Hay que seguir la ilusión de Andrés porque él y su entorno no son capaces de competir en un electorado grande. Prefieren la competencia chica. El malestar a medias sólo para diferenciarse unos de otros, pero siempre manteniendo esta verdadera cossa nostra. Así, Velasco y Girardi parecen adversarios, pero son socios. Se necesitan el uno al otro, sea para monopolizar el debate, sea para dar legitimidad al triunfo de su adversario.
Hay algo que irrita más que un populista… ese es el populista a medias. El sujeto que alimenta una rabia ciudadana precisamente para terminar alimentando el mal que denosta. Se trata de un sujeto que no propone una revolución, sino que sólo quiere aprovechar el malestar. No lo resuelve. Sólo le tira bencina al fuego y juega al maniqueo. Sabe que alimenta expectativas, pero no está dispuesto a romper la trampa y dar vuelta el problema.
Confieso que eso me pasó con el brote de sinceridad de Andrés Velasco en Tolerancia Cero el domingo pasado. No es que no le encuentre razón. Girardi ciertamente es el “líder del clientelismo” y la expresión de prácticas que generan rechazo en todo el país. Muchos nos hemos ido de la Concertación por prácticas alimentadas por una dirigencia que terminó por desnaturalizar la mística inicial y el proyecto histórico de una alianza de centro-izquierda. No es la primera vez que alguien se queja de una vulgar extorsión de Girardi y temo que no será la última.
Pero no es sólo Girardi. El clientelismo que describe Andrés está extendido en todos los niveles de esa coalición, a tal punto que ha llegado a contaminar a su rival, la Alianza por Chile. La lógica del botín, de cuántas alcaldías tienes tú y cuántas tengo yo; de cómo se equilibran duplas de ministros-subsecretarios para satisfacer cuotas de partidos; de cómo se administra el Fondo de Desarrollo Regional o cómo se nombran directores de empresas públicas y reguladores.
[cita]No logro entender cómo alguien puede ser socio y depender del apoyo de quien considera un mafioso. Tampoco entiendo la ingenuidad de creer que se puede ir contra una parroquia de partidos y creer que una primaria se impondrá de tal modo a esos hábitos, al punto de que lo proclamen. Andrés no les hace ni cosquillas a esas prácticas. Menos cuando la Concertación lo único que la mantiene respirando es la desesperación por volver a copar cargos en la Administración Pública.[/cita]
Para que decir cómo se administran influencias ante los empresarios y grupos económicos. Andrés se irá contra Girardi, pero nada dice del lobby de Eugenio Tironi y Enrique Correa, muchas veces a ambos lados del mostrador (¿alguien recuerda el caso McDonald’s o American Monarch?). Curiosamente estos dos últimos aparecen como los senior statesmen que nos llaman a una “Concertación 2.0” pero no… quedémonos en la disputa de Velasco versus Girardi, que sólo hace hincapié en la pecha por lograr carguitos. Los peones de otros intereses a cuyo servicio Andrés no parece hacer pregunta alguna. Una coalición capturada por intereses privados y al margen del escrutinio público que administra influencias y captura autoridades.
Ejemplos como el que recuerda Andrés pueden citarse por docenas. Para qué recordar el fiasco de sucesivos nombramientos en ChileDeportes durante Bachelet o que Francisco Vidal dijera que nombró a cierta persona en la Segegob (que finalmente fue procesada) solo porque se lo pidió Adolfo Zaldívar, o cuando el mismo Vidal nos dijo que no podía sacar a la DINA del Estado Mayor del Ejército porque de lo contrario se quedaría sin generales. ¿Cómo llegó a sus cargos la cúpula del Registro Civil que después fue procesada por cohecho y manipulación de la licitación de su plataforma virtual? ¿Por concurso público?
Girardi llamó a Andrés a poco de asumir en el gabinete en lo que no fue más que una práctica extendida y habitual. Cualquiera fuere la reacción de Andrés no compensa la grosería de un rol que llegó a ese nivel porque todos lo alimentaron. Basta ver los nombramientos en Salud. No sólo el papel de Girardi. Un director del Hospital San José es destituido por no aceptar encubrir el escándalo de “la cama 8” que produjo 22 muertes en tres años y que afectó la responsabilidad funcionaria de nada menos que el médico personal del Presidente porque nadie quería reconocer culpa de que los tubos de oxígeno estaban cambiados. ¿Quién era el subsecretario? ¿Cómo llegó ahí?
¿Cómo reacciona Andrés frente a esto? ¿Lo sincera? No. Incuba el problema en Girardi y se presenta como la solución para remediarlo. Nos cuenta un episodio que ocurrió ¡hace siete años atrás! y que hoy sale a colación en el marco de su campaña. ¿Cuál es el remedio? La gran primaria que hará que el mundo independiente participe y se imponga a “los malos”. Velasco oscila así de ser el telonero de Bachelet, al que le entretiene ser el liberal de la Concertación para terminar ahora en superhéroe de cómics con una receta mágica: la primaria. El dominatrix de los partidos. Es su ficción que en esa primaria (ideada por los partidos) logrará domesticar la entropía de éstos y depurará a Girardi (porque hasta ahí llega nomás.. ¿para qué enredarnos en mucho más? No vale la pena.).
No logro entender cómo alguien puede ser socio y depender del apoyo de quien considera un mafioso. Tampoco entiendo la ingenuidad de creer que se puede ir contra una parroquia de partidos y creer que una primaria se impondrá de tal modo a esos hábitos, al punto de que lo proclamen. Andrés no les hace ni cosquillas a esas prácticas. Menos cuando la Concertación lo único que la mantiene respirando es la desesperación por volver a copar cargos en la Administración Pública. Y ni siquiera otra gente. Nooo! El mismo elenco anterior. El mismo gabinete del 27/F. Ahí están, listos para el revival.
Al contrario, mientras más gente Velasco pretenda atraer a la Concertación no hará sino que su primaria le haga el juego a Girardi y las prácticas que se le asocian. ¿Por qué? Porque son más fuertes que él y lleva esas ilusiones a una cancha en que no tienen opción alguna. La del acarreo y del cohecho. ¿Por qué lo hace? Simplemente porque no se atreve a romper con esa lógica y jugarse la primera vuelta. Hay que seguir la ilusión de Andrés porque él y su entorno no son capaces de competir en un electorado grande. Prefieren la competencia chica. El malestar a medias sólo para diferenciarse unos de otros, pero siempre manteniendo esta verdadera cossa nostra. Así, Velasco y Girardi parecen adversarios, pero son socios. Se necesitan el uno al otro, sea para monopolizar el debate, sea para dar legitimidad al triunfo de su adversario.
Amigos comunes me preguntaban “¿por qué no valoras ese gesto?” Simple, mientras Andrés quiere atraer gente a la Concertación, yo quiero sacarlas de ahí… armar una nueva legitimidad y una nueva mayoría sin tener que jugar en una cancha ideada para dejar todo igual. Me dicen después “¿qué pasa si Andrés se sale ahora?” (¿por qué siempre me hacen esa preguntita ?). Yo les respondo: muy tarde. No haré el listado de cambios de opinión que hemos tenido ya en tan solo un año. Son sólo el reflejo de un mal diagnóstico y falta de visión y criterio para ponderar el país en que estamos. También debo decir que reflejan falta de carácter y yo siento que la Presidencia es un cargo en que se juega el carácter. Otros no hemos tenido tanta voltereta. Hemos dicho en simple que la única manera de cambiar es hablarle a otro público y ofrecer otro producto. Eso tuvo un precio. Lo pagamos. En mi libro no hay free riders.