Esto hace suponer que esta batalla no será la última en la transición egipcia y en la ecuación de las cuatro emes (Morsi, Mezquitas, Militares y Masas), con efectos negativos para toda la región.
Al cumplirse casi dos años de la caída del presidente Hosni Mubarak, general que gobernó Egipto por 29 años con un simulacro de Estado de derecho, y un poco más de seis meses de la elección del presidente Mohamend Morsi de la Hermandad Musulmana (los Ikhwan), este país de norte de África ha vuelto a sentir las manifestaciones en sus calles, las mismas que hicieron tan famosa la Plaza Tahrir como símbolo de esta “cuarta ola democratizadora” del Medio Oriente.
Las razones de las nuevas movilizaciones son las mismas: es decir, libertad, democracia e inclusión y que hoy se ven amenazados por un referéndum para votar una Constitución considerada no democrática (y no muy distinta a la de 1971) mediante un procedimiento que tampoco da ninguna garantía. Todo ello rodeado de una inmadurez democrática que impide consensos y promueve la polarización.
Como lo expresó Ricard González en diario El País, el referéndum ha dividido a Egipto en dos bandos que parecen irreconciliables. “A favor del “SI”, los Hermanos Musulmanes, el partido de Morsi, y la mayoría de las corrientes salafistas -una rama ultraconservadora del Islam-. A favor del “NO” y agrupados en el Frente de Salvación Nacional (FSN) egipcio, están las organizaciones de jóvenes revolucionarios, los liberales, los nasseristas y en general los partidos de la oposición laica, así como algún movimiento islamista moderado, como el liderado por el ex candidato a la presidencia Abdel Moneim Abulfutú y los “felool” o restos del régimen anterior.
El borrador de la nueva Constitución fue aprobado sin consenso a finales de noviembre por la Asamblea Constituyente de mayoría musulmana (100 miembros se opusieron). Una semana después el Presidente Morsi (en nombre de la estabilidad) se apresuró a anunciar la convocatoria de un referéndum para el 15 de diciembre con una segunda parte para el 22 del mismo mes.
Estela Giraldo, también en diario El País, parte cuestionando el proceso diciendo que “los ciudadanos egipcios disponían únicamente de dos semanas” para leer y analizar un texto de 236 artículos. Agrega que, además, hay que sumar elevadas cifras de analfabetismo que complican aún más la tarea de un voto consciente. Pero por si esto fuera poco en términos de dificultad, y como lo expresa Ricard González, además se trata de un borrador constitucional fruto de numerosos compromisos entre sensibilidades muy diversas, por lo que su resultado es bastante ambiguo y permite diferentes lecturas.
[cita]Esto hace suponer que esta batalla no será la última en la transición egipcia y en la ecuación de las cuatro emes (Morsi, Mezquitas, Militares y Masas), con efectos negativos para toda la región.[/cita]
La aprobación del borrador en el Parlamento así como su ratificación por el veredicto popular, por otra parte, fue hecha en un contexto de una prevista disolución del Consejo de la Shura (cámara alta) ante la amenaza del Tribunal Constitucional (de mayoría de jueces nombrados por Mubarak) de sanciones revocatorias por supuestas irregularidades en los comicios legislativos. Como lo asegura el codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos Armados y Ayuda Humanitaria (IECAH), Jesús Núñez, la anulación de las dos cámaras implicaría la invalidez total del proceso, en la medida en que no habría posibilidad de una Constitución ni tampoco de la celebración de las elecciones legislativas en el plazo de dos meses.
El texto plebiscitado, si bien recoge aportes de los opositores, parte refundiendo el Estado y la identidad del país con la “sharia” o ley islámica. Al igual que en la Constitución de 1971, el artículo Nº 2 expresa que: “El Islam es la religión del Estado, el árabe es su lengua oficial, y los principios de la sharia son la principal fuente de legislación”. Y, el Nº 219, amplía la capacidad genérica y campo de control de la “sharia” (multiuso) relativizando otros derechos. Y, para definir los principios de la misma, entrega a la histórica universidad de Al Azhar (una verdadera mezquita) autoridad absoluta para interpretarla. Es decir, el régimen semi presidencialista propuesto y la sociedad en su conjunto quedarían en manos de escrutinio religioso.
Al igual que los opositores, organismos de DD.HH como Amnistía Internacional, han rechazado el texto al considerarlo que no protegen los derechos humanos y ciudadanos y un derecho más universalmente reconocido. Si bien esta nuevo texto ofrece algunos avances, por ejemplo, frente a detenciones arbitrarias y la tortura, en su articulado esta la consagración de una serie de situaciones ambiguas o francamente negativas.
Así, por ejemplo, genéricamente se condena el insulto a las “personas” y los “profetas”, y se asigna al Estado el deber de “proteger los valores morales”. En su artículo 194 no deja en claro que los civiles no serán juzgado por tribunales militares al decir que “los civiles no deben ser juzgados por tribunales militares salvo si los delitos son cometidos contra las Fuerzas Armadas”. En el artículo 53 dice que sólo permite “un sindicato por profesión”, lo que pondría en peligro el gran número de agrupaciones gremiales que han desempeñado un papel clave en la democratización a través de la convocación der huelgas y protestas. “La libertad de religión también se restringe (asegura Amnistía Internacional) limitándola al Islam, al cristianismo y al judaísmo (artículo 43), lo que en potencia excluye el derecho a la libertad de culto para otras minorías religiosas”.
Otro aspectos han quedado simplemente afuera son, por ejemplo, los derechos de la mujer. En el texto inicial se reconocía la completa igualdad de género, pero los ultraconservadores salafistas pujaron por añadir “de acuerdo con los principios de la sharia”, inclusión que fue inaceptable para los laicos. El corolario, entonces, fue que se eliminó el artículo completo y el tema quedó incluido en forma general en el artículo 33, que afirma que “todos los ciudadanos son iguales ante la ley”, sin lugar a ningún tipo de “discriminación”. Otro aspecto al que no se refiere, son las obligaciones contraídas con el Derecho Internacional ni exige expresamente que se respeten los tratados de los que Egipto es parte.
Otros artículos de la Constitución que se votan, tienden a consolidar las relaciones de poder que se dan y que distan de estándares democráticos universales. El Presidente Morsi ha llegado a un modus vivendi con el Ejército, entidad que guarda una condición de veto con su capacidad militar y económica (controla más del 30% de la economía egipcia) y la ausencia de un sistema de partidos fuertes, realidad que cruza a casi todo el Medio Oriente desde y con la complicidad del entonces dominante pansocialismo árabe.
Esto se ha traducido, por ejemplo, que en agosto pudiera destituir al mariscal Tantaui, que se había erigido en poder por encima del trono, y lo sustituyera por Abdul Fatah al Sisi, general favorable a la Hermandad. Sin embargo, a cambio el borrador preserva intereses vitales y amplia autonomía de las FF.AA. Además del artículo 198 que permite en “determinadas circunstancias” juzgar a civiles en tribunales militares, se promovió el artículo 197 que pone fuera de todo escrutinio ciudadano o parlamentario el presupuesto militar, competencia exclusiva de un Consejo Nacional de Defensa dominado por los altos mandos de la FF.AA. Incluso precisa que el ministro de Defensa no podrá ser un civil.
El SI se impuso por un margen más ajustado de lo esperado en la primera jornada del referéndum constitucional celebrada el 15 en Egipto. Según datos oficiosos proporcionados por el Partido de la Libertad y la Justicia de los Hermanos Musulmanes, un 56,5% de los ciudadanos votó a favor y un 43,5% en contra del borrador constitucional apadrinado por las fuerzas islamistas. Unos 26 millones de egipcios de 10 provincias estaban convocados votar en la primera ronda del 15 de diciembre. Y todo apunta a que el Presidente Morsi y la Hermandad Musulmana habrán ganado la segunda etapa del 22 de diciembre.
Pero la victoria islamista, sin duda se verá oscurecida por diversas razones. Además del cuestionamiento que hay sobre el ente que la generó el texto, los escaso tiempo y capacidades para la discusión del mismo y la baja concurrencia legitimatoria en las urnas, destacan la falta de observadores internacionales y las numerosas infracciones cometidas por los partidarios principalmente del SI que han sido denunciadas por las ONG egipcias que han monitoreado el proceso. Entre las más comunes infracciones, además del condicionador despliegue de 120.000 militares, están la propaganda dentro de los colegios y las mezquitas, la compra de votos y la intimidación de los ciudadanos. Incluso, se ha denunciado que en varios colegios se ausentaron los jueces encargados de garantizar la neutralidad del proceso.
Hoy nada está suficientemente definido en el país. Hay un presidente, Mohamed Morsi, de la Hermandad Musulmana electo por un escaso margen y en segunda vuelta y con los votos de los opositores que lo consideraron sin ganas parte de la “revolución”; una posible Constitución criticada que está siendo votada en un referéndum también criticado; otros poderes del estado que llaman al dialogo; y una segunda versión de la protestas populares que derrocaron a Mubarak y cuyos actores expresan que no reconocerán el proceso y exigen al Jefe del Estado retractarse e impulsar un texto más democrático.
Esta coyuntura es un examen vital para las “conquistas democráticas” alcanzadas en Egipto tras el derrocamiento de Mubarak. Sin embargo, y como lo expresa Wadah Khanfar, ex director general de Al Yazira, se da en un ambiente donde resultará difícil la mediación y el consenso, al estar expresada la divergencia en la polarizada fórmula de legitimación tras el referéndum versus el alejamiento del poder (tal como lo reconoció el líder progresista del Frente de Salvación Nacional, Osama Ghazali Harb).
Esto hace suponer que esta batalla no será la última en la transición egipcia y en la ecuación de las cuatro emes (Morsi, Mezquitas, Militares y Masas), con efectos negativos para toda la región.