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Remirando a la India con interés

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Mladen Yopo
Por : Mladen Yopo Investigador de Política Global en Universidad SEK
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Como lo expresa Mukul Kesava, “es una cultura política que no sólo funciona sino que permite a los indios una mirada hacia el mundo que sale de su propia experiencia” y que les ha permitido tratar adecuadamente los sobresaltos de violencia y nacionalismos étnicos a partir de la modernización de la democracia por la que ha pasado India en los últimos tiempos (hecho que no ha sido igual en otros países emergentes, como China).


Hace un par de semanas salió la noticia de que India lanzó con éxito una misión a Marte desde el Centro Espacial Satish Dhawan en Sriharikota, lo que lo convertiría en el sexto país en tratar de llegar al planeta rojo (LT 6-11-2013). Este proyecto que parece más bien algo anecdótico, sin embargo, no sólo puede situarla en los primeros lugares de la carrera espacial en el continente asiático o ser un contrapeso al ascenso y logros chinos en esta área (China llegó recientemente a la Luna), sino que es el resultado natural del propio ascenso de India como potencia emergente del siglo XXI.

La cultura política

Las razones para este ascenso son muchas. Sin embargo, lo primero que hay que relevar es que India tiene una exitosa democracia (la más grande del mundo) que se extiende desde su independencia del dominio británico en 1947, demostrando con ello que la democracia no está sólo restringida a países prósperos y/o unitarios cultural, social, religiosa y étnicamente. La razón fundamental de este éxito en el contexto de las complejidades internas, es la conversión del pluralismo y la tolerancia en la piedra angular de la práctica política. Este eje permite legitimar los compromisos esenciales para mantener en el mismo paradigma a cientos de grupos étnicos con identidades, formaciones y niveles económicos distintos. Como lo expresa el historiador Mukul Kesavan, “este ha sido el objetivo político por excelencia: (es decir) mantener a flote la diversidad del subcontinente en el arca de la democracia. Todo lo demás es negociable”.

En esta misma dirección, el embajador Deepak Bhojwani (2012) expresa que la cultura política ha consistido en balancear y combinar los intereses particulares de género, lengua, identidad religiosa, clase y casta, y geografía en el sistema político, evitando satisfacciones particulares. Y ha sido una difícil ecuación. Por ejemplo, en la cuestión lingüística, según la Constitución, India posee 22 idiomas oficiales reconocidos, entre los cuales se encuentra el hindi, que es el idioma más hablado, pero acompañados de más de 1600 dialectos. En el caso de la religión pasa algo parecido. Si bien la religión preponderante es el hinduismo (80,5%), también están el islamismo (13,4%), la religión católica (2,3%), la sikh (1,9%), el Budismo (0,8%), la jainista (0,6%) y otras (0,7%). La internacionalista María Collados (2011) resalta que “esta religiosidad flexible es la que destaca a la India de otros países y la que permite la convivencia (…)”. La cultura de la India es de alto sincretismo y pluralismo. Es la unidad de la diversidad y la capacidad para beneficiarse de ella.

Sistema democrático

En segundo lugar, esta cultura política ha tenido un correlato en el sistema político a través de una democracia representativa sin la hegemonía de un solo partido o coalición de esencia étnico-religiosa o ideológica. Incluso el partido socialdemócrata heredero de Mahatma Gandhi, el Congreso Nacional Indio (INC) o el Bharatiya Janata Party (nacionalista), que en coalición se han turnado en el poder, no han logrado imponer hegemonías o cursos aplastantes en el desarrollo de la India.

Esto se explica, por una parte, porque la India es un régimen federal con un sistema parlamentario de gobierno, conformado por un Parlamento de dos cámaras además de asambleas estatales en los 28 estados y 7 territorios electos a través de un sistema proporcional. Estos poderes legislativos eligen al Presidente y Vicepresidente, y el primero de éstos elige al Primer Ministro (el verdadero gobernante). Lo vasto y diverso del proceso electoral lleva a que la necesaria formación de coaliciones de gobierno sean producto de una ecuación electoral compleja, donde el tan crucial pluralismo está garantizado por la necesidad de un futuro previsible a partir de la negociación: en el 2011 había 180 partidos de diverso calibre e intereses, además de miles de movimientos. Por otra, los estatutos de la República Democrática Socialista y Secular y las directrices de la Corte Suprema de la India, a su vez, impiden que se cambien estructuras básicas y fundacionales del Estado.

Sin embargo, esta no es una democracia estática sino en pleno proceso de evolución, como lo demuestra la fase más participativa que se vive en la sureña zona de Kerala, donde la disputa del poder de dos coaliciones de signo opuesto (el Frente Democrático de Izquierda-FDI, liderado por el Partido Comunista Marxista y el Frente Democrático Unido, encabezado por el conservador Partido del Congreso) no ha inhibido la planificación participativa multinivel (descentralización decisional) a partir de las enmiendas constitucionales 73 y 74 de 1996. Además de la decidida voluntad del FDI, esta descentralización fue posible gracias a la fortaleza de la sociedad civil apreciada en el gran número de sindicatos, asociaciones, grupos de mujeres y movimientos sociales.

Hoy son millones las personas que participan en la planificación popular. Este inédito proceso logró una institucionalización funcional a través del Panchayat de Distrit (provincia), que coordina los programas de desarrollo como intermediario entre el Estado y las localidades; el Panchayat de Block (comarca), que supervisa y da apoyo técnico a los proyectos diseñados en las comunidades; y el Grama Panchayat (pueblo), que diseña e implementa proyectos votados en las asambleas (cuerpo elegido anualmente). El gran paragua son las Grama Sabhas (Asambleas Populares), las que se reúnen un par de veces al año para distribuir recursos y tomar decisiones vinculantes. El Citizen Report on Governance dice: “Son una oportunidad para que la gente aprenda y se empape del espíritu de negociación y compromiso en el ámbito público, a través de los debates y mientras establecen planes de desarrollo y fijan prioridades”.

Cada pueblo, a través de las Asambleas y los Panchayats de Pueblo, se ocupa de los servicios sociales, las basuras, limpieza, abastecimiento de agua, sanidad, educación, seguridad social y el bienestar de su población. Identifican a las familias pobres y aseguran su acceso al programa estatal de distribución de alimentos y kerosén, ponen en marcha proyectos económicos y empresas locales (cooperativas femeninas) o toman medidas para evitar la destrucción del medioambiente y salvaguardar los recursos locales, como la prohibición del uso de bolsas de plástico o la expulsión de Coca-Cola. Más del 40% de los cargos de los Pachanyats (incluido el de presidente) son para mujeres y/o castas desfavorecidas (www.economiasolidaria.org  24/06/2011).

Como lo expresa Mukul Kesava, “es una cultura política que no sólo funciona sino que permite a los indios una mirada hacia el mundo que sale de su propia experiencia” y que les ha permitido tratar adecuadamente los sobresaltos de violencia y nacionalismos étnicos a partir de la modernización de la democracia por la que ha pasado India en los últimos tiempos (hecho que no ha sido igual en otros países emergentes, como China).

Población

Un tercer factor, es el hecho de que India junto a China (1.350 millones) son los países más poblados. Con sus 1.250 millones (Censo 2011), la India aporta a casi el 18% de la humanidad y de continuar las actuales tasas, se calcula que al 2030 será el país más populoso. También se estima que en comparación con Europa, EE.UU., Canadá y China, hacia 2030 India tendrá una media poblacional con la edad más joven (32 años).

Esta dinámica demográfica, en particular el aumento de la población en edad laboral  (el 2025 más del 67% tendrá entre 15 y 64 años), puede hacer de la India el destino más atractivo para la Inversión Extranjera Directa (IED), que busca la eficacia y eficiencia de la mano de obra calificada y barata. Ya los flujos de IED han sido importantes para mantener el nivel de inversión en torno al 35% del PIB, a pesar de la desaceleración de los últimos años producto de la continuidad de crisis en Europa y la lenta recuperación de EE.UU. El gobierno sabe que para seguir atrayendo IED necesita tener mano de obra calificada, buenas políticas y buenas instituciones. India se ha ubicado como segundo destino de la IED, después de China y por encima de EE.UU. (consultora AT Kearney).

Reformas económicas

En cuarto lugar, no menor han sido las reformas económico-institucionales, las que le han permitido cambiar su modelo económico de una realidad más bien estatal a una de mercado con un Estado proactivo. Estos cambios, como lo expresa Sergio Cesarin (2007), además de las presiones del FMI, se deben a que “la debacle soviética, los incentivos provistos por la globalización, aspiraciones por emular el éxito chino y el encumbramiento de sectores ligados al nacionalismo hindú ganan el favor popular y la India inicia su pendiente proceso de reformas económicas en los noventa”.

Estas reformas han consistido en mayor liberalización, flexibilización financiera y apertura exterior, y han tenido como resultados la extensión de la clase media a unos 300 millones (la más grandes) y cambios importantes en la estructura productiva. Así, por ejemplo, ya en el 2006 habían conducido a que el sector servicios generara el 55% del PIB, la industria el 27% y la agricultura el 18%; que los servicios emplearan a más del 27% de la mano de obra; y que sea el sector con mayor tasa de crecimiento.

En el sector servicios destaca, sin dudas, el ligado a las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs), sector que en lo que va de este siglo está creciendo sostenidamente a una tasa del 25% al año. La llegada de la era digital y la nueva fuerza de trabajo, con un nivel alto de educación y con facilidad para hablar inglés, ha transformado gradualmente al país en un importante destino para compañías que buscan soporte tecnológico. En este sentido, la India se caracteriza por ser un país exportador y líder de expertos en software y servicios financieros, así como de ingenieros informáticos dedicados a la tecnología de punta en campos como la energía nuclear, aviones y helicópteros de combate, satélites, softwares y oceanografía.

De acuerdo a Herrera, Labrada, Rosero y Salazar (2010), “el comercio de India representa un poco más del 1% del comercio mundial. Las principales exportaciones incluyen derivados del petróleo, productos textiles, piedras preciosas, software, ingeniería de bienes, productos químicos y las pieles y cueros. Entre las importaciones están el petróleo crudo, maquinarias, joyas, fertilizantes y algunos productos químicos”. En el 2011, mientras el Banco Mundial situaba a la India como la décima economía del mundo en términos de PIB (ese año fue de US$1.847 mil millones), varios economistas predecían que el 2025 sobrepasaría a Japón para ascender al tercer lugar.

No menor para este desarrollo es la diáspora india, formada por estudiantes de estudios superiores, trabajadores y empresarios y sus redes familiares. La migración es una fuente importante de capital para la India. Así, por ejemplo, se constata que en 2009 mandaron cerca de US$49.000 millones a sus familias, sobrepasando a China por US$2,000 millones y a México por US$4,000 millones. 4% del PIB de la In­dia proviene de las remesas norteamericanas. De hecho, los empresarios indios tienden a centrarse en la familia o redes a diferencia de los chinos, que recurren a bancos (mayoría estatales).

La política exterior

Un quinto factor favorable al ascenso de la India, son los rasgos y objetivos que definen la política exterior como benevolente y puente de diálogo. Esta quedó caracterizada tempranamente por los llamados Panchsheel (cinco principios). Estos fueron desarrollados durante negociaciones entre Jawaharlal Nehru y su homólogo chino, Zhou en Lai, y son: el respeto mutuo a la integridad territorial y la soberanía; pacto de no agresión mutua; no interferencia en los asuntos internos de otros países; igualdad y beneficio mutuo; y coexistencia pacífica.

Estos principios de coexistencia pacífica han permitido a la India una gran flexibilidad, realismo y capacidad de adaptación sin perder la esencia (idealista) de su política exterior. Así, ella ha podido transitar desde la no alineación de Nehru, al acercamiento pro-soviético de Indira Gandhi (concretó un acuerdo bilateral de amistad y cooperación en 1971) hasta la política de acercamiento pro-americana desde el 11/09/2001 (donde apoya la respuesta de EE.UU. al terrorismo) y, particularmente, con el acuerdo de cooperación nuclear civil en el 2008. Sin embargo, en estas tres fases India mantuvo una actitud independiente (no alineada) mientras encauzaba las presiones sistémicas de los poderes mundiales y los cambios geopolíticos.

Cuatro grandes líneas resaltan en esta esfera:

La primera, es la diplomacia de desarrollo económico, que es la estrategia exterior orientada a satisfacer las necesidades nacionales de provisión de recursos energéticos y la apertura de mercados con el propósito de mejorar la condición de la pobreza interna. Actúa globalmente con otros países menos favorecidos (cooperación Sur-Sur) para reconquistar influencia en el mundo no-desarrollado y promover medidas para tratar el cambio climático, contaminación, proteccionismo agrícola, etc. En esta línea, y a pesar de las distancias geográficas, históricas y culturales, la India espera, además de fortalecer su presencia y cooperación, duplicar el comercio con América Latina en los próximos cinco años hasta los US$60.000 millones (en el caso de Chile, el comercio creció un 83% desde que se firmó un acuerdo económico en 2006 –www.expansion.com 23/08/2013–).

La segunda, es que se mantiene en parte el no alineamiento expresado en la autonomía India a pesar de los tratados internacionales firmados, por ejemplo, para abogar por un desarme global (plan del Primer ministro Gandhi “por un mundo sin armas nucleares” y que proporciona una ruta para el desarme). Sin embargo, su compromiso con la reestructuración del escenario internacional la ha llevado a ser también un país «multialienado», es decir, integrado en todos aquellos espacios y organismos de relevancia y/o donde sus intereses estén presentes.

La tercera, es la política de cooperación multilateral para afrontar desafíos globales (cambio climático; terrorismo, catástrofes, pobreza, etc.), favorecer los intereses indios y, en general, plasmar el «gandhismo», basado en promoción de la descentralización y la construcción de un orden mundial fuera del egoísmo, materialismo, conflicto y dependencia. En la región del Asia Pacífico, por ejemplo, ha buscado fortalecer los vínculos con los países de la región para consolidar su liderazgo y consolidar sus intereses políticos y de seguridad. Estos desarrollos alimentan las esperanzas de que la India también pueda encauzar de una manera más positiva sus acercamientos a Pakistán, como lo está haciendo con China con el acuerdo de cooperación fronteriza y comercial recientemente firmado a pesar de las disputas entre ambos (El País, 23/10/2013).

Por último, está la política de defensa India, donde ha modernizado sus capacidades militares (incluyendo la nuclear) a partir de un escenario inestable, con amenazas constantes a las que debe responder sola (no tiene una alianza militar con EE.UU.), tanto de otros actores estatales (India se encuentra entre países y zonas en conflicto, como China, Pakistán, Irak, Birmania, Bangladesh, etc.) como de nuevas fuentes, como el narcotráfico, el terrorismo, la piratería, etc.

Los desafíos

De acuerdo al profesor Brahma Chellaney, “en estos días en que el mundo redefine su momento histórico, la estabilidad en la India y en Asia es básica para garantizar la seguridad internacional. Es ahí donde India puede jugar el papel de puente a partir de su condición de potencia ascendente.

Sin embargo, la India tiene otra cara. Chellaney la llama de desafíos y/o debilidades en referencia a la situación geoestratégica y los “difíciles vecinos, que no respetan las normas internacionales”. Este hecho tiene como consecuencia una segunda debilidad: el efecto de “derrame” que tiene el estar en esta zona de conflicto y en fronteras del terrorismo. Por último y además de los problemas que implican los relevos de gobierno, está una reducción en su tasa de crecimiento producto de los efectos del retraso reactivador de ciertas economías o problemas presupuestarios en EE.UU. (aunque ahora esté repuntando). El FMI dice que, entre los casos más graves de esta desaceleración, están México, que se expandirá un 1,2% en 2013, 1,8 puntos porcentuales menos de lo estimado inicialmente; la India, que lo hará un 3,8% (-1,8); Rusia, con un 1,5% (-1,0) y Cercano Oriente y el Norte de África, con un 2,1% (-0,9) (El Comercio, 08/12/2013).

Sin embargo, el gran dilema de la India sigue siendo la pobreza a pesar de los logros. Por desgracia aún queda cerca de un 37% de pobres (unos 400 millones) sin electricidad o agua potable (agencia EFE). Hoy en medio de la tecnología de punta, 4 de cada 10 indios viven con menos de US$1,50 al día. Hay un 40% de niños con desnutrición y/o bajo peso. La expectativa de vida bordea los 65 años (en Chile son 80 años). Consciente de ello, la India tiene políticas públicas y subsidios focalizados para enfrentar este problema. Es por eso, por ejemplo, que no aflojó en las negociaciones en la OMC en Bali (Indonesia/2013) su programa de almacenamiento de alimentos y que luego serán vendidos con fuertes subsidios a su población (El País, 06/12/2013).

La densidad de la población es otra preocupación permanente. Según el Censo del 2011, esta es de 382 personas por km cuadrado y va en aumento. Para la internacionalista María Collados (2011), el aumento sostenido en la densidad poblacional ha sido, y sigue siendo, un motivo de preocupación al generar una gran presión sobre los recursos naturales y la infraestructura del país, desmejorando la calidad de vida de los habitantes.

En este contexto, no es raro que el mismo y alabado programa espacial haya recibido fuertes críticas. El economista Jean Dreze, de la Escuela de Economía de Delhi, dijo que “por mucho que admire la misión a Marte como un logro científico, no entiendo la urgencia de hacerlo. El país estaría mejor si los mismos recursos y talentos fueran enfocados en la salud pública o la energía solar”. Sin embargo, y en el marco del dilema de “cañones o mantequilla”, para los defensores el programa espacial tiene beneficios claros. “Las críticas son pura retórica. Los beneficios (…) son tangibles”, dijo Ajey Lele del Instituto de Estudios y Análisis de Defensa de Nueva Delhi. Puso como ejemplo el ciclón Phailin, que en octubre arrasó parte del país con vientos de 240 km/h y provocó sólo 23 muertos, mientras que en 1999 un fenómeno similar causó 10.000 fallecidos. “Gracias a los satélites se pudo prever la llegada del ciclón y tomar medidas”, señaló.

Al final sumando los pro y contras, y concordando con el catedrático de la Universidad CEU-San Pablo, Rafael Pampillón Olmedo, hoy casi todo el mundo está de acuerdo en que el país estrella de esta primera mitad del siglo XXI es China, pero también pocos están poniendo en duda que la segunda parte del siglo XXI también estará protagonizado por India. Precisamente el estudio de PriceWasterhouseCoopers, “The World in 2050: Beyond the BRICs”, concluye que para el año 2050 India será la tercera potencia mundial. Y lo está haciendo saber como lo demuestra la respuesta de Nueva Delhi a la detención y vejamen que sufrió la vicecónsul general de la India en Nueva York, Devyani Khobragade. Además, de varias medidas de represalia prácticas, el ministro de RR.EE., Salman Khurshid, dijo:” (…) tenemos que restaurar su dignidad y lo haré a cualquier precio” (El Comercio, 18/12/2013).

(*) Colaboración de Gino Bustos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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