Se trata de uno de los actos más vistosos de torpeza y despotismo registrados en veintitantos años de democracia en Chile y tengo la impresión de que está pasando sin pena ni gloria por la prensa y la opinión pública. El alcalde UDI Rodolfo Carter, incómodo con la presencia de la comunista Camila Vallejo en el programa cultural de la Feria del Libro de La Florida, no sólo golpeó la mesa, sino que en un arranque de caprichoso autoritarismo tiró del mantel, suspendió el acto y la Feria completa, se pasó por el aro al resto de los organizadores, mandó para la casa a medio mundo y se amurró en su oficina.
Porque después de leer la contundente y documentada protesta que publicó la Cámara Chilena del Libro no cabe duda de que la historia es más o menos ésa. Había un montón de energía coordinada para levantar la Feria, un puñado de autores confirmados (¡incluido el argentino Liniers!) y varios millones de pesos de inversión pública y privada ya consumidos y otros tantos comprometidos. Entre el despilfarro de platas públicas que significó la bananera ostentación de autoridad del alcalde Carter están 8,5 millones de pesos obtenidos por la Cámara Chilena del Libro gracias a los fondos concursables del CNCA. Uno esperaría que el ministro de Cultura no sólo saliera a defender estas platas públicas, sino que sobre todo le pusiera algún coto, o por lo menos alguna mala cara, al ninguneo cavernario del alcalde Carter al mundo de la cultura. Pero Cruz-Coke, más preocupado por la destitución de su colega, no ha dicho ni pío.
