Golborne haría una contribución importante a consolidar una derecha liberal si defiende la inmoralidad de la defensa de las violaciones a los derechos humanos y, por tanto, lo indefendible del régimen de Pinochet. Solamente puede tener problemas alguien para hacer esto si fue parte de esas violaciones, es un fanático que las niega, un indolente frente la tragedia de otros o alguien que considera que el éxito de reformas económicas justifican cualquier costo indirecto. Lo último es sinónimo de equiparar la riqueza con la dignidad humana.
La justicia ha logrado, finalmente, identificar a los asesinos de Víctor Jara.
Hermógenes Pérez de Arce, hoy devenido en bloguero, a raíz del reconocimiento realizado por el abogado Nelson Caucoto a la colaboración prestada por el entonces ministro de Defensa, Andrés Allamand, para entregar información que ayudase al esclarecimiento del caso, escribió una columna no solo atacando al propio Allamand por lo que él califica como un persistente historial de persecución a los militares (como ejemplo cita el haber despedido a ex agentes de los servicios de seguridad del Ministerio de Defensa), sino que además para señalar que un criterio para saber si un candidato de la derecha es “votable” es que defienda a los violadores de derechos humanos encarcelados.
Tiene razón Don Hermógenes, es un criterio para saber si son o no elegibles. Es impresentable hacerlo por un defensor de esas violaciones. Inclusive por alguien ambiguo.
El próximo año se cumplirán 40 años del “Golpe” y como es obvio será un tema que va a reflotar y será, por tanto, una oportunidad para que la centroderecha clarifique su posición al respecto.
En el pasado solamente los ex integrantes de la llamada Patrulla Juvenil tuvieron una actitud clara y definida sobre el tema. La mayoría de la derecha por esa sola razón los acusaba de “traidores” y “casi-izquierdistas”. Ni Piñera, Allamand ni Espina, se salvaron. Una suerte de odio soterrado aun recorre a algunos (de esos que hablan de “Don Pino” en silencio pero con cariño) hacia esa dirigencia que trató de generar una derecha liberal y comprometida con los derechos humanos.
[cita] En el pasado solamente los ex integrantes de la llamada Patrulla Juvenil tuvieron una actitud clara y definida sobre el tema. La mayoría de la derecha por esa sola razón los acusaba de “traidores” y “casi-izquierdistas”. Ni Piñera, Allamand ni Espina, se salvaron. Una suerte de odio soterrado aun recorre a algunos (de esos que hablan de “Don Pino” en silencio pero con cariño) hacia esa dirigencia que trató de generar una derecha liberal y comprometida con los derechos humanos.[/cita]
Hoy el abanico se ha ampliado con múltiples mea culpa pero es un tema que sigue presente. Un ejemplo es lo sorprendente del mutismo de las directivas de los partidos de derecha respecto del caso de Jara.
Por eso, frente a la prueba “Pérez de Arce”, será fundamental la respuesta de los candidatos de la Alianza.
La de Allamand es conocida, la duda es Golborne.
Golborne deberá demostrar que tiene independencia de juicio frente a la UDI y sus coroneles; que no es un mero títere de su maquinaria.
En un conmovedor relato contado por él mismo indica cómo su padre forzó a su hermana militante de la JJCC, cuya belleza él compara con Camila Vallejo, a “quemar sus libros, sus discos, su camisa burdeo de las Juventudes Comunistas”. Agregando “me acuerdo perfecto de esa escena. Ella lloraba”.
No es un episodio para olvidar ni mucho menos para dejar a alguien inactivo frente una trasgresión tan grave de la libertad de un ser querido. La hermana posteriormente abandonó el país, sin volver más hasta su fallecimiento.
No sería raro que nos enteremos que, si bien públicamente nunca dijo nada, en privado ayudó a muchos que padecieron algo similar.
Golborne haría una contribución importante a consolidar una derecha liberal si defiende la inmoralidad de la defensa de las violaciones a los derechos humanos y, por tanto, lo indefendible del régimen de Pinochet. Solamente puede tener problemas alguien para hacer esto si fue parte de esas violaciones, es un fanático que las niega, un indolente frente la tragedia de otros o alguien que considera que el éxito de reformas económicas justifican cualquier costo indirecto. Lo último es sinónimo de equiparar la riqueza con la dignidad humana.
Cuando se habla de una derecha liberal, la verdad, que en el caso de nuestro país simplemente se apunta a la democratización de ese sector.
Es esperable y deseable que en un aspecto de esa relevancia; que apunta al marco normativo general en el cual se deben desenvolver las fuerzas políticas en un sistema democrático (indisolublemente unido a la protección de los DD.HH.) la primaria de la Alianza en el año de los 40 años del “Golpe” sea la ocasión para que ambos candidatos puedan aunar criterios sobre este punto y así marcar un rumbo a la centroderecha del futuro.
Más allá del tema electoral, sería conveniente para el país en general. El criterio de prueba “Pérez de Arce” puede ser de gran valor. Increíble.