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Un decálogo para la transformación de Chile Opinión

Un decálogo para la transformación de Chile

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Alfredo Sfeir
Por : Alfredo Sfeir Presidente Instituto Zambuling Para La Transformación Humana (IZTH)
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Hay grandes desigualdades en el consumo, en los incentivos y en las capacidades de pago y ahorro energético. Esta es posiblemente una de las transformaciones más profundas que necesita nuestro país.


Muchas personas están demandando una serie de transformaciones que necesita nuestro país.  Algunas de éstas ya aparecen en los medios diariamente, mientras otras se mantienen subyacentes y sólo sobresalen cuando hay algún tipo de crisis o desafío inminente.

Quizás, el título de esta nota es hasta cierto punto presumido, en el sentido de que alguien podría sugerir la necesidad de 100 transformaciones y no solamente 10 de ellas. Otros podrían sugerir que el título es muy tímido, ya que no se debería hablar de “transformación” sino de “revolución”.  No es un problema semántico; va mucho más allá de eso.

Lo que quisiera recalcar aquí es que estoy consciente de la necesidad de cambios profundos, equitativos, justos, duraderos, e inclusivos.

Otro elemento a considerar es que estas transformaciones son interdependientes una de las otras, y no independientes. Es decir, esta interconexión es importante de considerar explícitamente.

[cita]Una dimensión clave de toda transformación está ligada a su traducción en el ámbito institucional: incentivos, arreglos organizacionales, papel de los distintos actores, derechos y responsabilidades, leyes y regulaciones… Tiene que haber un gran equilibrio entre las propuestas de desarrollo y el aparato institucional. Lo institucional no puede estar rezagado, subdesarrollado o limitado. Esto demanda de nuevas formas de intervención, especialmente cuando necesitamos una nueva Constitución y un gran empoderamiento ciudadano.[/cita]

En esta presentación no hay un orden jerárquico.

La Transformación Humana. Un nuevo país requiere de una nueva consciencia. Esta transformación de la consciencia comienza con uno mismo: esta es la gran transformación del Ser. Es allí donde el concepto de educación integral juega un papel preponderante: educación para el cuerpo, la mente y el espíritu. Es por eso que debemos poner mucha atención al contenido de la educación en estos próximos años de reforma educacional. La humanización es fundamental en todos los procesos e instancias de desarrollo. LO INDIVIDUAL.

La Transformación Social. Debemos también entender a nuestra nación como un colectivo. El bienestar de nuestro colectivo debe ser mucho mayor que la suma de sus partes. Hoy ese total es menor, si tomamos en cuenta la concentración de la riqueza (inequidad) y la destrucción medioambiental. El papel y el desarrollo inmediato de todas las formas de participación de la sociedad civil son esenciales en esta transformación: necesidad de empoderamiento. Hay solamente un solo Chile, debemos ser UNO en esta nación, inseparables. LO COLECTIVO.

Transformación Valórica. Los resultados que vemos hoy en nuestra sociedad están íntimamente ligados a los valores que profesamos y autorrealizamos. Hay una preponderancia de los valores individualistas y materialistas, como son la competencia y la exclusión. Se debe producir un gran cambio hacia los valores colectivos, incluyendo amor, compasión, justicia, solidaridad, ecología, cooperación, interdependencia, equidad… Si no cambian nuestros valores, los resultados de nuestro desarrollo serán los mismos. LO VALÓRICO.

Transformación Ecológica. Somos humanos, somos sociedad, somos valores, y somos ecología. Nuestro entorno natural juega un papel esencial en nuestra transformación material como espiritual. La ecología externa es el fiel reflejo de nuestra ecología interna. Es por eso que hablamos de una transformación humana interna y externa. La destrucción ecológica tiene y tendrá graves consecuencias en todos los ámbitos de la vida humana, animal, vegetal, mineral, etc. Propiedad, acceso, manejo, uso y conservación adecuada de nuestro capital natural son la esencia de esta transformación ecológica. Su resultado es la sustentabilidad de nuestro desarrollo. LO ECOLÓGICO.

Transformación Institucional. Una dimensión clave de toda transformación está ligada a su traducción en el ámbito institucional: incentivos, arreglos organizacionales, papel de los distintos actores, derechos y responsabilidades, leyes y regulaciones… Tiene que haber un gran equilibrio entre las propuestas de desarrollo y el aparato institucional. Lo institucional no puede estar rezagado, subdesarrollado o limitado. Esto demanda de nuevas formas de intervención, especialmente cuando necesitamos una nueva Constitución y un gran empoderamiento ciudadano. LO INSTITUCIONAL.

Transformación Energética. Todo lo que hacemos y queremos hacer necesita de energía. Hoy estamos todos en un gran impasse, ya que no hay una política nacional, no hay un verdadero ordenamiento territorial, no hay una arquitectura para la participación ciudadana, y no hay una visión estratégica de mediano y largo plazo. Hay grandes desigualdades en el consumo, en los incentivos y en las capacidades de pago y ahorro energético. Esta es posiblemente una de las transformaciones más profundas que necesita nuestro país. LO ENERGÉTICO.

Transformación Urbana. Nuestras ciudades son uno de los espacios más importantes dentro de la vida cotidiana de las personas. Hoy, el desarrollo urbano no está acorde con lo que la gente espera. Menos contaminación, congestión, estrés social, marginalización… Más áreas verdes, servicios públicos, barrios tradicionales, espacios de arte y expresión popular… Esta transformación debe llevarnos a las “ciudades verdes” con menos huella de carbono y un mejor uso de nuestra energía y los residuos sólidos y líquidos. LO URBANO.

Transformación Rural. Debemos tener una visión estratégica de lo rural, de nuestras áreas donde hay tantos matices de la vida cotidiana de nuestro país. Es allí donde se producen nuestros alimentos, donde hay millones de chilenas y chilenos que están enraizados en nuestra tierra, donde hay cientos de culturas y costumbres, donde hay una herencia de música y cuentos, donde hay pasados y presentes inolvidables… necesitamos una manera nueva de ver lo rural dentro de lo regional, y no ver lo regional con los lentes de las ciudades de las diferentes regiones. Es base de cultura, tradiciones, y arraigo social. Es donde la transformación nos llevará a una gran identidad como nación. LO RURAL.

Transformación Industrial. Tenemos que entrar en una nueva transformación industrial en Chile y en el mundo entero.  Ya no podemos disociar el aparato productivo, la producción, distribución y consumo de los productos industriales de la sustentabilidad de nuestro desarrollo. Sustentabilidad social, económica y medioambiental. Las industrias deben ser la fuerza motriz de la sustentabilidad y de la búsqueda de una sociedad verde, limpia y saludable. La industria debe ser el espacio de autorrealización de los trabajadores, y de su bienestar como seres humanos. LO INDUSTRIAL.

Transformación Alimentaria. Somos lo que comemos, somos nuestros alimentos, somos nuestros hábitos alimentarios…  Es por eso que debemos enfocarnos en nuestra agricultura, producción y procesamiento de alimentos, de nuestras semillas…  La gran fuente de enfermedades en Chile proviene de la alimentación y la destrucción ecológica. Tenemos una obligación de entregarles a todos la mejor alimentación del mundo, fresca, sana y nuestra. Es por ello que he dicho que es necesario la eliminación acelerada de los transgénicos. Es por eso que se ha cuestionado el uso innecesario de productos químicos. Es por eso la importancia de la agricultura orgánica, la permacultura, etc. LO ALIMENTARIO.

Es evidente que cada una de estas transformaciones necesita ser expuesta y desarrollada con un nivel de detalles que va más allá del objetivo inmediato de esta nota.  Aquí se han expuesto estas transformaciones como un vehículo de reflexión profunda, y así beneficiar a todas las chilenas y chilenos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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