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GPS para los Senadores y sus partidos

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Egon Montecinos
Por : Egon Montecinos Director Centro de Estudios Regionales, Universidad Austral de Chile
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En países con partidos políticos con sistemas de decisión centralizados es donde la descentralización muestra sus peores avances. Por el contrario, en países con partidos políticos regionales o con partidos que cuentan con sistemas de decisión más descentralizados, se observan mayores avances en materia de descentralización.


¿Dónde queda Los Ríos? ¿Cuántos habitantes hay en Los Lagos? ¿Chaitén no había desaparecido? ¿Qué se produce en esas regiones? ¿Se dice Octava o Bío Bío? ¿Es grande esta región ah, y como lo hacía Allamand? No me cabe duda que estas y otras preguntas se deben estar haciendo los candidatos al Senado que han sido “designados y obligados” a disputar un escaño en regiones que no habitan, que no querían representar y que muchas veces ni siquiera conocen. Ellos son victimarios, víctimas y expresión del centralismo democrático que padecen sus partidos políticos. Los hechos últimamente conocidos, como que Iván Moreira declare de manera “muy franca” en un canal de cable que si le preguntan algo de Los Lagos, no lo sabe, porque no la conoce, tristemente confirman que las regiones son objeto y no sujetos de representación política.

Este exacerbado centralismo, común a todos nuestros partidos políticos, esta vez ha generado una pequeña rebelión en las estructuras regionales y comunales de dos importantes tiendas partidarias, con amenazas de renuncia en sus bases y con no reconocer a los candidatos impuestos por el nivel central. La dimensión positiva de esta crisis es que el malestar con el centralismo está permeando al corazón del problema: precisamente los partidos políticos.

En este contexto, los futuros senadores de Santiago que se van para regiones, se van sin GPS, las cúpulas nacionales sólo los envían a cumplir la misión del partido, independientemente de las demandas políticas que existan en regiones. Como contraparte, el GPS más seguro y el rumbo hacia donde deben caminar los futuros representantes de regiones, está mucho más claro en la ciudadanía y en las bases comunales, provinciales y regionales de sus propios partidos políticos. Allí, donde efectivamente lloran y se frustran los militantes de verdad, allí, donde sí se vive el centralismo democrático de los partidos, allí la demanda es clara: más participación en las decisiones y más poder político para regiones.

[cita]En países con partidos políticos con sistemas de decisión centralizados es donde la descentralización muestra sus peores avances. Por el contrario, en países con partidos políticos regionales o con partidos que cuentan con sistemas de decisión más descentralizados, se observan mayores avances en materia de descentralización.[/cita]

Frente a este irreversible escenario, y en el marco del programa de Cohesión Territorial, Nueva Agenda Regional del Centro Latinoamericano de Desarrollo Rural, RIMISP, se está planteando una reforma a la ley de partidos políticos que permita practicar la participación y la descentralización del poder desde adentro de los partidos, es decir, desde donde se “crían” y “hacen” los políticos profesionales que después administrarán al Estado.

No es un misterio que el centralismo está metido en los partidos políticos, por eso resulta casi “inocente” esperar que quienes pertenecen a las instituciones más centralizadas del país, propongan reformas para modificar el centralismo. Las modificaciones deben incorporar obligaciones que insten a los partidos a practicar la distribución del poder político al interior de sus propias organizaciones, para que no sea una práctica desconocida cuando les corresponda administrar el Estado. Esta postura encuentra su fundamento en la tesis planteada por Willis, Garman y Haggard (1999 y 2001), quienes señalan que la descentralización está arraigada en rasgos y características de la Constitución, el sistema electoral y los sistemas de partidos.

Señalan que ello tiene consecuencias importantes para el éxito o fracaso de los esfuerzos por descentralizar un país, y resaltan que en países con partidos políticos nacionales hegemónicos o con partidos políticos con sistemas de decisión interna centralizados, el gobierno central ejercitará un mayor control sobre el poder político y el uso de los recursos fiscales en los niveles locales.

Se puede deducir entonces que en países con partidos políticos con sistemas de decisión centralizados es donde la descentralización muestra sus peores avances. Por el contrario, en países con partidos políticos regionales o con partidos que cuentan con sistemas de decisión más descentralizados, se observan mayores avances en materia de descentralización. Urgen medidas tendientes a incorporar reformas a la ley de partidos políticos que valoricen las estructuras regionales de decisión interna, que fortalezcan los sistemas de participación de ciudadanos y militantes en pos de democratizar las decisiones y de promover más capacidades políticas a escala local y regional.

Ante la necesidad de que un senador sea promotor de reformas profundas al centralismo del Estado y los partidos, resulta un “pelo de la cola” que no conozcan donde queda Malalhue, Regina, Pichirropulli, Hueyusca o Crucero. El GPS que requieren no es geográfico ni territorial, eso da lo mismo. Lo que requieren es un GPS político que les indique que el futuro de las regiones pasa por más descentralización política del Estado, más descentralización de los partidos, más participación ciudadana.

Si se pierden en ello, es grave. Si se pierden en el cerro Los Tallos, no hay problema, pueden llamar al presidente comunal de su partido en Paillaco…., él los encuentra de inmediato.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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