A la luz de la historia, este incansable luchador por el bienestar de las provincias perdió su batalla. Ganaron los autores del Estado unitario y paternalista. Aquel modelo centralizado y concentrador del poder pudo haber tenido sentido para otros siglos, pero hoy hace agua y no es sustentable.
En las fiestas patrias estamos acostumbrados a rendir homenaje a héroes de la independencia como Bernardo O’Higgins o “constructores de la República”, como Diego Portales. Y con toda razón, ellos son padres de una patria, pero de una patria más conservadora que liberal, más autoritaria que democrática y más centralista que federal.
Es cierto, vencieron las ideas de O’Higgins y Portales. Ganaron los conservadores que reprodujeron patrones del viejo régimen político español. Algunos podrán decir que tenían razón, que en el orden estuvo nuestro distingo con América Latina. Incluso siendo cierto, es urgente y necesario el ejercicio de imaginar un Chile que fue posible y que se frustró.
Pocos saben que hubo un héroe disidente que pudo ser el padre de otro Chile, una República Federal: José Miguel Infante. El padre de un Chile de ocho grandes provincias autónomas, una patria que sólo podemos visitar en nuestra imaginación.
[cita]Infante es el héroe olvidado por la historia oficial, portador de una idea incómoda en un país centralista de izquierdas y derechas. Fue miembro de la primera Junta de Gobierno, inspirador de la ley que abolió la esclavitud, diputado, luego presidente del Senado, director supremo, interinamente presidente de la República, y autor de la Constitución federal de 1827. Fue un liberal que se inspiró en la experiencia federal norteamericana y en los pensadores de la Ilustración.[/cita]
Infante es el héroe olvidado por la historia oficial, portador de una idea incómoda en un país centralista de izquierdas y derechas. Fue miembro de la primera Junta de Gobierno, inspirador de la ley que abolió la esclavitud, diputado, luego presidente del Senado, director supremo, interinamente presidente de la República, y autor de la Constitución federal de 1827. Fue un liberal que se inspiró en la experiencia federal norteamericana y en los pensadores de la Ilustración.
Se desarrolló como periodista, escribiendo y dirigiendo el diario El Valdiviano Federal. Desde esa tribuna dibujó un Chile de regiones autónomas, que ensayó luego bajo el gobierno de Ramón Freire y la Constitución federal. El Valdiviano Federal polemizó con O’Higgins, ayudó a matizar la concentración del poder y puso desde los inicios de la República un contrapunto que limitó el poder central y su paternalismo hacia los demás territorios.
Infante fue un independentista tanto como otros. No formó ejércitos pero ayudó a financiarlos. Fue miembro de la Junta de Gobierno y apoyó decididamente la posición del gobierno nacional independiente, sin embargo lideró a aquellos que miraban con admiración la federación de Estados norteamericanos y pretendían evitar que Chile se transformara en un país centralizado.
A la luz de la historia, este incansable luchador por el bienestar de las provincias perdió su batalla. Ganaron los autores del Estado unitario y paternalista. Aquel modelo centralizado y concentrador del poder pudo haber tenido sentido para otros siglos, pero hoy hace agua y no es sustentable.
Es tiempo que la historia oficial le otorgue a Infante el lugar que merece, que su voz se vuelva a escuchar y que otra generación asuma su alegato histórico en favor de las regiones y contra el paternalismo de Santiago.