Siempre es necesario recordar que nuestra legislación ambiental no permite desechar un proyecto, mientras el titular persista podrá presentarlo reiteradamente y la autoridad sólo podrá ponerle mitigaciones y compensaciones por los daños ambientales, pero no se puede desechar. Por la vía de las compensaciones se puede llegar a elevar el costo del mismo, de modo que no sea rentable, pero incluso un proponente podría hacerlo aunque no fuera rentable.
Hacer revivir a los muertos es una vieja tentación de los hombres. Esculapio, semidiós y médico en la mitología griega, extremó su arte, llegando a resucitar a los muertos. Zeus, ofendido, lo castigó porque su pretensión alteraba el orden del mundo y le envió un rayo mortal. La resurrección es contra natura, nadie debería intentarla sin incurrir en un castigo.
El futuro ministro de energía habría declarado, según El Mercurio: “HidroAysén es un proyecto donde hay muchas dudas, y eso es justamente lo que vamos a tener que enfrentar en conjunto con las comunidades”.
Inquietante declaración, HidroAysén no está muerto, como se le declaró, ni siquiera es “no viable”, apenas suscita dudas que hay que enfrentar. En mi columna del 14/12/2012, en este medio, señalaba: “Tenemos que reiterar que mientras el proyecto sea rentable, se mantendrá la presión para realizarlo, con un gobierno de derecha, de la Concertación o el que venga y solamente una acción ciudadana mantenida por mucho tiempo aún, permitirá preservar la Patagonia para futuras generaciones”.
[cita]El futuro ministro no debería estar tentado por la resurrección de los muertos, hay muchos “vivos” detrás de ello y buscar el consenso de la sociedad chilena, social y no tecnocrático, para nuevas formas de generación y uso de la electricidad, sería su mayor aporte.[/cita]
Siempre es necesario recordar que nuestra legislación ambiental no permite desechar un proyecto, mientras el titular persista podrá presentarlo reiteradamente y la autoridad sólo podrá ponerle mitigaciones y compensaciones por los daños ambientales, pero no se puede desechar. Por la vía de las compensaciones se puede llegar a elevar el costo del mismo, de modo que no sea rentable, pero incluso un proponente podría hacerlo aunque no fuera rentable.
HidroAysén está lejos de ello, sigue siendo un proyecto de alta rentabilidad, si estuviera generando electricidad hoy podría entregar cerca de 20.000 gigavatios/hr anuales al consumo nacional, con un retorno de USD 1.500 millones al año, al precio de nudo actual. Es mucha plata, genera casi USD 1.000 millones de ganancia al año, lo cual permite pagar no sólo los costos de inversión y generación, sino otros que se le agreguen. Mientras Endesa sea la titular de los derechos de agua, seguirá existiendo la tentación de ejecutar el proyecto, no hacerlo es como estar sentado en un cofre con monedas de oro con prohibición de abrirlo. La única forma de hacerlo desaparecer es caducando esos derechos otorgados por la dictadura a espaldas de los chilenos.
“Vox populi, vox Dei”, dice el viejo proverbio, y el pueblo chileno ha dicho “No a HidroAysén”, muchas veces. Sólo niegan la voz del pueblo los que desprecian su sabiduría y buscan imponer su propia concepción de las cosas o sus intereses. Los chilenos, en su mayoría, no tenemos dudas, no queremos continuar con una generación eléctrica monopólica, depredadora y concentradora, que hace todos los esfuerzos posibles para impedir la adopción de políticas que tomen en cuenta el potencial de las nuevas formas de generación desconcentrada.
El futuro ministro no debería estar tentado por la resurrección de los muertos, hay muchos “vivos” detrás de ello, y buscar el consenso de la sociedad chilena, social y no tecnocrático, para nuevas formas de generación y uso de la electricidad, sería su mayor aporte.