Iremos entonces modificando nuestra economía y abriendo nuevas sendas de progreso, tal como ha sucedido en los países desarrollados, en donde la Minería ha bajado su volumen o simplemente cesado. No son pocas las instituciones prestigiosas de CT&I en el mundo moderno, otrora referentes en Minería, que sólo guardan el apelativo Minería como referencia a un pasado floreciente, pero que hoy se consagran a actividades totalmente distintas, heredadas éstas, eso sí, de aquella época de oro.
Una mirada retrospectiva de nuestra historia deja claro que la Minería –no sólo el cobre, aunque en muy mayor medida respecto del resto– ha jugado un rol clave en el desarrollo de nuestro país. En relación a nuestro PIB, es enorme el monto de inversión realizado y el que se invertirá en los próximos años, tanto en el sector público como en el privado. Asimismo, es impresionante el despliegue del conjunto de tecnologías utilizadas para recuperar mineral, así como la apertura que este ámbito ofrece a los mercados internacionales. En líneas generales, esta cadena virtuosa de inversión + tecnología + comercio, ha apuntalado el desarrollo de Chile. Lo anterior es algo evidente, y hasta acá no hemos aportado nada a la discusión del tema que propone el encabezado de este texto.
En este breve y general análisis, sin embargo, hay dos temas que preocupan (con conciencia, eso sí, de que hay varios más atingentes): uno por su ausencia y el otro porque tiene el sino de crónica de una muerte anunciada.
El primero de ellos es la ausencia en la cadena virtuosa de un marcado y nítido rol de la manufactura de bienes y servicios de alto valor agregado, que den valor económico superlativo a la Minería, y en el largo plazo a la sociedad en su conjunto. Visto en detalle, podemos afirmar la casi nula manufactura de bienes y encontramos sólo algunos servicios que integran conocimientos avanzados e innovadores. Esto no es menor. Es crucial. Una actividad económica tan fundamental debe aportar de manera sustentable al país, entregando el mayor valor económico posible, contribuyendo a consolidar sus estructuras sociales y protegiendo el medio ambiente. En Chile, hoy por hoy, existen capacidades profesionales y técnicas para afrontar estos desafíos. En particular, las universidades y centros de investigación forman cada año profesionales e investigadores de alto estándar en el país, que bien encaminados y conectados en nuestro mundo global, bien pueden contribuir a conceptualizar soluciones innovadoras, sintetizar conocimientos de frontera, para crear herramientas tecnológicas y procedimientos que apunten en la dirección señalada. Sin duda que ha habido y existen hoy esfuerzos, tanto públicos como privados, en estas materias.
[cita]Iremos entonces modificando nuestra economía y abriendo nuevas sendas de progreso, tal como ha sucedido en los países desarrollados en donde la Minería ha bajado su volumen o simplemente cesado. No son pocas las instituciones prestigiosas de CT&I en el mundo moderno, otrora referentes en Minería, que sólo guardan el apelativo Minería como referencia a un pasado floreciente, pero que hoy se consagran a actividades totalmente distintas, heredadas éstas, eso sí, de aquella época de oro.[/cita]
Algunos de ellos remarcables, pero muy lejos de tener la potencia y amplitud que Chile hoy necesita. En este ámbito, es preciso que las políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación (CT&I) que aplique la nueva administración, sean asertivas y estén alineadas con esta visión de Estado para el desarrollo de nuestro país. En palabras simples, e intentando resumir lo anterior: pasar en la próxima década del alambrón, los cátodos y el concentrado de mineral a productos terminados, innovadores y, en lo posible, exclusivos de creación chilena.
El segundo de los temas guarda relación con el Desarrollo de Chile y la Minería, más precisamente del cobre. En círculos expertos, existe claridad de que la demanda de cobre aumentará de manera significativa en el próximo cuarto de siglo. El progreso humano así lo requiere. Hay, o debiera haber, conciencia de que, si bien el cobre no es infinito, en la práctica es como si lo fuera a causa de la tecnología. Para refrendar lo anterior, podemos hacer uso de una cita tan simple como instructiva, proveniente del mundo de la economía, que reza: La Edad de Piedra no termina porque se hayan acabado las piedras, sino por el avance de la tecnología. El salitre es una muestra de aquello. Y el autor de estas líneas, sostiene que el petróleo será otro ejemplo válido en lo sucesivo.
Ahora bien, que exista demanda –aunque esté asegurada– y disponibilidad del recurso, no garantiza que en el futuro la Minería continúe siendo un aporte económico significativo para el país, incluso pensando en los próximos veinticinco años. El avance de la tecnología en la recuperación de minerales (biolixiviación de sulfuros, por ejemplo), la creación de nuevos materiales (tema de investigación de altísima actualidad y prioridad en el mundo moderno), el reciclado de minerales y la huella de carbono, por citar algunos factores, bien pueden hacer caer el precio a niveles muy, pero muy bajos. De ahí la cita crónica de una muerte anunciada, pues algo de ello se nos viene para un tiempo más cercano del que estamos dispuestos a aceptar. Si esto sucede, ¿qué ocurrirá en Chile? He ahí un tema central de debate país, que debiera ocupar parte importante de la nueva agenda pública que se espera sea innovadora y pluralista. Un debate que, por cierto, también debieran asumir los medios de comunicación para que los ciudadanos sumen a su bagaje otros aspectos del acontecer nacional junto al fútbol, los hechos de sangre, la farándula y asuntos de la contingencia social y vida cotidiana.
Retomemos la pregunta enunciada e intentemos responderla. La tesis aquí expuesta apunta a que si las decisiones de Estado en CT&I y su implementación son adecuadas, al menos en el espacio de lo público, en un escenario internacional de sostenidos precios bajos no sucederá nada grave en nuestro país. Chile habrá ido en forma paulatina generando enormes capacidades profesionales y madurez empresarial. Se fortalecerá y modernizará el Estado. Surgirán nuevos horizontes económicos; y, por añadidura, nuevos espacios de cooperación internacional. En este nuevo diseño, aparecerán sinergias entre los diferentes actores de la economía nacional, y entre estos y las universidades y centros de investigación. La creación de conocimiento a través de la investigación científica y tecnológica, permitirá a Chile participar en pleno de las grandes ligas del mundo globalizado, entre otras acciones.
En ese eventual escenario, iremos entonces modificando nuestra economía y abriendo nuevas sendas de progreso, tal como ha sucedido en los países desarrollados, en donde la Minería ha bajado su volumen o simplemente cesado. No son pocas las instituciones prestigiosas de CT&I en el mundo moderno, otrora referentes en Minería, que sólo guardan el apelativo Minería como referencia a un pasado floreciente, pero que hoy se consagran a actividades totalmente distintas, heredadas éstas, eso sí, de aquella época de oro.