Escándalo de los Vatileaks: Una oportunidad para la Iglesia Católica
s. Es la oportunidad para que Benedicto XVI, como Jesús también lo hizo, no deje caer la cruz y —aún rodeado en ocasiones de corruptos, prostitutas o adúlteros— imagine que es posible encargar a Pedro una iglesia nueva, llevando un mensaje de esperanza a los católicos del mundo entero.
Desde la ventana de su estudio privado en el palacio apostólico, Benedicto XVI está frente a unas 100 mil personas que asisten al último Angelus de su pontificado: “No abandonaré a la Iglesia” es su mensaje tranquilizador para el mundo católico. Los concurrentes responden al unísono: “¡Gracias, gracias!”.
Las especulaciones en torno a la renuncia del Papa Benedicto XVI han aumentado tras su dimisión. Ahora el primer “Papa Emérito”, Su Santidad Benedicto XVI, “subirá a la montaña” para orar, meditar, continuar dedicado con amor a la Iglesia, pero de una manera “más adecuada a su edad y fuerzas”, según él mismo ha expresado.
¿Cuál es el futuro de la Iglesia Católica sin Benedicto XVI? ¿Por qué un Papa que ha sido siempre reconocido como alguien de fuertes convicciones y carácter, criticado más que amado, acostumbrado a nadar a contracorriente, hoy decide que sus fuerzas no son suficientes para dirigir a la Iglesia? ¿Es realmente la edad el problema o la reforma es tan profunda que es imposible para él realizarla cabalmente?¿Qué responsabilidad le cabe como líder de una Iglesia corroída?
¿Quién es Benedicto XVI?
Difícilmente, cuando asumió el 19 de abril de 2005, tras la muerte de Juan Pablo II, alguien podría haber descrito al cardenal Josef Ratzinger —alemán de Baviera, teólogo y filósofo, ex Juventudes Nazi, asesor durante el Concilio Vaticano II y posteriormente, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe— como un sacerdote manipulable, blando o ignorante de los problemas que aquejaban a la Iglesia.
Formado en el rigor germano, abogó siempre por una Iglesia conservadora, pero llana a ser reformada frente a los desafíos del nuevo siglo especialmente temas valóricos de alto impacto social como la homosexualidad, el aborto, los métodos anticonceptivos, la eutanasia y el divorcio. Además, abogó por el pluralismo religioso, la tolerancia en el mundo y el diálogo como solución a los conflictos.
Sin embargo y más allá de todo pronóstico, será recordado como el Papa que intentó contener a una Iglesia viciada que se desmoronaba en sus manos: las cuentas vaticanas, lazos con la mafia y “empresas de dudosa relación” con el Instituto de Obras de Religión (IOR); abusos sexuales, proxenetismo homosexual, denuncias de asesinatos ligados a la iglesia y política de secretismo; y luchas de poder al interior de Santa Sede y tráfico de influencias.
El escándalo de los Vatileaks no podría ser denominado como negativo para la Iglesia Católica entendida en palabras de Jesús como portadores de su palabra y actos. Sólo puede ser perjudicial para esa iglesia corrupta, llena de miedos y culpas que esconder. Teman quienes han utilizado para su beneficio personal (sexo, dinero y poder) a una Iglesia que debe defender, cuidar y velar por el más débil.
Banco …¿de Dios?
Los escándalos ligados al Instituto de Obras de Religión (IOR) —más conocido como Banco Vaticano— han constituido uno de los ejes centrales en la lucha constante por limpiar la imagen de la Iglesia.
El caso del IOR es un triste déjà vu: en 1978, el escándalo del Banco Ambrosiano entrelazó el dinero, las luchas de poder y la corrupción con la religión. Pero, tras la muerte de Juan Pablo I, su sucesor —el multifacético, carismático y extrovertido cardenal polaco, Karol Wojtyla, quien adoptó el nombre de Juan Pablo II— prefirió volcar su gestión hacia las relaciones públicas, haciendo vista gorda a lo que ocurría bajo sus propios ojos y dentro de las paredes vaticanas.
Ahora, más de 30 años después del capítulo ambrosiano, la filtración de documentos evidencia el manejo negligente de la cúpula vaticana sobre este tema a todas luces sensible. Más aún cuando se culpa al Secretario de Estado Vaticano, brazo derecho del Papa y actual Camarlengo, Tarciso Bertone, al entorpecer repetidamente cualquier intento de limpieza del IOR al punto en que el propio Papa —a seis días de dejar el sillón papal— busca debilitar su influencia destituyendo a su secretario Ettore Balestero y reubicándolo como nuncio apostólico en Colombia.
Ya en 2008, cuando las finanzas vaticanas —manejadas exclusivamente por el Secretario de Estado— marcaban números rojos, Bertone pide la asesoría de Ettori Gotti Tedeschi, un arriesgado y agresivo banquero, profesor de Estrategia Económica, de tendencia neoconservadora a ultranza y vinculado al neofascismo, para administrar el Banco Vaticano dotado de un gran y secreto capital como consecuencia del Tratado de Letrán de 1929 y donativos de Benito Mussolini, además de otros de dudosa procedencia tanto de entres privados como públicos. Su capital es de 5 mil millones de euros con depósitos en Francia, Italia, Alemania y España. Sin embargo, en rigor sólo pueden abrir cuentas ciudadanos vaticanos, sacerdotes y monjas e institutos religiosos; pero, cualquiera puede manejarlas, lo que genera un amplio margen de duda sobre su real alcance.
Luego que en 2011, el Vaticano decidiera investigar al IOR junto a Moneyval (comité de expertos en evaluación de medidas antilavado de dinero y financiamiento del terrorismo del Consejo Europeo) para alinearlo con las leyes sobre prevención y lucha contra el blanqueo de ingresos procedentes de actividades criminales y financiación del terrorismo; ley sobre fraude y falsificación de billetes y monedas; y sobre transporte de dinero en efectivo, un reportaje periodístico los acusa de estar implicados en blanqueo y en protección de inculpados.
El Vaticano refuta estas acusaciones, y sin embargo remueve a Gotti Tedeschi de su cargo el 24 de mayo de 2012 debido a —entre otros puntos— “polarizar al Instituto y enajenar al personal, un comportamiento personal progresivamente errático, incapacidad de dar explicaciones sobre difusión de documentos y difusión de información inexacta”.
Incluso se ha sugerido que las actividades del IOR podrían incluir lazos con el negocio de la venta de armas, fabricación de anticonceptivos o, incluso, promoción del Estado Vaticano como paraíso impositivo. Pero el Vaticano afirma que sólo son rumores sin comprobar y que cumplen con hoy todos los estándares de transparencia bancaria.
Abusos sexuales y secretismo
Estados Unidos, 1974. Un ex estudiante de la Escuela St. John para sordos, denuncia que el padre Lawrence Murphy cometió abusos sexuales contra él y otros alumnos. En 1993, luego de una larga investigación, se determina que el Padre Murphy padece de “pedofilia típica” y que abusó de 500 niños sordos mientras era capellán de una escuela especial de la diócesis de Milwaukee entre 1950 y 1974, muchos de ellos durante el acto de confesión. El Obispo de Milwaukee escribió incesantemente a la Congregación para la Doctrina de la Fe sin recibir respuestas concretas más allá de la burocracia vaticana sobre como proceder, reparar a las víctimas y castigar a Murphy. Finalmente. El 21 de agosto de 2010, el Padre Murphy muere y se cierra el caso.
Chile, 2010. Padre Fernando Karadima, ex párroco de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Avenida El Bosque en Providencia, es denunciado y hallado culpable por la justicia ordinaria de abusos sexuales contra menores, pedofilia, violencia, efebofilia y abuso de poder en su calidad eclesiástica. Luego, el 18 de septiembre de 2011, el Vaticano confirma los cargos y es alejado de por vida de su ministerio sacerdotal. Tanto el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati (visitó a Padre Karadima en su retiro) como el cardenal Francisco Javier Errázuriz (incluso el diario norteamericano New York Times lo nombra como uno de los cardenales que debiese inhabilitarse para elegir al próximo pontífice) fueron duramente criticados por su no-actuación en el caso. A pesar de todo, la Iglesia Católica pidió perdón a las víctimas. Además, el mismo año, Isabel Lagos —más conocida como “Sor Paula”— superiora de la congregación de las Ursulinas durante 15 años hasta que, tras las denuncias de abusos sexuales en su contra por ex alumnas menores de edad del Colegio Las Ursulinas, deja su cargo y la investigación canónica le recomienda dejar el país y se recluirse en Alemania. Regresa a Chile por “razones humanitarias” y fallece de un cáncer de mama al año siguiente.
Canadá. El 18 de septiembre de 2011, las tribus unidas de Canadá decretaron la expulsión definitiva de su territorio a la Iglesia Católica, Iglesia Anglicana e Iglesia Unida de Canadá, por abusos físicos y mentales, violación, tortura y asesinato de 150 mil niños aborígenes (inuit, mohawk, anishna, cree, metis, basque y gaélic) entre 1913 y 1932.
Reino Unido. 24 de febrero de 2013. Papa pide la dimisión de cardenal Keith O’Brien. Uno de los demandantes afirmó temer que la Santa Sede no tome en cuenta las denuncias –por “actos impropios” contra tres sacerdote y un ex religioso de la diócesis de Edimburgo y St. Andrews llevadas a cabo hace más de tres décadas- debido a “ciertas tendencias de la Iglesia a cubrir y proteger el sistema a todo precio”. Además, según estipula The Observer, cree que “la Iglesia es magnífica pero tiene una cara oculta y esto tiene que ver con su responsabilidad. Si el sistema debe ser mejorado, puede que requiera ser un poco desmantelado”.
Presiones cruzadas
El próximo cónclave será claramente un cara a cara entre dieu et le diable. Mientras Benedicto XVI ha insistido en que dicho informe debe y será divulgado entre los cardenales responsables del cónclave, las presiones de grupos de interés comienzan a sentirse en los medios de comunicación.
Hay dos facciones en la Curia: una cuya estrategia ha sido históricamente negar lo innegable. Defender lo indefendible. Proteger sus intereses personales y mantener el statu quo. Por otro lado, Benedicto XVI y los purpurados que desean una iglesia íntegra, ejemplar frente al mundo, benevolente. Una iglesia que perdona. Pero, también que desea y requiere que este informe no se esconda bajo la alfombra del nuevo Santo Padre.
El peor error que puede cometer hoy la Iglesia Católica —en el actual état des choses— es pretender que nada ha ocurrido. Porque lo cierto es que, más allá de las filtraciones y las conferencias de prensa, con o sin la renuncia del Papa, los ciudadanos del mundo entero han visto, oído o sufrido con la decadencia de los valores católicos. Al fin y al cabo, el informe de la comisión cardenalicia sólo confirmó las sospechas del Papa —y más allá— al punto de poner su cargo a disposición por falta de vida para reformar a una Iglesia que perdió el camino desde su cúpula.
El futuro es incierto, pero con dos mil años de existencia, difícilmente este será el fin del mundo católico. Sólo es un terremoto, ahora viene el gran desafío: la reconstrucción desde los cimientos. Es la oportunidad para que Benedicto XVI, como Jesús también lo hizo, no deje caer la cruz y —aún rodeado en ocasiones de corruptos, prostitutas o adúlteros— imagine que es posible encargar a Pedro una iglesia nueva, llevando un mensaje de esperanza a los católicos del mundo entero.