¿Cómo ganarle a Golborne la nominación del gremialismo?; ¿sería muy difícil para la UDI proclamar a Longueira y competir con Allamand?, ¿sería muy difícil para Longueira conseguir la proclamación?
La lucha presidencial del oficialismo esta cruzada por un conjunto de confusiones que han conducido a la indefinición político-electoral. Hay que dar un golpe en la mesa se ha escuchado insistentemente en los últimos días. Y todo, nuevamente motivado por los resultados de la CEP de Agosto. La novedad de la última encuesta es que no hay novedad. En efecto, las cifras que entregó ratifican las tendencias que se vienen observando desde hace algún tiempo; que Bachelet está a punto de ganar en primera vuelta, que Golborne es la mejor opción del sector, que Allamand está estancado —o si se quiere estabilizado— y que Longueira no existe.
Como vemos, todo igual. Lo único relevante y novedoso es que el tiempo sigue pasando y cada vez queda menos para mejorar los posicionamientos presidenciales. Este escenario es más complejo para el oficialismo que para la Concertación. ¿Por qué?
Por el hecho de que en el oficialismo se instalan y se consolidan las confusiones presidenciales. Por ello, la orden del día es apurar las definiciones. De hecho, a la fecha no saben quién será el candidato, cómo lo van a elegir, cuando lo van a elegir, que relato van a comunicar, que equipos se van a estructurar y cuando se van del gabinete. Y aún más, las cifras de las encuestas no se mueven.
Y en este escenario ¿en qué está Longueira?
Para todos los actores de la contingencia nacional la disputa presidencial del oficialismo está entre Allamand y Golborne. Longueira ha ido despareciendo de la escena político-presidencial estimulado por la indecisión del gremialismo, el estancamiento en las encuestas con cifras inferiores a los otros dos competidores y con el rechazo a sus tesis políticas en materia presidencial; en Marzo se cayó la tesis de ir los tres a una primera vuelta y ahora tambalea la propuesta de que los presidenciales deben salir del gabinete a fines de Septiembre —“un mes antes de las municipales”—.
La opción presidencial de Longueira se ha ido debilitando. Las cifras de las encuestas son contundentes y tiránicas. En todos los indicadores —preguntas— que se han hecho el ministro tiene bajos rendimientos en comparación a la dupla Golborne/Allamand y a Bachelet. Los datos, en términos generales muestran que tiene fuerte resistencia en la opinión pública como personaje político. Si el oficialismo toma decisiones en función del peso de las encuestas en materia presidencial, tendrá que aceptar el hecho de que Bachelet sería la próxima Presidenta de Chile.
En ese escenario el gremialismo y Longueira deben resolver. Ha llegado la hora de las definiciones. De hecho, la tesis de que los presidenciales deben salir del gabinete “ahora” es un llamado a las definiciones. En esa dirección, el ministro ha dicho que le gustaría y que está dispuesto a ser candidato. Es más, ha afirmado que no le costaría mucho generar las condiciones políticas para su proclamación. Sin embargo, también ha señalado que su interés es que haya un segundo gobierno del sector y que su voluntad no va a interferir en ese objetivo.
El problema de Longueira no es convertirse en candidato presidencial de su sector, su mayor dificultad está en dejar fuera de carrera a Golborne; la disputa entre el que mejor está en las encuestas y el que más mal está. En el reino del pragmatismo las cifras son las que finalmente predominan. No obstante, ¿acaso Allamand o Golborne le ganan a Bachelet?
En una primaria las posibilidades de que Longueira le gane a Allamand son altas. Luego, como candidato del oficialismo cuenta con un piso electoral del sector que en promedio oscila en torno al 46 %. Es la misma situación en la que estaría Allamand o Golborne. Mantener ese piso no debería ser muy difícil. La tarea, por tanto, desde el punto de vista de los votos sería mantener el plus que le dio el triunfo en segunda vuelta. Según las cifras de las encuestas, el que mejor rinde sería el ministro de Obras Públicas. El resultado de una primaria entre Allamand/Longueira me parece incierto; y entre Golborne/Allamand, gana el primero.
Para Longueira una primaria es una gran oportunidad. La única. Longueira, si quiere, puede. Entonces ¿cómo ganarle a Golborne la nominación del gremialismo?; ¿sería muy difícil para la UDI proclamar a Longueira y competir con Allamand?, ¿sería muy difícil para Longueira conseguir la proclamación?
Para el proceso de institucionalización partidaria de la derecha sería muy bueno no sólo la realización de primarias, sino también que su candidato sea un hombre de partido con tonelaje político. Pero, antes deben salir de las confusiones y tomar decisiones; ¿Qué mecanismo van a usar para elegir su abanderado presidencial?, ¿en qué fecha deberían tener candidato oficial y unitario? ¿en qué momento van a salir del Gabinete los presidenciables? ¿los tres van a salir al mismo tiempo? ¿acaso alguno se bajará de la carrera presidencial en las próximas semanas? y ¿qué dice el gobierno de todo esto?
¿Qué van hacer cuando salgan del gabinete?, ¿van a competir los tres?, ¿es viable la competencia por la proclamación gremialista entre Golborne y Longueira?
El panorama del sector en materia presidencial debe comenzar a despejar interrogantes. Muchas de esas dudas no sólo las debe resolver el oficialismo, sino también —y sobre todo— el ministro Longueira. Al fin de cuentas, ¿cuál de los tres le gana a Bachelet?