La realidad de las trabajadoras de casa particular no es algo que hoy podamos esconder bajo la alfombra. Si bien durante las últimas décadas se han abierto las oportunidades de trabajo para las mujeres, en sectores de pobreza el mercado laboral femenino es precario. Hoy, según datos de la Fundación Sol, existen más de 360 mil trabajadoras de casa particular en Chile, de las cuales 255 mil trabajan puertas afuera. De ese número, un 12% tiene contrato indefinido y sólo un 50% contrato escrito. El mismo porcentaje impone en previsión y salud.
Quienes marcharon el 24 de noviembre lo hicieron en un desfile de plumeros, guantes y escobas, quizás los elementos menos glamorosos que encontraríamos en cualquiera de nuestros hogares. Así se manifestaron las trabajadoras de casa particular en su día nacional, demandando al gobierno la Ratificación del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Este convenio ofrece protección específica a trabajadoras/es domésticos en materias relativas a la libertad sindical y negociación colectiva, a la jornada laboral y descanso diario, a la protección social, a la situación de los migrantes, entre otras.
Pocas veces se ven pasar marchas por lugares que no sean el centro de Santiago. Esta vez, el lugar escogido fue la estación Manquehue del Metro. No deja de ser significativo, pues es uno de los barrios en donde se reproduce la desigualdad que se vive en Chile. Grandes números de trabajadores se mueven, a veces por más de dos horas, en transporte público para llegar a sus puestos de trabajo, aquellos lugares donde viven en carne propia la profunda segregación territorial de nuestra capital. TECHO-Chile, además de trabajar activamente en la organización comunitaria en campamentos y villas de blocks, trata allí también la temática laboral a lo largo de nuestro país. Por medio de estudios de nuestro Centro de Investigación Social, sabemos que cerca del 40% de las mujeres que trabajan y viven en campamentos son empleadas domésticas.
[cita]La realidad de las trabajadoras de casa particular no es algo que hoy podamos esconder bajo la alfombra. Si bien durante las últimas décadas se han abierto las oportunidades de trabajo para las mujeres, en sectores de pobreza el mercado laboral femenino es precario. Hoy, según datos de la Fundación Sol, existen más de 360 mil trabajadoras de casa particular en Chile, de las cuales 255 mil trabajan puertas afuera. De ese número, un 12% tiene contrato indefinido y sólo un 50% contrato escrito. El mismo porcentaje impone en previsión y salud.[/cita]
La realidad de las trabajadoras de casa particular no es algo que hoy podamos esconder bajo la alfombra. Si bien durante las últimas décadas se han abierto las oportunidades de trabajo para las mujeres, en sectores de pobreza el mercado laboral femenino es precario. Hoy, según datos de la Fundación Sol, existen más de 360 mil trabajadoras de casa particular en Chile, de las cuales 255 mil trabajan puertas afuera. De ese número, un 12% tiene contrato indefinido y sólo un 50% contrato escrito. El mismo porcentaje impone en previsión y salud.
El 24 de noviembre fue importante, no sólo fue su día libre, sino que además las llamadas “nanas” dieron otro paso decidido en sacar los trapos sucios por las ventanas. En el barrio de sus propios jefes decidieron levantar la voz: el 63% de las trabajadoras de puertas adentro cumple más de 45 horas laborales a la semana.
Hoy, dirigentas del sector, como Ruth Olate, buscan reiterar el llamado a ratificar el Convenio 189 de la OIT. TECHO no puede sino manifestar su apoyo irrestricto a la solución de una situación que no se limpia con buenas intenciones, se requiere más protección para esas trabajadoras muchas veces invisibilizadas dentro de los muros de las casas particulares. A semanas de la “Marcha de la dignidad”, debemos recordar y hacer nuestro este llamado que saca a relucir los rincones más sucios de esta casa que compartimos y que es nuestro país.
Estas mujeres con las que trabajamos, limpian casas ajenas mientras las suyas se encuentran en campamentos y bolsones de pobreza que escondemos entre basurales y los extramuros de la ciudad. Desde TECHO, continuaremos trabajando con los trabajadores/as de campamentos y blocks, los más desprotegidos. Pero para que los cambios que necesitamos ocurran, es el gobierno –Estado– y todos nosotros como sociedad, los que tenemos que entregarles las condiciones mínimas para volver digna la labor de las trabajadoras de casa particular en Chile. En términos legales y políticos sostenemos que la discusión del Convenio 189 de la OIT es urgente. El país debe apuntar a mejorar y asegurar los tratados, convenios y recomendaciones ofrecidos por organizaciones mundiales en materiales laborales de cara al siglo XXI. Esperamos que no pasen más días en que las miles de trabajadoras domésticas tengan que usar parte de su tiempo libre para pedir los mínimos indispensables.