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La diáspora liberal y el síndrome de Bilbo Baggins Opinión

La diáspora liberal y el síndrome de Bilbo Baggins

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Tomás Jocelyn-Holt
Por : Tomás Jocelyn-Holt Candidato presidencial liberal independiente
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Bellolio sueña con que logrará convencer a la Concertación que haga primarias “tipo Josefina Errázuriz” en todo Chile, sin comprender que lo que tendrá serán primarias tipo-Hernán Pinto. Como si los 60 diputados de la Concertación (sumemos los del PC más Alinco, Alejandra Sepúlveda y Pedro Araya) les dirán “vengan, les regalo el cupo”. Que Rodrigo González le dirá en Viña, “es tuyo, compadre”.


Cuando comencé este camino en enero pasado, amigos me advirtieron de varios peligros. El primero —y que siempre creí el mayor— era la resistencia de las dos alianzas a permitir cualquier amenaza a su hegemonía. Siempre supuse que de ahí vendría la mayor agresividad. Ellas necesitan impedir la sola idea de que surjan nuevas opciones. Su monopolio descansa en esa resignación repetida de que “es lo que hay” y forzar al país a tener que aceptarlo, vendiendo la promesa de una renovación desde dentro que nunca llega. Las primarias son así el último invento del duopolio por reducir oferta y evitar fugas. Pero el deterioro de ambas hace que sus mismos cuadros técnicos y profesionales estén tan frustrados como el resto del país. Hoy buena parte de mis insumos provienen de amigos en esas dos coaliciones que saben que sus entornos están muertos y que no darán el fruto que prometen. Muchos comienzan a dudar siquiera de su eficacia electoral. Un destacado abogado de una de esas candidaturas a las primarias me conminó —a mi sorpresa— no hace mucho “Tomás, pobre que aflojes”.

Después estaban los empresarios que oscilaban desde la frustración por el desprestigio del gobierno de Sebastián Piñera a la esperanza que Michelle Bachelet volviera a reordenar demandas desbocadas. Las líneas editoriales de los dos diarios principales y la encuesta CEP asumieron ese trabajo. “¿Para qué se molestan en postular si la elección está definida?”, decían. De modo notable y radical, la elección municipal mató ese intento e introdujo un factor X con una abstención del 60 %, que abre la elección a ojos para cualquiera que pondere bien la información disponible. El berrinche del grupo Matte por HidroAysén y el último Enade, donde el empresariado nacional manifiesta su desazón por el grado de incomprensión que proyecta ante la ciudadanía, es como el mundo al revés. ¡El empresariado al diván!

Súbitamente, no bastaría que Michelle Bachelet se quedara callada, volviera lo más tarde posible y se limitara a retar a Andrade y Escalona, rodeada de una guardia pretoriana. Tendría que seducir y motivar a sectores escépticos a votar. Eso no estaba dentro de lo que se le planteó. Su desempeño juvenil cae por debajo de un tercio de lo que tiene en otros grupos. Hoy son sus propios fans quienes están ansiosos por acelerar la recepción con flores en el aeropuerto y hacer uso de estas vacaciones extendidas en el país. Se dan cuenta que ya no bastan cartas como si fueran encíclicas papales.

Pero debo reconocer que subestimé las tentaciones que se expresarían en una diáspora juvenil y liberal. Sabía que vendrían presiones. Jorge Schaulsohn no abre la boca sino para descalificar cualquier esfuerzo que le impida apoyar la única opción para su rehabilitación política: Andrés Allamand. Jorge Errázuriz me dijo que quería apoyar a Golborne. Para un banquero que hace alarde de sus aportes económicos a candidaturas, no era de extrañar que quisiera cobijar a toda la diáspora liberal juvenil y financiarles una casa común. Hacerlo mientras evitaba cualquier opción presidencial paralela. El esfuerzo por legalizar un partido liberal en todo Chile y una candidatura al margen de su candidato, le iban a complicar. Tenía que matar la marca o volverla inútil hasta noviembre del 2013. Lo logró.

[cita]Anda a decirle a un joven de 25 años que le financias una candidatura a diputado en el norte, pero se margina de lo presidencial y verás en plenitud el síndrome de Bilbo Baggins… un viejito buena onda que, de repente, se transforma y hace cualquier cosa por agarrar el anillo. Y lo peor es que anda a decirle esto a esa generación y no resisten la crítica. Te acusarán de lo que sea, pero no tolerarán que les dirijas el espejo para mostrarles su miseria. Dirán que ahora no se juega nada importante y buscarán cualquier modo de esconder su hipocresía.[/cita]

Chile está lleno de guatones parrilleros que se hacen simpáticos ante la opinión pública. La novedad está en la versión del plutócrata arriba del yate que quiere comprar influencia a lo Rupert Murdoch. Ya no el empresario inmigrante discreto en Chile del siglo XX al estilo Angelini, que se reunía piola a tomar café —cada martes— en el Hotel Carrera con medio Chile… No… Éste quiere mostrar su plata y que se note. Lo hizo hace poco con Josefina Errázuriz, Ignacio Walker, Ricardo Lagos Weber y MEO y lo hará con quién se le acerque. Pero como el deterioro de su propio candidato y las dudas que genera en su sector, dejan a Golborne por lo que es —el candidato del voto católico disfrazado de cualquier cosa— le surge la necesidad de un Plan B y lo veremos llamando a una primaria entre MEO y Velasco sin entender mucho que ni Marco ni Andrés tengan incentivos para hacerle caso. ¿Por qué Velasco se va a bajar ante MEO si prefiere rentabilizar esa bajada ante Bachelet?

¿Qué hace una nueva generación de jóvenes dirigentes en este cuadro? Como nunca antes en 20 años, los dirigentes estudiantiles del 2011 tuvieron la posibilidad de encarnar un cambio político. Romper este empate y construir otra legitimidad. Atreverse a jugar su edad y apostar al Chile del 2030 sin temor por el corto plazo. En cambio, su única preocupación hoy es volverse diputados. El PC disciplina cualquier arranque de Camila Vallejo que lo sustraiga de lograr aumentar de 3 a 5 diputados y un ministro en el gabinete de Bachelet, aunque sea el de Bienes Nacionales. Para una coalición que acuerda con el gobierno exenciones tributarias para el 20 % más rico y cuotas indefinidas pesqueras a siete familias, no es mucho más lo que lograrán. El resto se cobija en blogs. Giorgio Jackson no se atrevió a armar un partido y ya no tiene tiempo para hacerlo. Necesita que la Concertación le regale un cupo.

Bellolio sueña con que logrará convencer a la Concertación que haga primarias “tipo Josefina Errázuriz” en todo Chile, sin comprender que lo que tendrá serán primarias tipo —Hernán Pinto. Como si los 60 diputados de la Concertación (sumemos los del PC más Alinco, Alejandra Sepúlveda y Pedro Araya) les dirán “vengan, les regalo el cupo”. Que Rodrigo González le dirá en Viña, “es tuyo, compadre”. Otros calcularán con la jubilación de Montes, Burgos o el interés senatorial de Harboe, Accorsi y otros, pero Mariano Ruiz viene jurando desde el ’90 que ésta es su última postulación y Claudio Huepe se murió creyéndole eso a su amigo. Ximena Vidal acaba de darle el paso a su ex marido, que dicho sea de paso fue el ex alcalde de una de esas comunas. Todo queda en familia. No hay nada peor que jóvenes que se acercan a partidos ajenos a rogarles migajas o decirles “inscríbanme un partido y avísenme cuando lo tengan listo”. Esa flojera política es demasiado notoria en algunos.

CH1, en cambio, renuncia a armar un partido con capacidad para presentar una plancha nacional y juega a un acuerdo con MEO en el norte y Golborne en el sur para tener un solo diputado por Arica. Felipe Kast arma un movimiento fuera de todo para advertir que estará dentro de la Alianza por Chile. Una serie de figuras jóvenes de RN callan las excentricidades de Carlos Larraín —que los incomoda— con la secreta esperanza que los ponga en la plancha.

Reconozco que en enero pasado me advirtieron que esto me ocurriría. Casi con lujo de detalles. Asumo mi error de cálculo. Pero no hay mal que por bien no venga. Lo que en marzo próximo no habría tenido solución, hoy bien puede ser un gran favor.

Solo tres partidos políticos en Chile hoy tienen capacidad para presentar un candidato presidencial y una plancha nacional de parlamentarios al margen de las coaliciones. El PRI se quedará en la Alianza por Chile. Adolfo Zaldívar no apoyará a ningún candidato distinto a si mismo y sus parlamentarios actuales quieren ir por la derecha. Parisi pierde el tiempo coqueteando con ellos. O reúne firmas en serio o no estará en la papeleta. El Partido Igualdad ya se operó de sus sectores más pro-UDI y no veo grupos ex FPMR en Lo Hermida proclamando a un sujeto que tiene colegios que lucran con la educación.

El PRO tiene candidato presidencial. Ya le dijo que no a Parisi a una primaria con MEO ¿para qué abrirse a otra? Basta ver los resultados de la municipal para comprender que su 7 % no es el 20 % que obtuvo Marco el 2009. Hay una sola manera de mejorar esa plancha parlamentara y que reditúe para lo presidencial: estampillar sus candidatos a la Concertación.

Eso le permitiría aprovechar la sangría por debajo de esa coalición sobretodo si finalmente Bachelet no va. Francisco Vidal ya proclamó a MEO como su Plan B y no cuesta imaginarse a Girardi y Cía. arrancando de Velasco en un cuadro parecido. Por eso, MEO no presentó candidato paralelo a Carola Tohá en Santiago. No resiste cuatro años más en el ostracismo político. Hasta un acuerdo con Bachelet antes de la elección —de un apoyo recíproco en 2ª vuelta— le conviene. Aun cuando eso lo haga terminar tan solo de ministro de Cultura de esa administración.

La otra opción es una plancha parlamentaria con el resto de partidos chicos. El único partido nacional que queda para forzar eso es el Humanista. Pero eso le supondría a MEO compartir con Parisi y Marcel Claude. ¿Por qué MEO habría de hacer eso? Le compiten en su propio electorado. Le reducen margen propio y no se lo amplían.

Así un acuerdo con MEO en lo parlamentario supone apoyarlo a él en lo presidencial o ir con la Concertación. No habrá tercera vía aquí, menos aún con primarias para lo parlamentario. Sólo reducirá la oferta aún más y volverá inofensivo cualquier pretensión de superar las dos listas dominantes. Es un caballo de Troya y, hoy por hoy, el mejor aliado de la Concertación después del PC.

En síntesis, es imposible en este cuadro imaginarse una candidatura de tercera vía construida desde las demandas parlamentarias, por un conjunto de ansiosos que solo quieren ser diputados. Cualquier fórmula es un engaño: reduce la oferta, evita la necesaria fuga de las dos alianzas y termina por fortalecer el duopolio. ¿Para qué? Para que tan solo seis muchachos sean parlamentarios y lograr a lo más dos ministros menores de Bachelet. Un purismo juvenil que juega a un engaño, diciéndole a los demás que no son de la Concertación o la Alianza aunque dependan de ella. El resto de esos jóvenes no recibirán más que migajas menores. Ninguno ganará. Podrían perder con más dignidad y con impacto real al mediano plazo, pero vaya uno a decirle al tonto que es forzudo.

Mi generación no hizo esa tontera. Peleamos con Pinochet desde el ’82 sin ninguna previsibilidad de éxito. Ninguno de nosotros postuló el ’89 a cargo alguno y nos jugamos por la transición. No fuimos víctimas del binominal porque ninguno de nosotros pidió cupos, ni hicimos pacto de omisión con nadie. Supimos decir que no. A mi me tocó postular la primera vez el ’93 nada menos que con Carmen Lazo, un ícono de la izquierda. Es cierto que el cinismo en mi generación les llegó a los 40, pero esta generación nueva de dirigentes parece haber sucumbido a ella a los 20. ¿Qué habría sido de la Falange Nacional si hubiera estado pendiente de pedirles cupos al Frente Popular y a los radicales en los años 30? No habría sobrepasado la década del 50 y habría devenido en la intrascendencia total.

No tengo forma de ahorrarle el testimonio a una generación que quiere saltar las vallas del binominal por secretaría. No tengo cómo ahorrarles las derrotas que les daría más credibilidad hacia el futuro. Lo peor del binominal no es tanto el daño que hace en quienes ganan sino en las ansiedades que genera en quienes terminan presos de una mentalidad binominal y justificando todo por ello. Gente joven que sacrifica a su propia generación solo para ser cooptados por intereses que manejan sus debilidades. Anda a decirle a un joven de 25 años que le financias una candidatura a diputado en el norte, pero se margina de lo presidencial y verás en plenitud el síndrome de Bilbo Baggins… un viejito buena onda que, de repente, se transforma y hace cualquier cosa por agarrar el anillo. Y lo peor es que anda a decirle esto a esa generación y no resisten la crítica. Te acusarán de lo que sea, pero no tolerarán que les dirijas el espejo para mostrarles su miseria. Dirán que ahora no se juega nada importante y buscarán cualquier modo de esconder su hipocresía.

Si alguna vez dije que reuníamos las firmas para evitar estas trampas y llegar hasta el final, hoy esas palabras adquieren todo su significado y relevancia. ¿Querer ser candidato presidencial a toda costa?… Ojalá que hubiera tan solo cinco personas iguales con esa determinación y que no sucumbieran al engaño de primarias o al juego de salón. ¿Qué se habría pensado de mi si hubiera lanzado una candidatura presidencial en enero pasado solo para negociar —con la Concertación— mi bajada a cambio de un cupo senatorial seguro?… No me conocen quienes prueban mi determinación.

Tolkien era un moralista y anticipó el drama europeo entre las dos guerras mundiales. Entendió el impacto de la prédica maniquea en romper la inocencia de sociedades con lógica dual. Por un lado, monarquías de salón y por otro expectativas y cambios sociales que buscarían el modo de satisfacerse aunque significaran 26 millones de muertos. Chile tiene una disyuntiva parecida y no sacamos nada con corrernos del deber de enfrentar al Chile cínico y descreído. Lo único que lo enfrentará es el testimonio personal. A riesgo de sonar mesiánico me siento con un deber porque creo en la política con un propósito. En mi caso ayudar a que Chile se libere de un empate político que no resuelve problemas, no da mayoría estable ni despierta creatividad, compromiso e innovación hacia el futuro. Me siento, al igual que Frodo, en el deber de llevar el anillo —si se quiere, el símbolo del poder que nos corrompe a todos— y derretirlo en el Monte del Destino, mientras se libra esa batalla del Portón Negro y aunque Gollum se me tire encima (y que no son más que todos estos candidatos a primarias… que dicen “voy” pero solo hasta la esquina). Saurón no caerá de otro modo. La política tal como la conocemos tampoco. Ojalá que cuente con muchos Sam que me insten a hacer lo que hay que hacer. Tolkien incluso reconoció años después que esa escena representa la frase final de una oración muy conocida y repetida día a día…“y no nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal”. Si tuviera que hablarle ahora a ese amigo secreto concertacionista que me dijo que no aflojara, le diría… no querido amigo, ya me conoces hace más de 30 años…. Pase lo que pase, no aflojaré…

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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