un ingreso de $30 o $40 millones mensuales.

Este es uno de los grandes problemas de Chile. Mientras las autoridades hablan de quintiles, las cifras demuestran que sólo un 5% o 10% de la población puede llevar una vida tranquila y llegar a fin de mes sin endeudarse. Por otro lado, el 90% o 95% restante necesita de un gran salvavidas y clama por un país serio y moderno que asegure derechos básicos públicos, como educación, salud, vivienda y previsión. Para ellos, el desarrollo sólo ha llegado a través de la tarjeta plástica, la cual lo único que hace es fomentar el endeudamiento. Sin embargo, las cifras indican que, perfectamente, estas personas pueden ser parte del 20% más rico de Chile.

Mientras, la elite continúa sosteniendo la tesis de que la causa de las movilizaciones sociales tiene que ver con un país que superó los 15 mil dólares de PIB por persona y con una vasta clase media que se queja de llena.

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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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